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La vida, nada menos: atrevimiento y técnica no bastan
Naike Ponce | Cantaora
Explica con orgullo la cantaora sanluqueña Naike Ponce que baila desde los tres años y que canta desde que tiene nueve. Y confiesa que la “llave del cante” se la debe a Encarnación Marín ‘La Sallago’, la descubridora de una poderosa voz que suena con firmeza en Vivir, el segundo disco de una incansable trabajadora, curtida para el flamenco en los mentideros jerezanos y que, afincada en Madrid, cuenta los días para bajar al sur en el que respira y se inspira.
–¿Qué es ‘Vivir’, un disco con un título que suena bien en medio de una pandemia? ¿Ha sido una casualidad?
–Ha sido casualidad o causalidad. Creo más en la causalidad. En realidad, llevo reflexionando hace diez años sobre una parada, que es justo a lo que nos ha obligado la vida, y al final me decido a dar un mensaje, más que mostrarme como cantaora. Mi intención con este disco es contar una idea, que el ser humano debería de estar unido con el planeta, con la tierra, con el universo, y creo que deberíamos respetarnos más porque somos iguales. Somos únicos, cada uno individualmente y a la vez iguales. Y esto es lo que quiero contar desde las emociones, desde el vivir y mostrando mis emociones para que el otro se sienta identificado y pueda ver que a todos nos pasa lo mismo y, por eso, somos iguales.
–Me habla de emociones y los nombres de los temas son muy directos: amor, desamor, nostalgia, soledad, abandono... ¿Hay mucho de Naike Ponce en este disco?
–Realmente, yo me he basado en el flamenco tradicional, he utilizado los palos tradicionales del flamenco, pero sí es verdad que yo he escogido minuciosamente cada letra y cada estilo para formar mi historia y formar mi emoción en cada tema, en cada cante. También hay una composición mía, que es el single, Amor, una bulería que yo he compuesto. Y también está la galera del Lebrijano, que me atreví a cambiarle la letra y hablar de la liberación de lo humano en vez de hablar de la liberación del gitano, con todo el respeto hacia el maestro Lebrijano.
–Ha estado muy acompañada en el disco: ¿ha sido un trabajo hecho muy en equipo?
–Sí, pero yo empecé hace mucho tiempo un profundo proceso de investigación de los cantes para identificar cada palo con cada emoción. Y luego, cuando empiezo a hilar un poquito más, aparece Patino. Javier ha sido, de verdad, mis pies y mis manos porque él ha puesto la música a esa emoción, y ha sabido capaz de entenderme. Ha sido un proceso muy tranquilo, cada vez que bajaba a Cádiz, a ver a mi familia, me iba con mi cochecito a Jerez e íbamos montando poco a poco el disco. Luego han ido apareciendo los músicos, una vez que pensamos en la idea del disco con Ramón, en su casa, en la azotea, donde hemos estado muy a gusto, ya que un estudio es tan frío... Y eso es muy importante. Ahí aparecen Cepillo, que lo conozco de toda la vida; Marchena y Mónica Muñoz, que son los coros líricos de la galera, y aparecen Alex y Javier, y también Félix, para los jaleos y las palmas. Ha sido un disco intimista porque es lo que ha precisado, nosotros estamos al servicio de la música.
–El primer hilo ha sido suyo y después ha ido apoyándose en gente que, por lo que veo, se ha sentido identificada con la propuesta.
–Siempre me propuse que fuera un proceso fácil, que no fuera un proceso forzado. Todo ha surgido muy bien porque yo no he tenido prisa y a medida que iba avanzando en la idea, iban apareciendo las personas. Como la vida misma.
–’Con nombre de mujer’ fue su primer disco; ahora, ‘Vivir’. ¿Diferencias?
–Principalmente es que en el primer disco fue Juan José Suárez ‘Paquete’, el genio, el maestro, quien me ofreció hacer un disco de versiones, de forma que la idea no nace de mí. Esa es la primera diferencia. Digamos que me lo encuentro, me lo regala, yo siempre digo que mi primer disco es el mayor regalo de mi vida porque yo no me lo esperaba, porque tampoco sabía ni dónde quería llegar ‘Paquete’. Fue como ir al colegio (ríe), con Paquete y todos los músicos que están ahí, los mejores. Para mí, hacer Con nombre de mujer fue un aprendizaje muy grande. Y también llevarme a otro lado, a otro registro mío donde hacemos fusión con jazz, música argentina..., y ahí abarco muchísimos colores, e imagínate lo que aprendo ahí con tantos maestros. En este caso, he elegido cada músico, cada tema, cada cante, es un disco flamenco, es totalmente distinto. En mi arte, yo abarco muchos estilos porque mi mente está abierta.
–Se nota esa mente abierta en la versión de Lady Laura, con un vídeo además precioso.
–Muy bonito, sí. Al final, la música es música. Yo soy flamenca, y hago otras cosas. Cuando hago colaboraciones, siempre se nota en la expresión de la persona lo que es, aunque esté cantando Los patitos en el agua, y yo, en mi caso, bailo flamenco desde que tengo tres años y canto desde los nueve.El flamenco ha estado en mi casa siempre.
–Usted que está afincada en Madrid, ¿qué percepción tiene del momento flamenco que se vive en la provincia de Cádiz?
–En el flamenco hay como modas, por épocas. Y ahora yo siento, no sé porqué, siento que está muy de moda, entre comillas, el arte de Cádiz, esa naturalidad de nosotros, esa sencillez, que en lo sencillo es donde está la dificultad. Creo que todo lo que nace ahí está más en auge que nunca, siento a Cádiz muy cerca aunque no viva allí, porque es mi tierra. Yo bajo mucho, aunque ahora me tienen presa, pero estoy loca por bajar porque para mí Cádiz es la luz, además del flamenco, la alegría. Está Jerez, Cádiz,Sanlúcar, los Puertos, Vejer, la Sierra...
–¿Qué le pide Naike Ponce al futuro?
–Lo que espero del futuro es seguir disfrutando de la música y poder vivir de ella, que es lo que realmente me hace feliz. Porque cuando los artistas pasamos fatigas, los kilómetros, las horas, los cambios de horario, no hay un sueldo fijo..., luego al final, cuando te subes al escenario, cuando compartes con los compañeros los ratos, al final te merece la pena, recompensa todo. ¿Cómo está todo ahora con el virus? Pues el artista está así siempre, es permanente. De alguna manera, esto nos alimenta, nos mantiene despiertos, creativos, y ahora mismo, más que nunca, es reinventarse o morir. Y nosotros estamos acostumbrados a eso, es nuestra forma de vivir y lo que nos da esa chispa para salir adelante y sacar fuerzas, y la fuerza surge de dentro, de lo que uno tiene.
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