Enrique Montiel

“La poesía estaba esperando para hacerme feliz”

  • El escritor isleño presenta este miércoles su segundo libro de poemas ‘La carta del cielo’, inspirado en una imagen fotográfica del Observatorio de la Armada

Enrique Montiel, en el Real Observatorio de la Armada de San Fernando.

Enrique Montiel, en el Real Observatorio de la Armada de San Fernando. / Román Ríos

A Enrique Montiel, el periodista y escritor isleño, le fue dado un día contemplar una imagen fotográfica del firmamento visto desde San Fernando, desde el Real Observatorio de la Armada. Era una ‘carta del cielo’ que le hizo exclamar para sí: “Aquí hay un libro”. Un libro de poemas que acaba de ver la luz y que será presentado este miércoles en el Centro de Congresos de la ciudad isleña. Montiel es autor de novelas, ensayos, biografías, y este es su segundo libro de poemas.

–¿Está ahora definitivamente entregado a la poesía?

–Me hace feliz, me permite expresar lo inefable, compruebo que la verdadera literatura es la poesía. La poesía ha llegado a mi vida y yo le he abierto la puerta de mi casa con toda humildad.

–La poesía está asociada a la necesidad de contar algo de forma personal y a la vez universal ¿qué necesidad le lleva a este libro?

–Hace algo más de cuatro años me diagnosticaron un cáncer. Fue una noticia demoledora. Cambió muchas perspectivas de mi vida. Cada tiempo tiene su crónica y mi tiempo lo fue de poesía. Que es un modo de relacionarse con el misterio, con la luz y la oscuridad, el pasado y el futuro. Del cáncer me está curando el doctor Rosetty, con ciencia y paciencia, y todos me dicen que estoy fenomenal. Que sea verdad. La poesía estaba esperando para hacerme feliz. Y lo ha hecho. Ahora estoy terminando mi cuarto libro de poemas.

–Diría que hay en estos poemas un hombre que observa y a la vez se siente observado. Decenas de veces se habla de ‘mirada’, ‘ojo’.

–La verdad, no he hecho una reflexión sobre el conjunto pero se trata de mirar para ver algo, de mirar en lo oscuro, inmenso de un cielo lejano que siempre está sobre nuestras cabezas. Hay también inmensos lugares en nuestro interior, muchos de ellos inexplorados. Además que la vida debe ser en todo caso un diálogo y un mirar… y también un oír las señales, sonidos, las palabras que nos llegan, que están fuera y dentro de ti.

–El poeta, además, aparece pasmado ante la inmensidad de lo externo, a veces resignado y alegre de ser tan poca cosa ante lo infinito del universo, del cielo (con minúscula y con mayúscula)

–Completamente de acuerdo. Lo externo inmenso, y también lo interno extenso, deben hacernos comprender la nada que somos, apenas un poco de tiempo, un conjunto de recuerdos que nos empeñamos en hacerlos infelices. Vi la inmensidad en la costa griega de Turquía, en Anthalya. Me fascinó la belleza del mar y el cielo fundidos en un horizonte insospechado. El mundo es un lugar así, según se mire, está lleno de bellezas pero nos empeñamos en mirar para otro lado…

–¿Qué quiere reafirmar cuando habla de Dios, de la patria, de España?

–Dios es la respuesta a todo el misterio que nos rodea, Dios es el misterio mismo. No aceptarlo significa sufrir y no comprender nada. España es la patria de mi madre y mi madre es mi patria, en ella aprendí las palabras y los sentimientos. No renuncio ni al misterio, que por otra parte al misterio le daría igual, seguiría su existencia oculta, ni al recuerdo vivo de mi madre, que es la memoria de mí mismo. Por eso soy un patriota y también soy un creyente. Creo en el Dios que mandó no matar, en el Dios del amor y de la memoria de la felicidad.

–Se diría más preocupado que optimista por el presente y futuro de España.

–Hay días que me levanto optimista pero no son todos los días. No comprendo, lo juro, que pongamos en cuestión algo que nos enriquece, que hicieron -bien y mal- nuestros padres, nuestros abuelos, los españoles. La diversidad es una riqueza, las desigualdades un lastre para la convivencia en paz y armonía. España es un espacio compartido, un lugar en donde todos poseemos los mismos derechos y obligaciones. Pero se empeñan en destruir este tesoro de muchos siglos, algunos engañan a algunos, les ofrecen el señuelo falso de la libertad mientras levantan muros de todo tipo, fronteras idiomáticas, leyes desiguales. Y en esto llega la Política y lo embarulla todo con sus mentiras…

–¿Ha encontrado en la Carta del Cielo un mapa para vivir?

–Para vivir no, para mirar al modo de los adivinos antiguos sí. Cuando algo no comprendo, que es casi siempre, miro a ese lugar en donde no se ven las estrellas pero que sé que hay millones de ellas, y le hago una suerte de guiño, como diciendo, me van a contar a mí…

–Hay una sensación en todo el libro que casi al final expresa con claridad en el título de uno de los poemas: Añoranza de la mística.

–Oh sí, quisiera poder ir y venir de los conventos de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, de ese mundo parado, detenido, suspendido en la búsqueda de las palabras, en el ansia de Dios, en el recogimiento, en la búsqueda de la verdad esencial… Quisiera darme un paseo por ese siglo fundamental, por esa España interior que vivía al margen de la marcha de su Imperio… Sí, añoro la mística, es de las cosas más grandes y mejores que han hecho los españoles en la Historia.

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