Charlie Parker vuelve a los orígenes
John Connolly regresa en ‘Los mensajeros de la oscuridad’ a los bosques de Maine y brilla con una de las mejores novelas de su exitosa serie
Nada le sienta mejor a Charlie Parker que los bosques de Maine. El detective creado por el irlandés John Connolly, uno de nuestros referentes en el género negro, más que negro, negrísimo, ha viajado por Europa en algunas de sus anteriores aventuras. Ha estado en Londres, en Ámsterdam e incluso en los Balcanes, pero cuando vuelve a sus orígenes, a la oscuridad del estado norteño, a esa América profunda de tipos con aires montañosos y malos instintos, es cuando más brilla. Quizá es que la oscuridad que le rodea es tan impenetrable que le hace resplandecer como a una luciérnaga en la noche. El caso es que la última novela de la saga, que hace ya la número 22, es una delicia para sus millones de fans en todo el mundo.
Lleva por título Los mensajeros de la oscuridad, y oscura es a rabiar. No sólo por la trama —la desaparición de un niño siempre ayuda a crear un clima asfixiante—, sino porque, una vez más, Connolly llena el relato de personajes con poderío.
El libro tiene todos los condimentos que le pedimos los fieles creyentes de la religión de Parker. Sí, también están Louis y Angel, que viajan desde Nueva York cuando las cosas —nada raro por otra parte— se ponen feas de verdad. Y tampoco falta el abogado Moxie Castin, un tipo que por sí solo merecería un spin-off al más puro estilo Better Call Saul.
La cuestión es que una vez abierta la novela, es imposible abandonarla. Connolly consigue meterte de lleno en la historia en una simple conversación entre Moxie y Parker. Así, desayunando en un bar, con su bebida preferida y una dieta calórica capaz de saciar a un tiranosaurio rex, el picapleitos va a encargarle al detective que investigue el destino del pequeño Henry Clark.
Porque la tímida y frágil Colleen Clark ha sido acusada del peor crimen que una madre puede cometer: el posible asesinato de su hijo, un niño de dos años que desapareció de noche, mientras ella dormía, y del que sólo queda una manta infantil empapada en sangre. Aunque aún no ha empezado el juicio, todo el mundo en Portland —políticos y fiscales en época electoral, policías curtidos, gente común y corriente— se ha formado una opinión sobre el caso, y la mayoría cree que la madre es culpable. Colleen contrata como abogado defensor a Moxie Castin, principalmente para que Charlie Parker les ayude como investigador. Poco a poco, el detective va rasgando la superficie de un caso que involucra a un marido desapegado, a un grupo de radicales de extrema derecha, a una vidente en busca de redención… y una vieja casa oculta en lo más denso de los bosques de Maine. Una casa que jamás debió haberse construido.
Connolly devuelve a Parker a los orígenes, a un relato que pone los pelos de punta con una trama con supremacistas y diablos tan antiguos como la sangre. Una de las mejores novelas del año.
La novedad: ‘El asesinato de los Aosawa’, suspense japonés de mucho nivel
Mientras un sofocante calor estival aletarga la ciudad japonesa de K, en la mansión de los Aosawa se celebra una gran fiesta de cumpleaños de varios de sus miembros, entre ellos el del cabeza de la familia, médico de reconocido prestigio y propietario de una importante clínica. La velada parece transcurrir con la normalidad de esas ocasiones, hasta que todo da un repentino vuelco cuando los asistentes empiezan a sentir mareos y convulsiones. Así arranca El asesinato de los Aosawa, una espléndida novela de misterio japonés. Porque en pocos minutos, diecisiete cuerpos, seis de ellos de niños, yacen en el suelo, presuntamente envenenados con cianuro en las bebidas. La única superviviente es Hisako, la hija pequeña, y la única pista, un papel con un poema quizá dejado por el asesino.
Seleccionado por The New York Times como uno de los mejores libros de 2020 y ganador de varios premios, El asesinato de los Aosawa es la obra más emblemática de Riku Ond.
También te puede interesar