Cultura

El libro y la imprenta

  • José Galván Cuéllar, el prestigioso encuadernador gaditano, repasa las claves que se exigen a la encuadernación artística y repasa las obras salidas de su taller familiar

Por diversas razones, se cree el hombre el ser más perfecto de la creación; por otros cuantos motivos, es lógico afirmar que el libro es la creación más importante del hombre. Fue engendrado por el deseo innato de proclamar sus sentimientos, sus invenciones y progresos y de transmitirlos a los descendientes por medio de la escritura y más tarde, tras la invención de los tipos móviles de la imprenta, nos parece imposible encontrar algo original que decir de él.

Nos distingue del resto de los animales, principalmente, en que ellos no escriben ni leen.

El libro se apreciará, por su estado de conservación, por la belleza de su tipografía, por sus ilustraciones, por su importancia literaria, por su encuadernación, considerándolo el conductor más poderoso de la cultura, como testimonio y realidad del más excelso producto de la inteligencia y saber humano.

Un buen libro es un legado precioso que hace el autor a la humanidad, mereciendo por ello un respeto… que no siempre se le tributa.

Con motivo de la celebración de este día, quiero tener un recuerdo para mi hermano Antonio, fallecido recientemente, que con sus artículos publicados contribuía a dignificar el libro bello y su vestidura.

Últimamente ha pasado por nuestro taller la inmortal obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, en cuatro tomos, impreso por el insigne Joaquín Ibarra en 1780 y encuadernado por los célebres impresores Antonio Sancha e hijo, Gabriel, para restaurarla y hacerles una funda de protección.

En ella se advierte la belleza, en grado sumo, sin grandes apariencias; calidad y gramaje del papel elegido, con las fibras en el buen sentido, facilitando su apertura, tipografía adecuada y legible, amplios márgenes, ricas capitulares, ilustraciones firmadas por Carnicero y un largo etcétera, consiguiendo una corrección y esmero insuperables.

Otra obra importante, de superior relieve, fue La Conjuración de Catilina, Madrid 1772, más conocido por el Salustio de Ibarra.

El prestigio adquirido por Ibarra y los Sanchas fue análogo al conseguido por los impresores afamados de Alemania, cuyas obras salidas de sus prensas hablan mejor que nosotros y nos llevan a los tiempos de Aldo y Elzevier.

Los brevísimos términos a los que reducimos este artículo, nos impiden el hablar de los artistas colaboradores Luis Paret y Juan Moreno Tejada.

El papel pues que usaron aquellos impresores, sus caracteres, la tinta empleada, su esmerada corrección y registro, le granjearon la celebridad de la que hoy gozan. Hoy, en los mercados de librería de Europa, el decir Edición de Sancha o Ibarra, establece hasta cierto punto, la reputación de un libro, y da, particularmente en Alemania e Inglaterra, un renombre a las prensas españolas, poco apreciado y casi desconocido entre nosotros.

Por su habilidad manual y conocimientos, fue nombrado Antonio Sancha, encuadernador de Cámara, estando pensionado por Carlos III para su estancia en París para ampliar conocimientos. Este monarca se caracterizó por su amor a las bellas artes y, en cuanto a lo concerniente al libro, legisló en favor de cuantas personas estuviesen relacionadas con él como diseñadores, grabadores, tipógrafos, encuadernadores, etc. para quedar exentos del servicio militar. Este benemérito impresor, editor y encuadernador, Antonio Sancha, que tantas hermosas impresiones nos ha dejado, murió en Cádiz el 3 de noviembre de 1790.

Nadie puede discutir ya que fue Gutenberg, en Maguncia, quien señaló una época gloriosa en la vida de la humanidad.

Antes de la imprenta, los libros se hacían manuscritos, como ya sabemos, en abadías y conventos, por copistas especializados, algunos notabilísimos; pero esta producción era lenta y costosa. Mucho antes de Gutenberg existían ya el grabado en planchas metálicas y en planchas de madera que se estampaban en prensas. Fue la unión con Schoeffer y Fust quien ayudó a preparar los colores de las tintas para la estampación, completando y perfeccionando de este modo las ideas de Gutenberg.

Esta suma de iniciativas y conocimientos individuales favorecieron la pronta realización de uno de los inventos más beneficiosos de que la humanidad disfruta y el producto más precioso de la civilización.

La imprenta facilitó la difusión de las ideas, dio conocimientos a los ignorantes y a ella se debe que la obra de los grandes hombres no haya quedado en el olvido.

La imprenta en caracteres móviles nació casi perfecta, pero todo lo que se empieza se modifica, se transforma y se mejora.

Uno de los primeros libros impresos con estos caracteres fue la Biblia en latín, hacia 1454-55.

Los primeros libros impresos carecían de paginación, ésta solían ponerla a mano los poseedores, tampoco tenían letras capitulares que eran pintadas por los miniaturistas.

La imprenta se introdujo en España en 1474, por Lamberto Palmart en Valencia y el primer libro impreso fue Les Trobes en lahors de la Verge Maria.

La imprenta en Sevilla ha sido de las más importantes de España, siendo los dos libros más antiguos conocidos el Repertorium de Alonso Díaz Montalvo y el Sacramental de Sánchez de Vercial, ambos impresos en 1477.

