Kiti Mánver. Actriz

"Ha sido un debut maravillosamente duro en la comedia musical"

  • Mañana presenta en el Teatro Falla 'Esta noche no estoy para nadie', junto a Gisela, Naím Tomas y Bruno Squarcia, en la que hace el papel de una madre alocada y llena de vitalidad.

Kiti Mánver regresa a Cádiz, al mismo teatro donde fue homenajeada hace ocho años en el marco de Alcances. Está encantada de volver mañana para presentar Esta noche no estoy para nadie (Txalo producciones), su debut puro y duro en el género musical, en una comedia que considera absolutamente "terapéutica".

-Interpreta el papel de una madre alocada que comparte la vida con su hija, desatando una tormenta de risas. ¿Qué se encuentra el espectador?

-Energía, buenísima energía. Y risoterapia, que ya sabes lo importante que es. Además de unas melodías maravillosas de Raúl Gama, que ha hecho trece temas fantásticos para la obra de Juan Carlos Rubio. Y los tres compañeros que me acompañan que son sensacionales. Gisela, mi hija maravillosa, Bruno Squarcia y Naím Thomas.

-Ha hecho cine, teatro, tele y ahora musical..., ¿Cómo ha sido volver al género tras sus primeros coqueteos en ¡Ay, Carmela! y Divinas Palabras?

-¡También he hecho radio! Solía asistir a esas maravillosas producciones que se hacían en radio en aquella época -puntualiza-. En cuanto a esta obra, viene a ser como mi debut en la comedia musical pura y dura.

-¿Y cómo ha sido este debut?

-Maravillosamente duro. Una tiene la suerte, a pesar de los años, de poder seguir adoptando técnicas. Yo tenía las mías propias, pero la de canto potente que te permite pasar al habla sin que el público lo note... lo he trabajado, he tenido que reciclarme un poco.

-No conocía su faceta de cantante, por cierto.

-La primera prueba profesional que me hicieron a los 16 años para Rosas rojas para mí fue de canto. José Ramón Aguirre hizo una obra de huelgas y movidas en Irlanda. Y había mucha música. Me cogieron, y eso que no tenía técnica.

-El musical siempre lo asociamos a historias conocidas. ¿Cómo hace Esta noche no estoy para nadie para enganchar al público?

-Cuenta algo cercano. Es la historia de una madre y una hija que se divorcian y tienen que volver a convivir por problemas económicos. Y éste es uno de los problemas que tenemos en la ciudades, el de la convivencia. Y se arma una comedia de enredo que Juan Carlos Rubio dirige maravillosamente. Enseguida engancha porque es una función muy golfa, con distintas formas de ver el sexo, un mundo que nos atañe a todos.

-Pese a ser en los 80 y dado los temas que toca, ¿tiene algo de la crisis actual que vive el país?

-No nos olvidemos que en aquellos años hubo una bastante gorda. Se comenta la crisis y hay recuerdos que son duros, aunque con la de ahora se queda en un juego de niños. También trata aspectos que se pusieron de moda en la época y que hoy son corrientes. Pero fundamentalmente aborda la convivencia y los papeles cambiados de madre e hija. Una madre completamente vital que no quiere dejar de vivir lo que quiere vivir, y la hija, que es la sensata y tiene que apechugar con esta madre medio loca y tan vital.

-¿Se identifica con ella?

-En cuanto a la vitalidad sí, en cuanto a locura, no . Soy muy vital, pero sensata. Hace falta este punto alocado para subirse al escenario. Pero también mucho sentido común para interpretar, necesario para ser buen una buena actriz.

-De Almodóvar, a Álex de la Iglesia, pasando por Urbizu o Gutiérrez Aragón, ¿Algún director le ha marcado?

-Hay varios. Pero Enrique Urbizu me marcó especialmente, cuando hicimos Todo por la pasta, por la que gané un Goya. Con él vi que se puede hacer cine de acción muy bien hecho en España. A pesar de su juventud me miró a los ojos y me dijo que tenía que cambiar mi idea del personaje. Confié. Y bueno, me dieron el Goya. Vi que realmente el que tiene la idea de cómo debe ser la película es el director.

-Últimamente también se ha dejado ver en Fenómenos y Gran Hotel, dos papeles distintos en la pequeña pantalla que vuelven a mostrar su versatilidad.

-Esto es como la alimentación, yo como de todo. Me gusta el teatro, cine y televisión, por este orden. Pero me gustan las tres cosas. No me siento lejana a ninguno de los tres y es bueno cambiar de uno a otro. Por los matices y las formas de interpretar en los distintos medios y porque te permite estar con la antenas puestas. No puedes interpretar lo mismo para un primer plano, que para un patio de butacas.

-En su trayectoria predominan las comedias, ¿se siente más cómoda en ellas?

-La comodidad no es muy buena para la interpretación. Siempre es mejor un punto de dificultad, porque provoca conseguir mejores cosas.

-¿Y cuál ha sido el reto más difícil como actriz?

-Los más difíciles son los papeles que tienen que ver con el arte mayor. Recuerdo el papel de Mari Gaila en Divinas Palabras, de Valle Inclán o en Bodas de Sangre, de García Lorca y en la adaptación de Diario de un jubilado, de Delibes, con la que me premiaron en el Festival de Málaga. Son personajes que muchas veces en apariencia son fáciles, pero que entrañan dificultades. Bueno y la que estoy haciendo, que me pego una paliza que no veas, con este personaje que me ha montado Juan Carlos Rubio.

-Se inició en el cine y teatro en los 70, vivió la censura del franquismo, se alejó del destape, fue chica Almodóvar en los 80, se creció en la televisión en los 90 y no ha parado desde entonces. Desde la gran experiencia que le avala, ¿cómo ve el panorama de los jóvenes actores en una coyuntura como la actual?

-Consejos se pueden dar muy pocos. El único estudiar, reciclaje y no tirar la toalla. Es un oficio de carrera de fondo.

-¿En qué otros proyectos anda Kiti Mánver?

Afortunadamente estoy en Gran Hotel todavía. Acabo de grabar otra tanda de capítulos, en los que esta marquesa tremenda vuelve a enredar. Ya veréis, está muy interesante. Detrás está Bambú, que acaba de vender la serie fuera. Es una productora magnífica. Da gusto.

-¿Estará entonces disponible para la noche de mañana en el Teatro Falla, cierto?

Por supuesto. Espero que todos disfruten de esta comedia cien por cien española, que es importante, todo queda en casa. Hay que potenciar el talento de aquí, porque está claro que en este país hay para dar y tomar. Con que nuestros políticos tuvieran el 10 por ciento del talento que tienen los escritores, poetas, artistas y científicos... en general, otro gallo nos cantaría. Si la enseñanza, la cultura y la educación es de segunda fila pues fíjate tú, así va el país. Pero vamos, que talento sobra.

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