césar cadaval | integrante de los morancos

"Ahora cuidamos más el lenguaje porque cualquier cosa puede sentar mal"

  • El dúo cómico Los Morancos visita Sanlúcar de Barrameda con su último espectáculo llamado 'El desfase', que presenta el 24 de septiembre en el ciclo Conciertos bajo la luna (22:00 horas)

Jorge y César Cadaval son Los Morancos.

Jorge y César Cadaval son Los Morancos. / Álvaro Felgueroso

-El espectáculo El desfase parte de una pérdida de ilusión por hacer reír que trata de recuperarse durante su desarrollo. Tras estos tiempos de pandemia, ¿ha habido en algún momento algo de realidad en este planteamiento de ficción?

-La ilusión de hacer reír no se pierde, va innata en nosotros después de 42 años en los escenarios. Pero como cualquiera hemos sufrido esta pandemia, hemos caído en shock y nos hemos dado cuenta de lo volubles que somos y lo poco que valemos. Como todo esto ha sido un desfase, se nos ocurrió la idea de este espectáculo en el que a través de la colaboración del público y con personajes como el rey emérito, Corinna, Fernando Simón, Abascal, Omaíta y Antonia por supuesto... tratamos de buscar a Jorge (Cadaval) para que vuelva a los escenarios y recupere esa ilusión.

-Todo esto del coronavirus habrá tenido también su parte chistosa ¿no?

-Bueno, en primer lugar es un problema muy serio y ha habido gente que se nos ha ido. Pero el sentido del humor no se puede perder, por eso intentamos darle una vuelta a todo esto y que la gente lo vea de otra manera, de forma positiva, animarles desde el respeto y la educación a que salgamos de esto como ha salido este país de otras muchísimas cosas. La vida continúa.

-Y para más inri, nuestros políticos también han dejado momentazos durante este año y medio de pandemia. El guion, a veces, parece que se escribe solo.

-Nos lo ponen a huevo por un lado y por el otro. Si algo tenemos Los Morancos es que le damos caña a todo el mundo, no se escapa nadie. A nosotros no viene a vernos un público determinado de derechas o izquierdas, vienen a ver a Los Morancos. Utilizamos mucho el lenguaje callejero, del día a día, lo que te comenta tu vecino, se habla en un bar o en un ambulatorio.

-Los Morancos no son solo César y Jorge sino que en su compañía hay familia para rato. ¿Cómo es eso de trabajar con los suyos?

-Ellos dicen que en el trabajo somos unos cabrones. Una cosa es el cachondeo y la familia, que estamos superunidos, y otra el trabajo, ahí no tenemos amigos. La responsabilidad de llevar tantos años quizá sea porque uno ha sido siempre serio en su trabajo. Hablamos de humor pero en el espectáculo, que en total entre el antes y el después son cuatro horas, todos tienen que tener las pilas puestas porque nosotros nos las ponemos. No quiero sonar facha pero todo el mundo tiene que estar firme, como en el Ejército. Después es muy bonito porque al acabar el show lo comentas con la familia, te tomas una cervecita con ellos.

-Y también es muy suyo el público gaditano. ¿De dónde viene esa conexión de Los Morancos con Cádiz?

-La gracia y el arte en Cádiz son innatas, las lleva en su idiosincrasia. El Carnaval también es una fuente de inspiración impresionante. De pequeño nuestro padre nos llevaba a Sanlúcar de Barrameda o a las playas de Cádiz. El tío de mi mujer era el Beni de Cádiz y su padre también de allí. Nos encanta Cádiz.

-Antonia y Omaíta veranearían en La Caleta seguro... No hay mascarilla que le tape la boca a ese par.

-(Ríe) Totalmente. Muchas veces la realidad supera a la ficción. No solo en La Caleta, te vas a cualquier sitio de la provincia y ves cosas que son arte puro. Eso no lo podemos perder en Andalucía, el tomarnos así la vida, el ser tan auténticos; en el fondo eso es pureza. Eso también lo llevamos nosotros en la sangre, sentirnos muy andaluces. Y por supuesto que Omaíta y Antonia veranearían en La Caleta.

"Te vas a cualquier sitio de la provincia de Cádiz y ves cosas que son arte puro. Eso no lo podemos perder"

-¿Qué han aprendido ustedes de esos dos personajes que ya forman parte de la historia del humor en España?

-A través de ellas decimos muchas cosas que tanto Jorge como yo personalmente no diríamos o lo haríamos de forma más comedida. Estos personajes lo hacen sin filtro alguno. La madre es más recatada, la hija más bruta, pero hemos aprendido mucho de ellas. Yo me acuerdo de mi madre, que en paz descanse, cuando pensaba que Omaíta existía de verdad. Yo le decía: "mamá, soy yo", y ella me respondía que no, que se la imaginaba en su casa, con su hija. Me lo decía ella y la gente también. No solo Omaíta y Antonia, también Paco en el bar, Gabrié El Legionario, la Devo, la Vane, la Jenni... Son un reflejo de una parte de la sociedad.

-En estos tiempos de autocensura y ofendidos, ¿alguna vez se lo han pensado dos veces antes de hacer humor?

-Hasta ahora no, pero cada vez cuidamos más el lenguaje en el escenario porque cualquier cosa puede sentar mal, hay una sensibilidad hacia eso. Me decía Arévalo que él ya no podía contar ni chistes de tartamudos ni de curas ni de enanos, porque siempre había un colectivo que se enfadaba porque habías hablado de ellos. Se ha creado un ambiente en el que no se puede hablar casi de nada. Y después en las redes te machacan si te pasas un poco. Nunca intentamos herir a nadie pero hay que tener mucho cuidado.

-Dentro de poquito les veremos de vuelta en la televisión en Tu cara me suena 9. Parece difícil encontrar un personaje que no haya pasado por ustedes pero ¿a quién les haría especial ilusión encarnar?

-La verdad es que no lo hemos pensado. Si no lo hemos imitado ya, lo intentaremos hacer como podamos. No somos buenos imitadores, sino parodiadores. En España hay muy buenos imitadores, como Carlos Latre que es un fenómeno. La vis cómica de un personaje es diferente a la imitación porque en el fondo te ríes de ti mismo haciéndolo. Estábamos siempre en los teatros metidos así que volver a la televisión nos hace mucha ilusión.

-Para terminar, confiéseme un secreto: ¿cuál ha sido el momento de mayor desfase de Los Morancos después de media vida dedicada al humor?

-No hemos llegado a la palabra desfase. Lo que sí hemos tenido es el valor de, por ejemplo, en su momento meternos en las redes y hacer videos que no hacía nadie, parodiar a todo el mundo dentro de un respeto. Nosotros mismos sí que somos un desfase total pero no hemos llegado a mostrarlo en público (ríe). Lo que te decía antes, hay que cuidar mucho lo de no herir a nadie, ser profesional, que la gente te quiera y eso lo notamos día a día en el cariño del público.

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