Aniversario de la Librería-cafetería

La Clandestina cumple una década

  • La primera librería-cafetería que abrió en Andalucía ha alcanzado este mes 10 años de vida sabiendo equilibrar las dos patas de su negocio y con una clientela “fiel y cariñosa”

La librera María Martín-Arroyo, en La Clandestina.

La librera María Martín-Arroyo, en La Clandestina. / Lourdes de Vicente

En tiempos donde la baraja echada pende sobre las cabezas de los pequeños empresarios como la misma espada de Damocles, asistir a los diez años de un comercio local se siente casi como un aniversario colectivo. “Aunque sin celebración este año, claro”, precisa María Martín-Arroyo sobre esta primera década de vida de La Clandestina, la librería-café que dirige junto a su hermana Lola en la coqueta esquina de José del Toro con Cardenal Zapata.

Un rincón literario, un punto de encuentro y un lugar imprescindible en todas las listas de establecimientos con encanto de la ciudad, en estos diez años La Clandestina –primera librería-café que abrió sus puertas en Andalucía– ha sabido ganarse el favor del público y de los profesionales de las letras. Y eso que al principio fue “complicado”...

“Nosotras partíamos de cero, veníamos de Rota con lo que no teníamos, digamos, una red de contactos en Cádiz tanto para ayudarnos con el papeleo a nivel administrativo como para comenzar con una clientela fija. Así que lo que tenemos ha sido fruto de un trabajo del día a día”, asevera una de las hermanas Martín-Arroyo al frente de este negocio del que también forma parte como socia su madre.

Una familia que ha sabido crear esa otra familia formada por los clientes habituales que para María suponen “el verdadero gran logro” de La Clandestina, gente de la que aprenden “mucho” y que de, alguna forma, “también han moldeado la librería” gracias al “constante intercambio” de conocimiento.

Personas mayores de la residencia de Candelaria, trabajadores de la zona, estudiantes Erasmus, gaditanos relacionados con el tejido cultural de la ciudad... “A La Clandestina vienen personas muy diversas que sienten este espacio como suyo. En estos años hemos organizado muchas actividades culturales, hemos sido lugar de reunión de la Asamblea Feminista de Cádiz, que hacían sus tertulias literarias mensualmente, creamos el Club de Lectores Infantil, un proyecto muy bonito para primeros lectores, y durante varios años también fuimos el sitio de reunión del grupo de Consumo de Productos Ecológicos de Cádiz”, rememora María, que junto a su hermana Lola, también tenían el gran reto por delante que una pata del negocio no superar a la otra. Mantener el ansiado equilibrio.

“Y no ha sido fácil. Cuando abrimos estábamos atentas a ver cómo iban evolucionando ambos frente del negocio y estábamos abiertas a los posibles cambios que hubiera que hacer pero siempre optamos por abrir con horario comercial de tienda. Después ha habido momentos para todo, incluso en los que parecía que lo más rentable era ampliar la cafetería pero luego vienen momentos como estos que estamos viviendo y ha sido la librería la que ha llevado un poco más adelante el negocio”, explica.

Una etapa muy dura para el comercio gaditano que desde La Clandestina han enfrentado “echándole ganas, imaginación y haciendo, como todo el mundo, todo lo que hemos podido”. En su caso, una de las acciones que mejor les ha funcionado y cuya acogida sorprendió y emocionó “profundamente” a las libreras fue “el lanzamiento en pleno confinamiento de unos vales para comprar libros con la idea de que cuando volviésemos a abrir los clientes pudieran utilizarlos y con un 5% de descuento”. “Ahí fue un nuevo gesto de la fidelidad y del cariño que nos tiene nuestra clientela”, se congratula.

También, las hermanas Martín-Arroyo están poniendo actualmente sus energías “en la mejora de nuestras redes sociales, sobre todo la difusión por instagram”, además de ofrecer “el servicio de llevar las compras a casa del cliente en bicicleta y la posibilidad de hacerlos encargos por teléfono”, cuenta la librera que también mira al futuro “con el proyecto de ofrecer nuestro catálogo a través de internet para que el cliente pueda hacer el encargo”. “Hay que enfocar el negocio de otra manera, aprendiendo de todo esto que nos ha ocurrido”, acierta María que también ha adaptado “en la medida de lo posible” el espacio “para que La Clandestina sea el lugar más seguro que se pueda”.

En este sentido, la gerente de La Clandestina certifica que, tras el confinamiento, “se notó que la gente tenía ganas de volver” pero también “el teletrabajo, las personas de alto riesgo y, desafortunadamente, que nos han quitado la terraza”. “Digo quitado porque la hemos tenido durante muchos años y, justamente, este verano, en julio, cuando pensábamos que la carta del Ayuntamiento era para ampliar la terraza, pues nos denegaron el último permiso por la puesta en marcha de una normativa que exige dejar un espacio para que pasean ambulancias y bomberos. Así que hemos pasado todo este tiempo sin terraza, lo que ha sido terrible porque, además de que ahora mismo una terraza es lo más demandado, para nosotras era un reclamo importante”, lamenta la librera que está “en trámites” para intentar recuperar “esas dos mesas plegables que teníamos pero que nos hacen tanta falta”.

Con todo, en La Clandestina, un espacio que se ha sabido sobreponer a una crisis y a una pandemia, sus impulsoras –a las que se han unido como trabajadoras Chari Márquez y Ana Barrena– prosiguen “con mucha ilusión” y evolucionando a la par que lo han hecho “las circunstancias externas como nuestra propia situación vital, porque ahora somos madres y cuidadoras”. Así, racionalizan los tiempos de trabajo mirando al futuro siempre con perspectiva y “muchas ganas”.

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