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Liberías al paso

Y con su luz, iríamos a cazar pájaros

  • La Luna Nueva. La librería jerezana celebrará el próximo agosto su 25 aniversario. Desde su nacimiento, la iniciativa se planteó también como un lugar de encuentro cultural

HA mudado casi tanto como el satélite. La Luna Nueva abrió su primer local en la calle Caballeros de Jerez en agosto de 1989. De ahí, la librería pasaría a la calle Eguilaz, en el espacio contiguo al local actual: poco más que un gran hueco hasta que Nati, Cristóbal, cuatro empleados y aproximadamente 43.000 libros llegaron a él.

"Yo había soñado con tener una librería desde pequeña -cuenta Nati-. Y la juventud, que es muy atrevida, hizo el resto. También la época propiciaba esa ilusión: parecía que todo podía salir adelante".

El nombre de La Luna Nueva surgió de una conversación con familiares y amigos, "y nos gustó por el concepto de ser algo que ilumina aunque no se vea". Ninguno de los dos imaginaba, sin embargo, la cantidad de trabajo y dedicación que esconde el mostrador de un librero. "Es un no parar -apunta Cristóbal-. Y una vez uno se convierte en librero, ya es librero siempre, en todo momento".

Aun después de todo este tiempo, y de tantas letras, Nati asegura que sigue esperando las cajas de los envíos "como cuando llegan los Reyes Magos. Aunque hay algunos Reyes Magos mejores que otros. Los libros, además, pueden ser como una medicina: sirven para aliviar dolores, para inducir al sueño, para tranquilizarnos..."

"Trabajamos con la sensación de que siempre estamos aprendiendo, continuamente", comenta Cristóbal, que no puede estar más de acuerdo con la máxima que debería regir los días de todo buen librero: "Que nunca se te olvide seguir leyendo". Un librero sin lecturas está muerto. "La suerte de tener esta librería -prosigue- es que ya tengo una librera de cabecera, que es Nati, y al revés. Todos lo tenemos, con Juan Carlos (Palma), por ejemplo, comentamos lo que vamos leyendo, y es bueno ver que no perdemos el sentido del humor, que seguimos manteniendo una animación a la lectura literal".

Un buen momento es cuando los clientes te agradecen tus recomendaciones, por supuesto. Y un aún mejor momento es cuando alguien que "venía de pequeño a comprar, te lo dice, o sigue viniendo. Darte cuenta de que eres una pequeña parte en la vida de personas que tienen cierta sensibilidad, y de cómo has podido influir en su historia", indica Nati. "La librería no es sólo del librero o de los lectores, sino de los libros que están ahí -completa Cristóbal-. De hecho, nosotros tenemos muchos títulos en honor de gente que ya no está, y que sabemos que les gustaría, porque de alguna manera es como seguir teniéndolos con nosotros, nuestro gran homenaje".

"Creemos en la librería como hogar, como un lugar de calor y conocimiento", reflexiona Nati. Su principal axioma es, afirman, "llegar a todo el mundo con el máximo respeto": "Queremos que la gente venga y se sienta atendida, independientemente de lo que lea -continúa Cristóbal-. Al principio veíamos que había mucha gente a la que le imponía entrar, le era un poco tabú. Por eso decimos lo del máximo respeto, que todo el que venga se sienta cómodo".

Tal vez por ello, en La Luna Nueva se han organizado actividades desde el principio, en el patio de Caballeros en el que ahora celebran Las Noches de La Luna Nueva en verano: "Al instalarnos aquí, hicimos el propósito interno de no quemarnos -explica Cristóbal-, pero aun así hacemos presentaciones, lecturas, títeres... Programando tanto en la sala o en el patio de al lado. El Día del Libro salimos a la calle, y alguna vez hacemos cosas en la terraza de la Biblioteca".

Ambos afirman que, entre la presión editorial, el ritmo de publicación actual y los cambios en los hábitos de lectura, la selección de fondo resulta una labor primordial, continua y fagocitadora: "Un buen fondo resulta atractivo para el público que lee bastante. Pero el cliente actual tiene más medios y está más informado: ya no se viene a la librería tanto a la búsqueda de un determinado libro, aunque si lo encuentra está muy bien, claro -desarrolla Cristóbal-. También hoy funcionamos más a golpe de impulso. Hay que guardar un equilibrio para que te sea compatible económicamente mantener un fondo con otras ventas".

"La vida del libro se reduce mucho y el fondo es el libro que permanece más allá del periodo de venta, porque el libro lo merece o el lector quiere sentirse cerca de esa obra-apunta Nati-. Pero está claro que necesitaríamos otra librería y dos vidas más para dar salida a todo..."

"En todo este tiempo, hemos pasado de hacer los pedidos a máquina y con el primer fax al golpe de ratón -prosigue-. Hemos estado atentos a todo lo que ha ido cambiando, también porque esa es la inercia del negocio: observar, enterarse de qué es lo que pasa, hemos estado en muchas librerías y leído mucho sobre cómo iba el comercio del libro, procurando ir un paso por delante".

Comentan que, a la hora de hacer recomendaciones, procuran cambiar constantemente: "Si no, sería como repetir la misma fórmula para enseñar una y otra vez. Hay que recomendar cosas nuevas para que el público no tenga la sensación de que te estás estancando. Además, lo que le sirve a una persona no le sirve a otra y, a veces te sorprendes, porque cosas muy modernas, actuales, funcionan muy bien. Tienes que ver lo que puede ser adecuado para una persona, no para ti".

"También hay que tener en cuenta, respecto a esto -concreta Cristóbal-, que cuando te vienen a pedir consejo desesperado, generalmente, se refieren a dos sectores: los adolescentes y los lectores adultos desahuciados. Con lo que hay que intentar buscar cosas nuevas, tratar de experimentar, salir de la novela, probar, jugar...."

Respecto a la alargada y múltiple crisis del sector, sostienen que no hay que defender al librero, sino al libro, y que, de hecho, es el propio libro el que "intenta defenderse a él mismo, con una ofensiva a través del diseño, del producto bien hecho, subrayando la diferencia del propio libro como objeto", comenta Cristóbal. Poniendo el foco, en fin, en el carácter fetichista de la obra frente al carácter pulp, de usar y tirar que tienen en común mucho bolsillaje y gran parte de los títulos que se consumen en pantalla.

"El adulto que ha vivido el libro puede alternar formato tradicional e ebook -prosigue el librero-. El crack está en la adolescencia, lo tendremos a medio plazo. Ahora, las generaciones que se introducen en serio en la lectura lo hacen bajo un paradigma distinto: el referente ya no es la librería; la manera de procesar la información también es distinta, y eso va a generar muchos cambios".

Cambios que se producen, a veces, de manera sorprendente: "Al igual que ocurre con las publicaciones periódicas, a los grandes monopolios editoriales responden un montón de sellos pequeñitos -comentan-. Aunque en este panorama de nuevas ediciones, nosotros creemos que la figura del editor es fundamental, porque actúa como filtro. La crítica es muy difícil en la autoedición. Un buen editor tiene también la gran habilidad de olfatear en otros idiomas. Y, sobre todo, la gran capacidad de decir que no".

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