Incunables son los libros impresos desde la aparición de la imprenta hasta el año 1500. Colofón es el texto que se ponía, y aún se pone, al final de los libros, indicando el nombre del impresor, el lugar y fecha de impresión, autor y título del libro. Ex-Libris, son distintivos de la biblioteca a la que pertenecen los libros donde se aplican.

Decir esto no es inoportuno porque sea sabido de muchos, pues hay otros que al utilizar esos vocablos incurren en lamentables errores y confusiones.

La primera Biblia Políglota se publicó por iniciativa del cardenal Cisneros, durante los años 1514-1517, seis volúmenes en folio impresos en Alcalá de Henares por Arnaldo Guillén de Brocar y su equipo, en varias lenguas, latín, griego, hebreo y otras lenguas orientales. Las tuvieron que pasar canutas para componer dicha obra.

Si para realizar la rotulación del Tribunal Supremo invierten la n… aunque ya la han corregido después de tantos años. Ahora quedan las tres enes de la Audiencia Nacional…. ¿Hasta cuándo? Por favor, la sedilla o adorno en la parte superior izquierda.

Si al eminente tipógrafo lo han distinguido en el nomenclátor de su ciudad natal, esperemos que sus enes estén en la posición correcta.

Los monjes fueron los primeros que hicieron encuadernaciones artísticas. Esto puede verse aún en algunos Libros de Horas.

La España árabe fue la iniciadora en Europa de la vestidura artística de los libros, con pieles teñidas, gofradas y estampadas, llamadas 'mudéjares'.

La encuadernación 'jansenista' se denomina así por su sencillez en la decoración, que consiste en la rotulación del lomo del libro con el autor, título y lugar y fecha de impresión; en los cantos, una línea dorada.

Fernando Colón, hijo ilegítimo del descubridor de América, fue el mayor bibliófilo de su época, llegando a reunir una numerosa y notable biblioteca, que pasó algunos años después de su muerte a la Catedral de Sevilla, donde aún se conserva en parte. Muchos de sus notables libros fueron reducidos de tamaño por un torpe encuadernador, que debió pagar, como quien lo dispuso, su crimen con la cárcel.

De las obras cumbres mencionadas anteriormente, hemos tenido la gran satisfacción de tenerlas en nuestras manos para restaurarlas o bien vestirlas y decorarlas nuevamente.

Del Quijote hicimos un segundo tomo de una edición impresa en Bruselas en 1611. Junto a él, recibimos el primer tomo encuadernado por Emilio Brugalla, para hacerle la misma decoración del siglo XVII, cuya fotografía incluyo en el artículo para ilustrarlo.

De la Biblia Políglota he de manifestar el estado que actualmente tiene, el inaudito corte de márgenes que presenta, dañando incluso las notas marginales, una encuadernación que no le corresponde en época (una holandesa o media piel pobre e inadecuada) y una rotulación en el lomo de 'La Biblia', sin más.

Esta joya bibliográfica merecería, al menos, cuando la economía lo permitiese, de una sobria encuadernación sobre costura con bramantes adecuados, plena piel y una decoración jansenista anteriormente descrita, rotulada 'Biblia Políglota' y al pie del lomo que constara 'Guillén de Brocar' y 'Alcalá de Henares, 1514-1517', con su funda de protección por tomo.

Todo ello, claro, realizado por un taller competente, cuyos méritos y prestigio conseguidos a través de muchos años de experiencia e inquietudes, y cuyo lema dorsiano está presente cada día: "Lo que hagas, hazlo bien".

Alguna vez nos invitaron a trabajar mal para cobrar menos, esto ocurre hasta en las mejores casas, pero nuestro prestigio no nos permite hacer esas barbaridades, fue nuestra respuesta.

Otras insignes obras que han pasado por nuestro taller son: Las Partidas de Alfonso X, el Sabio, la Ética de Aristóteles, las Gramáticas castellana y latina de Antonio de Nebrija, el Salustio de Ibarra, el Beato de Liébana, Códice de Girona del año 975, espléndido manuscrito en letra visigótica realizado por Senior y Emeterio; sus magníficas iluminaciones o miniaturas, así como sus letras capitulares, orlas y otros adornos que hacen de tales códices maravillosas obras de arte. Por tener el lomo excesivamente reforzado, impedía su apertura, ésta la logramos con un enlomado adecuado (sin utilizar colas en contacto con los pergaminos de sus hojas) y conseguimos que el Beato nos enseñara sus entrañas, a pesar de sus escasos medianiles.

El último ejemplar fue un casi incunable, de 1505, impreso en Barcelona, donde le realizamos una decoración mudéjar para un bibliófilo mejicano. Y un largo etcétera que no enumero para no cansar.

He de decir que no todas son catedrales, también se realizan encuadernaciones más modestas, aunque siempre con selectos materiales y ajustada mano de obra.

Hasta aquí hemos seguido la trayectoria del libro, hasta ahora más o menos conocida por todos. Otra cosa será el porvenir que le aguarde a partir de nuestros días, de nuevos hallazgos y avances técnicos.

Mas, aunque así fuera, siempre quedaría el largo periodo de la historia cultural humana en la que, primero en la forma de rollos de papiro, más tarde de códices de pergamino o papel, luego impresos a millones desde Gutenberg hasta hoy, fueron los libros los mejores auxiliares del hombre, fuente de progreso, fieles servidores, auxilio material y espiritual.

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