"Yo no he confesado a ningún rey ni tampoco puedo absolverle de nada"

Pilar Urbano. Periodista

La periodista Pilar Urbano, que se descuelga de la etiqueta de confesora de reyes, llega hoy al Baluarte de la Candelaria para presentar su libro 'El precio del trono' a partir de las siete y media de la tarde.

La periodista Pilar Urbano con su libro 'El precio del trono', en una imagen reciente.
La periodista Pilar Urbano con su libro 'El precio del trono', en una imagen reciente.
Tamara García / Cádiz

11 de mayo 2012 - 05:00

Ni confiesa ni absuelve. La periodista Pilar Urbano cree en una objetividad casi idílica, forjada con una voluntad casi espartana. Hechos y más hechos. "Sin afectos ni desafectos", dice. "Ni con el rey, ni contra el rey". Así, defiende El precio del trono, una obra que se presenta esta tarde en la Feria del Libro de Cádiz.

-¿Cuánto cuesta un trono?

-Un trono debe tener, tiene, un precio heroico, humano y político. Lo que no puede ser, y no quiero creer que sea, que tenga un precio de mercachifleo y mucho menos de extorsión como algunos malandrines nos están haciendo creer. El trono no es un mueble donde se sienta un señor, sino la Corona que nos representa a todos.

-Un objetivo del libro era mostrar el lado más humano del Rey, ¿ha sido complicado con la protección que tiene la Corona?

-Es que más que humano era mostrar su lado desconocido. Yo no he sido complaciente, ni siquiera humanitaria. He entrado con una objetividad mineral a descubrir cómo es, quién es ese hombre, a descubrir el lado claro y el lado oscuro. Era un personaje que era un enigma, ahí detrás de Franco, y yo quería ver qué componente tenía de héroe o de villano, de fascista o de demócrata, de niño malcriado o de joven espartano, de becario de un dictador o de chico que llega a sentarse en el trono de su padre... Un periodista de investigación debe demostrar los hechos con testimonios, con datos, con documentos, tasándolos, contrastándolos y que los hechos mismos vayan dibujando y definiendo a los protagonistas. Creo que no he dicho ni una palabra mía. A Franco no lo llamo dictador ni usurpador, don Juan se lo llama y Nixon. O las características de Juan Carlos, que las dice él mismo: estaba siendo cínico, taimado, maquiavélico, disimulador... todo eso lo dice él de sí mismo. En los hechos se ve hasta cuándo pacta con el franquismo y desde cuándo empieza a pactar con los americanos y desde cuándo empieza a ganarse el trono bajo cuerda, borboneando, porque no se lo iban a regalar.

-Entonces, ¿ha sido difícil?

-Sí porque España sigue bajo secreto, bajo el lacre de material clasificado. Todavía están sin desclasificar nuestros documentos, nuestra historia desde la República y antes. Carme Chacón, la ex ministra de Defensa, dejó con el visto bueno la desclasificación de 60.000 documentos, legajos, que van desde el año 31 al 75, un material que supongo que será magnífico. Pero el nuevo titular de Defensa, Morenés, no ha debido de tener tiempo todavía para decir que eso se desclasifique. Pero ahí está la memoria histórica nuestra que está lacrada con secreto. Esta respuesta tan larga es para decir que sí, que me ha costado, donde más documentos he encontrado ha sido en los archivos privados de los ex altos cargos del gobierno, de la diplomacia, de la Policía. Y luego he recurrido a Estados Unidos y lo más sorprendente que la historia de España reciente está reflejadas en documentos de la Casa Blanca y de la CIA.

-¿Habló con don Juan Carlos?

-No para este libro, sí en otras ocasiones. He tenido muchas ocasiones en distintos momentos de estar con Juan Carlos príncipe y rey, en cosas más formales e informales. Pero este libro lo he hecho sin Juan Carlos lo he hecho por mis pistolas, no he contado con el permiso de la Casa Blanca, ni de la Zarzuela, ni de ningún palacio.

-¿Cómo le sienta la etiqueta de confesora de reyes?

-Yo no soy confesora. La Reina dijo un día que ella no había hecho confidencias sino declaraciones, lo dijo tan claramente que mi libro anterior se iba a llamar Confidencias de la Reina o la Reina confidencial o algo así y ella me dijo que no, que ella había hecho declaraciones y para todos, no era a mí como amiga, que yo no soy amiga, ni psicóloga, ni nada. Yo no he confesado a ningún rey ni tampoco puedo absolverle de nada, ni soy amiga de los reyes. Puedo tener una estima. A la Reina le tengo una grandísima estima porque es la mano que cuida el trono, y más ahora. Me parece que está teniendo la estatura que ha tenido siempre, lo que ella llama, aguantar el tirón.

-La imagen de la Casa Real está algo desbaratada, ¿cree que podrán recuperar la confianza del pueblo?

-En estos momentos el Rey tiene que ser tajante, al Rey no se le puede acomplejar porque haya que tenido pedir disculpas por una cacería. El Rey ha estado lejos de nosotros en un momento, el Rey ha estado distraído con un ocio lejano, exótico e inconveniente. Eso y mucho más. Porque ha estado más lejos y en ocios mucho más caros y exóticos y con compañías buenas y malas pero el pueblo estaba mejor, no estaba al borde del abismo, no estaba con la mordida del paro en cada familia y la incertidumbre del mañana, de esta tarde y con las bancas cayendo. No es momento para estar disparando a un elefante. Pero ha pedido disculpas y ahora tiene que levantar cabeza. Una cosa es el yerno del rey, otra cosa son los elefantes y otra la Corona, son cosas muy distintas aunque todo ha ocurrido a la vez incluso Froilán disparándose en el pie y su padre desatento, también distraído. Pero la forma de Estado es otra cosa, es algo muy serio que encabeza la Constitución y define nuestro Estado y para cambiar la Constitución hay que hacer todo lo que la Constitución indica legalmente. Así que creo que no está en solfa la forma monárquica porque la ventaja monárquica reside en esa imparcialidad en que el Rey siendo de todos no es de nadie, está al servicio del gobierno de turno. Vamos, como la Guardia Civil o el Corte Inglés que nos tiene que vender a todos.

-Pero, realmente, ¿no cree que los privilegios de la Corona son los que crispan a la sociedad?

-Sí, pero el Rey tiene que ser tajante pero no puede decir que la justicia sea más o menos severa. Él lo único que puede hacer es expulsar de su Casa a un miembro que no se ha comportado debidamente. De su familia no lo puede expulsar porque es el marido de su hija y el padre de sus nietos. Ahora de la Casa Real sí, y eso le debe de hacer de un modo tajante y personal.

-Y España ¿no piensa, entiéndame el término, que es más 'juancarlista' que monárquica?

-Sí porque, por un lado, la monarquía desde Felipe II está en decadencia en el sentido de pérdidas de imperio y, por otro, durante 40 años los falangistas y Franco se dedicaron a denostar a la monarquía. La monarquía ha sido pasto de toda clase de insidias y de vejaciones así que no hay afecto. El afecto se ha ganado con Juan Carlos porque nos ha dado una democracia. Y también por su prestigio exterior y el prodigioso teléfono del Rey.

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