música

La emoción según (san) Pablo

  • El Falla se rinde ante Pablo López y su tour Santa Libertad durante la primera de las tres noches en las que el malagueño actúa en el coliseo

El músico Pablo López junto a uno de los tres músicos (Kim Fanlo, en la imagen, Félix Fanlo y Matias Eisen) con los que actuó ayer en el Teatro Falla.

El músico Pablo López junto a uno de los tres músicos (Kim Fanlo, en la imagen, Félix Fanlo y Matias Eisen) con los que actuó ayer en el Teatro Falla. / LOURDES DE VICENTE

Pablo cree, sin ambages, en que la sensación de "los primeros días" (la que trae el hormigueo en las manos, los aleteos en el estómago y la electricidad en la cabeza) puede durar "siempre". La prueba, dice, la tiene en este justo momento. Porque el Falla temblando, hasta la bandera y arrodillado a sus pies le provoca la misma y justa subida de energía que aquella sala Babylonia donde apenas 35 personas fueron testigos hace unos años del primer concierto de Pablo López como Pablo López. Porque cada vez que se sube a un escenario se reproducen en su cuerpo los mismos cambios químicos que aquella primera vez. Las mismas emociones. Y de emociones, del extraño mecanismo de sus causas y efectos, sabe un rato el artista malagueño que anoche firmó con bolígrafo de oro la primera de las tres noches que tiene comprometidas con el Gran Teatro Falla. Pablo cree. En la eternidad de las primeras veces, en el amor y en la libertad. Santa Libertad, reza su tour que no es sino una larga carta para explicar la emoción según (san) Pablo.

Larga, dos horas y cuarto, y dividida en tres índices Camino, fuego y libertad, las tres palabras con las que Pablo López rotula su tercer compacto del que dio buena cuenta en la noche de ayer sin olvidar, como es de recibo con los aficionados, varios de sus grandes éxitos.

Qué mejor, entonces, para comenzar su epístola ante los fieles y expresivos, muy expresivos , seguridores) que por El camino. La playlist (lo que de toda la vida se ha llamado el repertorio) la pueden imaginar: El imposible, El incendio, El teléfono, El futuro, La libertad, La dobleuve, El gato.... El patio, claro que sí, El patio por partida doble... Casi todo su último compacto entero entreverado con Dos palabras, Te espero aquí, El mundo, Suplicando, Lo saben mis zapatos, el celebradísimo Tu enemigo con el que cerró la noche con el respetable, de paraíso a butacas, bailando, desatado y exultante...

Quizás sobra el mero repaso de títulos y nombres pues el origen y mensaje de cada una de sus canciones siendo el mismo. Transmitir. Conectar. Establecer un diálogo entre las emociones del artista y del público. Y con cada uno de sus temas lo consiguió.

Siempre al límite, siempre al filo de la cuchilla. Pablo golpea el piano y lo acaricia, dirige miradas retadoras a sus enamorados y enamoradas para pronto premiarlos con la más arrebatadora de sus sonrisas. Y con sus buenos capotazos. Que si el Falla (el Falla ese ente formado por cientos de cabezas y brazos y con un solo latido, un solo discurso en boca de muchas voces) lo piropea con esa ración de carga inalienable a su carácter, el músico le responde a la altura en desparpajo e ironía. Tiene tanta mano izquierda que consigue que el personal no se le rebele cuando descubre que el músico y amigo Pablo Alborán sigue la actuación desde un palco pero que no pisará escena y que se enamoren de la cantante chilena Camila Gallardo (sí, desde luego posee unos mimbres vocales para claudicar sin remedio) con la que López sí regala un dueto, el de El patio.

Pablo cree. En Camila, en su amigo Alborán, en las amistades forjadas "cuando se comparte una obsesión sana" y fraguada en la bendita penitencia de aquellos a los que los bares siempre le cierran. Y convence, a sus ya convencidos, con un discurso a tumba abierta, cuando canta y cuando cuenta la emoción según Pablo.

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