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Verónica Forqué | Actriz

“La obra es una historia conmovedora en la que todo el mundo se reconoce”

  • La artista protagoniza la obra ‘Las cosas que sé que son verdad’, del australiano Andrew Bovell, que se representa hoy y mañana en el Falla y que trata de las relaciones dentro de una familia

La actriz Verónica Forqué.

La actriz Verónica Forqué. / EFE/RAÚL CARO

–¿Qué es esta obra que tiene este título tan rotundo?

–¿Qué bonito título, verdad? El espectador se va a encontrar a una familia que es australiana, pero que podía ser de Cádiz, de Castilla La Mancha, de Castellón de la Plana, de Murcia... Yo soy la madre, enfermera, y tenemos cuatro hijos. Mi marido es un jubilado que tiene un jardín de rosas que le encanta cuidar, que es su hobby, está un poco de bajón porque se ve viejo..., y entonces con los cuatro hijos, que ya son mayores, surgen las historias, la vida. Es una historia muy conmovedora en la que todo el mundo se reconoce: madres, padres, hijos, adolescentes, gays, cocainómanos, porque hay de todo, hay problemas de todo tipo. Además, el autor, el australiano Andrew Bovell , vino a los ensayos, nos ayudó muchísimo. Es una persona extraordinaria.

–¿Es muy metafórica la obra? Lo digo por lo que ha comentado del jardín de rosas.

–Sí, es muy metafórica. Toda la estética del espectáculo, que es bellísima, es muy metafórica. Hay un árbol colgado al revés, que en vez de salir de la tierra parece que cae del cielo con las ramas hacia abajo y el tronco hacia arriba. Son imágenes que tocan mucho el inconsciente, lo emocional. En fin... no me gusta contar mucho porque después vas a ver la obra y parece que ya te la sabes. A mí me pasa eso; ¿a ti no te pasa con las películas?

–Sí, a veces; sobre todo con la solapa de los libros, que a veces adelantan mucho.

–Claro, pero es que yo no sé porqué hacen eso. Hay que contar menos.

–La palabra que más me llama la atención del título es verdad. Cuando parece que no existe la verdad absoluta, aquí se habla de ella de manera categórica.

–No, las verdades no son absolutas, no lo son. Mira, la frase es una que dice mi hija pequeña. Hay un momento en el que la niña habla con el público, porque se rompe mucho la cuarta pared en esta función y los hijos cuentan al público lo que pasa, y esa hija suelta la frase en un determinado contexto.

–El director Julián Fuentes asegura que la obra habla de cada uno de los espectadores: ¿tanta identificación produce?

–Totalmente. Esa es la grandeza del autor, que es capaz de escribir una historia en la que, como te decía antes, todo el mundo se identifica con algún personaje, con sus problemas de la vida.

–¿Y por qué la obra está situada en una unidad familiar para hablar de las relaciones humanas en general?

–Mira, la familia es el campo de batalla, en la familia es donde se gesta el ser humano.Desde que nacemos en una familia, en la que nos ha tocado, y de ahí en adelante. Y eso lo llevas siempre, los primeros años de vida en tu familia te marcan a fuego la persona que eres. Yo hago psicoanálisis desde hace seis años, y me encanta y me sienta muy bien, y todo el trabajo que hacemos, psicológico y emocional, tiene que ver con los orígenes: entender quién eres para luego, a lo mejor, olvidarte. Porque puedes decir: “Pues ahora quiero ser otra persona”. Pero para cambiarlo, tienes que conocerte.

–La obra llega a Cádiz con recientes premios Max en el bolsillo, entre ellos el suyo por el papel protagonista.

–Hombre, el premio Max es un premio precioso, me hizo muchísima ilusión. Pero también me dieron el de la Unión de Actores, por esta función.

–La verdad es que eso refuerza.

–Hombre, te da subidón, te da mucho subidón.

–Porque los premios, al final, importan.

–Di que sí... Luego ya los subes al trastero, aunque éste lo he puesto en la estantería de la entrada. Y según entras, una miradita a la derecha... y ahí lo he puesto (ríe). Es que es muy bonito, me gusta mucho la manzana, es muy bonita.

–Serán dos funciones en Cádiz con el aforo reducido. Blanca Portillo decía hace una semana que se crea algo especial con el público en esta vuelta al teatro.

–Sí, es muy emocionante. Nosotros hemos reanudado la gira el 2 de septiembre, en Ceuta.Luego hemos hecho León, Medina del Campo y Bilbao, y ahora Cádiz, que me hace una ilusión ir porque hace años que no voy al Falla y porque amo esta tierra.

–¿Y las funciones son distintas?

–Tampoco exageremos. Pero el aplauso sí es muy emocionante. Sobre todo el del primer día. Cuando ves al público: una fila sí, una no, una fila sí, una no, con la mascarilla, de pie... es muy bonito. ¿Sabes? Yo hago fotos ahora del público porque me hace ilusión.

–¿La cultura está siendo la gran maltratada de esta pandemia?

–Mira, odio el victimismo y quejarme. La cultura es maltratada... desde que yo nací la cultura está maltratada, que yo ya escuchaba a mi padre cuando llegaba a casa diciendo que ya no se podía hacer cine, que el cine se había acabado... en los años 60. ¿Qué quieres que te diga? El interés del gobierno por la cultura sigue siendo el mismo (ríe).

–Acaba de estrenar en el cine ‘Salir del ropero’, dirigida por la gaditana Ángeles Reiné y en la que ha compartido trabajo con la desaparecida Rosa María Sardá.

–Sí. La directora es maravillosa, la voy a ver en Cádiz, la voy a llamar para decirle que voy, tiene 55 años, es su primer largometraje y ha luchado lo más grande para sacarlo adelante. La admiro mucho por su trabajo y la lucha que ha tenido en su vida, se fue a Londres a estudiar cine y luego a Los Ángeles, es muy valiente. Y la película es una monada, es como una comedia francesa. Fue un gusto trabajar con ella. ¡Y la Rosi, la Sardá! Pues está conmigo todo el día. El mes de la promoción es como si hubiera estado la Rosa junto a mí todo el mes. La adoro.

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