Gente de barrio

Cómics

Un puñado de vidas, marcadas por el crimen y la violencia, se cruzan en una obra absolutamente única y genial que lleva por título ‘The Grocery’

Detalle de la ilustración de la portada del cómic.
Detalle de la ilustración de la portada del cómic.
José Luis Vidal

18 de mayo 2025 - 08:00

La sombra del productor, periodista, escritor y guionista de televisión David Simon es extremadamente alargada. Varias de sus obras destinadas al medio catódico están consideradas como el súmmum creativo de este medio (The corner, The Wire, Treme…) y han influido en varias generaciones, ya no solo de creadores, sino de espectadores a lo largo y ancho del planeta.

Pero curiosamente, su invisible mano se posó no sobre un proyecto televisivo, sino que un guionista francés, Aurélien Ducoudray (Young, Amarga Rusia, Doggy Bags, Kidz…), buscando un dibujante que plasmara sus ideas en las viñetas, se topó con el trabajo de un joven llamado Guillaume Singelin (Doggy Bags, Lowreader, PTSD, Frontier…), que en aquellos momentos ejercía un labor bastante parecida a la de los becarios dentro del sello Label 619 (que con tanto esmero y afán de completismo está publicando en nuestro país la editorial Nuevo Nueve), dedicándose al diseño de algunos personajes en el cómic Mutafukaz, creado por la cabeza visible de la casa, RUN.

Pues bien, el azar a veces produce milagros, y sin comerlo ni beberlo, Ducoudray le propuso a Singelin hacer un cómic a “lo David Simon”, cosa que en aquel momento seguro que no se había parado a pensar, ya que si algo caracteriza a la obra del norteamericano es lo denso de sus argumentos, mezclando la vida de varios personajes, ya sea de Baltimore o New Orleans.

Y así fue la génesis de un proyecto tan especial como The Grocery, como ellos mismos narran en una breve historieta incluida en este volumen de más de cuatrocientas páginas, que nos traslada a una ciudad de Baltimore habitada por una comunidad en la que existe una mezcla racial, cada una con sus propias características. Pero que en esta ocasión, Singelin no va a retratar gráficamente con un estilo realista, convirtiéndose este hecho en uno de sus atractivos, llevando a las viñetas a estos como si fueran una especia de animales antropomórficos, pero todos muy, muy reconocibles.

Todos los protagonistas de este cómic coral giran alrededor de un lugar, un sitio que da título a la obra, un establecimiento en el que se venden alimentos, lo que en estos lares gaditanos conocemos como un ‘almacén’ (la mayoría con la peculiar presencia de un chicuco, ese chaval para todo).

En este barrio de la zona oeste de Baltimore vamos a conocer a un padre viudo y su hijo, él es el propietario de la tienda, el Sr. Friedman, al que siempre acompaña Elliot, un chavalín bastante inocente, que al comienzo del relato acaba de llegar con su progenitor al lugar y, sin amigos, será casi empujado a la calle, donde conocerá a otro de los carismáticos protagonistas, Sixteen, un corner boy, que se busca la vida trapicheando con droga junto a su pandilla de amigos, como la peculiar pareja de skateboarders Bug y Tiny.

Siempre juntos por el lugar, los señores Polley y Snott, unos indigentes, conversan sobre temas de lo más elevado, y se convertirán en testigos de los violentos hechos que están a punto de golpear al lugar y a sus habitantes.

Y es que después de fundir los plomos de la prisión en la que iba ser ejecutado en la silla eléctrica, al barrio regresa Ellis One, un tipo cruel, sin escrúpulos, cuyo único objetivo es hacerse con el negocio de la droga de la ciudad. Para ello cuenta con un trío de lugartenientes que nunca apartan el dedo del gatillo de sus armas, Ed, Ted y Ned que, entre citas bíblicas y la obsesión del último de ellos por la película Cazafantasmas, van a dejar la ciudad cubierta de cadáveres, ya sean de otros jefes narcos, pandilleros, policías o cualquier otro peatón inocente que tenga la mala fortuna de cruzarse en su camino.

A este dramatis personae se une Samuel Washington, un militar que regresa del conflicto de Irak, pensando que su vida mejorará alejado de los disparos y la crueldad de la guerra. Pero lo que no sabe es que los bancos son parásitos inmisericordes que le quitarán todo lo que tiene, y terminará viviendo en la calle, abandonado, hasta que una luz de esperanza surja en la forma de un grupo llamado R.O.H. (Reclaim Our Homes) donde encontrará el calor humano, la amistad y solidaridad de otras personas como él, que se han unido gracias a Marnie Adams, y sobre todo el apoyo de Mitchell, un veterano como él.

Y para terminar con este variopinto catálogo humano, Vickie, una joven de ascendencia hispana, ennoviada con Emilio, que forma parte del peligroso gang de los Mara 16, y del que lleva un bebé en sus entrañas. Lo que ella desconoce es la forma tan brutal y violenta en la que cambiará su existencia…

Ducoudray y Singelin crean con su talento una sinfonía urbana en la que mezclan a la perfección momentos de humor cotidiano, con brutales estallidos de violencia y un alto nivel dramático, que convierten a este cómic en una auténtica experiencia para el lector, que se convertirá en un habitante más de este barrio tan especial.

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