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flamenco Trayectoria de Ramírez Heredia

Un gitano, doctor Honoris Causa por bulerías

  • Actual presidente de la Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez Heredia ha dedicado su actividad a la defensa de los suyos

Cuando acudí aquella noche al Falla, aún no sabía que Juan de Dios Ramírez Heredia, que iba a recibir el honroso título de doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz, había leído mi artículo de aquella misma mañana, dedicado a su persona, con motivo del acontecimiento que hizo venir a gitanos de todos los lugares de España, para rendirle pleitesía por su merecido reconocimiento universitario. Un reconocimiento de verdadero lujo para un modesto gitano de Puerto Real, pero que había sabido sacar adelante tres carreras: Magisterio, Periodismo y Derecho; y que, además, había sido diputado y eurodiputado; siempre con el único propósito de ayudar, de defender a los suyos, a su gente. A sus gitanos. Gente a la que aún hoy, desde su puesto de presidente de la Unión Romaní, sigue defendiendo a carta cabal, y a capa y espada, en todos los foros europeos.

A Juan de Dios le conocí, siendo ambos muy jóvenes, en un congreso de gitanos, celebrado en Sevilla, con su activa colaboración, y en el que yo participé, dando una charla sobre el cante flamenco en la vida gitana, que él presentó; en cuyo acto estuvieron acompañándonos los cantaores Antonio Mairena, Tomás el hijo de Manuel Torre, Juan Talega, La Niña de los Peines y Antonio Núñez 'Chocolate', entre otros artistas gitanos. Después nos vimos en Barcelona, donde él residía, y aún reside. En una de esas ocasiones, en el año 1974, fui invitado por él, para presentar ambos un festival maratoniano de cante y baile con fines benéficos llamado la Olimpiada del Flamenco; una cita a la que yo acudí, en unión de varios artistas, como Fernanda y Bernarda de Utrera, Manuela Carrasco y mi paisano José Vargas 'El Mono', entre otros.

A partir de ahí, mi amistad fue estrechándose mucho más con el admirado Juan de Dios, hasta el punto de que cuando me pidió poder celebrar las bodas, en un mismo día, de dos de sus hermanos, en la Cátedra de Flamencología de Jerez, no tuve más remedio que acceder muy gustosamente; colaborando activamente, junto a él, en la organización del banquete de bodas que resultó fastuoso, y al que siguió la tradicional fiesta gitana en honor de los novios.

Muchas otras ocasiones de contacto personal hemos vivido, en el devenir de los años, junto al escritor gitano, aceptando la propuesta que le hice, en 1978, para actuar de mantenedor de los juegos florales del Centenario del nacimiento del cantaor Manuel Torre, y colaborando yo en varias ocasiones, como articulista, en las dos revistas que edita la Unión Romaní, que él preside, con tanto entusiasmo como dedicación. Durante años, cada vez que pasaba por Jerez, camino de su tierra, Puerto Real, siempre que podía se llegaba a visitarme.

Después del extenso y más que merecido laudatorio del decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, el profesor Antonio Moreno, en el que vino a decir que la formación universitaria de Juan de Dios Ramírez Heredia le aproximaba a un humanismo excepcional, con la enseñanza como primera profesión y la oratoria, como arte y cultura, el nuevo doctor Honoris Causa por la UCA leyó su brillante y extenso discurso de agradecimiento, llegando el momento en que me sorprendería, cuando hizo alusión al artículo que había yo publicado aquella mañana y que titulaba, más o menos, creo recordar, con estas palabras: Gaudeamus ígitur por bulerías para un gitano, doctor Honoris Causa.

Por lo visto, la sorpresa había sido recíproca. Juan de Dios también se sintió muy agradablemente sorprendido cuando, aquella mañana, mientras desayunaba, se encontraba en el bar del hotel con mi artículo, en las páginas de Diario de Cádiz. Y sin vernos en todo el día, ni siquiera llamarnos, su alusión al mismo, improvisada sobre la marcha, en el texto del discurso, no pudo ser más cariñosa. Después de finalizada la ceremonia, tan solemne como espectacular, de su investidura honorífica, el que fuera primer diputado y eurodiputado gitano, quiso reunirse con los suyos, con su gente, con cuantos habíamos tenido ocasión de asistir al acto del Teatro Falla, en una fiesta posterior en la que no faltaría el buen cante y baile flamenco de los muchos artistas presentes. Juan de Dios y yo nos dimos un fuerte abrazo y nos hicimos la foto de rigor, en medio de la fuerte demanda de los asistentes por gozar también de la cercanía del nuevo doctor Honoris Causa.

De entre todas las muchas y buenas cualidades de Juan de Dios Ramírez Heredia, aparte sus conocimientos e indudable afición al buen flamenco, debemos hacer hincapié en la más conocida de todas, sus dotes para la oratoria que puso de especial relieve en la tribuna del Falla y en todas cuantas otras actividades públicas ha intervenido. Especialmente en el Congreso de los Diputados y en el Parlamente Europeo, durante el tiempo en que fuera diputado y eurodiputado. Y, siempre, enarbolando con gallardía y verdadero apasionamiento la enseña de su gitanismo a ultranza.

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