100 años del conjuro de Falla

Hoy se cumple el centenario de la primera versión de 'El amor brujo' del compositor gaditano Manuel de Falla El Teatro Lara de Madrid celebra el estreno de la efemérides mientras que no hay actos en Cádiz

100 años del conjuro de Falla
Tamara García Cádiz

15 de abril 2015 - 05:00

Quién sabe si fueron las canciones de La Morilla, los jaleos de los barrios populares que se filtraban por una rendija para zarandear una casa burguesa de la plaza de Mina. Quién sabe si se llegó a producir esa fascinante ensoñación de Ripoll en la que en una tarde de oleaje y sol se encuentran las dos personalidades de la música culta y popular más importantes de una época. Quién sabe si Manuel de Falla reparó en la existencia de Enrique el Mellizo, quién sabe si alguna noche se perdió por Santa María o quién sabe si fueron los arrullos de la nodriza los que despertaron el gusto por "el canto primitivo andaluz" del compositor gaditano que lo llevó a imaginar "...una obra rara, nueva, de la que desconocemos el efecto que pueda producir en el público, pero que hemos sentido". Son las propias palabras del más grande de los músicos gaditanos las que describen la primera versión de El amor brujo. Gitanería en un acto y dos cuadros. Un auténtico conjuro que ha sobrevivido en el tiempo y en el espacio. Un amarre de amor eterno del que se cumple el primer centenario de su estreno. Fue en Madrid, en el Teatro Lara, donde hoy no olvidan la efemérides.

"Yo no sé que siento / ni sé que me pasa / cuando este mardito gitano me farta". Esta estrofa parida por la pluma exquisita de María Lejárraga, que tomó la costumbre de la época de esconderse bajo el nombre de su marido, el empresario Gregorio Martínez Sierra, dio origen a la Canción del amor dolido "considerada núcleo germinal de El amor brujo", tal y como aclara el musicólogo José Ramón Ripoll. Es este "fallano" confeso quien nos ayuda a reconstruir los orígenes de El amor brujo. Gitanería en un acto y dos cuadros.

Ripoll nos recuerda que este encuentro mágico con los Martínez Sierra se fragua en París, antes del regreso de los españoles a casa tras el estallido de la Gran Guerra. En Madrid, el matrimonio alquiló el Teatro Lara para representar comedias de confección propia que culminaban con un cuadro musical para el que contrataron a la ya prestigiosa bailaora Pastora Imperio. "Falla empezó a colaborar con ellos, escribiendo canciones a diferentes letras, de las que no se conserva ningún documento, salvo el testimonio de una estrofa de María Lejárraga". Esa estrofa ("Yo no sé que siento / ni sé que me pasa / cuando este mardito gitano me farta) daría lugar a esta obra para voz y orquesta de cámara "eminentemente gitana (...) en los cuarenta minutos que aproximadamente dura la obra, he procurado vivirla en gitano, sentirla hondamente y no he empleado otros elementos populares que aquellos que he creído que expresan el alma de la raza". De nuevo, son las palabras del creador las que nos devuelven el espíritu de su obra "más gaditana", como apuntan varios expertos respecto a esta primera versión donde el argumento (diferente a la última versión para ballet) nos sitúa en una cueva de Cádiz, cercana al mar...

Son voces autorizadas como la de Ripoll, como la del director del Festival de Música Española de Cádiz, Reynaldo Fernández y como la de la sobrina nieta del compositor gaditano y gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla, Elena García de Paredes, las que dan su lugar a dos nombres de mujer que, durante años, quizás no ocuparon su lugar en la historia que rodea a El amor brujo.

La primera, María de la O Lejárra García, quizás, incluso más que coautora del libreto de la pieza, y esposa del empresario Gregorio Martínez Sierra, además de escritora y pedagoga fue fundadora de sociedades en defensa de la mujer y diputada socialista por Granada en 1933 .

La segunda, la gaditana Rosario Monje La Mejorana, primera bailaora que levantó los brazos aportando majestad a la danza flamenca y, a la postre, madre de Pastora Imperio. "Creo que, de hecho, a él le gustaba frecuentar la casa de Pastora Imperio y La Mejorana para escuchar sus historias", cuenta García de Paredes que confirma que el compositor nunca se despegó "de esa almendrilla, como él mismo decía, del flamenco". Además de las historias, La Mejorana, confirman Ripoll y Fernández, proporcionó a Falla consejos sobre esos palos antiguos del flamenco , del cante primitivo andaluz, como los llamaba, (la soleá, la seguiriya, las tonás, la caña y el polo) que alimentaron a El amor brujo.

El 15 de abril de 1915 el madrileño Teatro Lara acogió el estreno de la primera versión de El amor brujo, inaugurando un nuevo género teatral, la gitanería. Sin embargo, tal invención no puso de acuerdo a la crítica pues la obra no fue muy bien recibida por ciertos sectores que la calificaron de "españolada". Aún así, las crónicas cuentan que el público asistente al coliseo ovacionó al maestro que tuvo que salir a saludar en varias ocasiones. De todas formas, esta pieza apenas se representaría unas 30 veces y el propio Falla, "que sabía muy bien a dónde quería llegar con cada obra", explica García de Paredes, pronto comenzó a hacer diferentes versiones y a "renegar de estas obras más sensuales en sus últimos tiempos", según Ripoll.

El reparto - dirigido por José Moreno Ballesteros, con decorados y trajes de Néstor Martín Fernández de la Torre y con Martínez Sierra como director de escena- contaba con Pastora Imperio en el papel de Candelas; su hermano, Víctor Rojas, como El Gitano; la gitanilla era María Imperio (más conocida después como María Albaicín); Rosa Canto como Gitana Vieja y la que fuera modelo de Zuloaga, Agustina Escudero Heredia Perlita Negra, como otra de las gitanillas. La voz y textos recitados se acompañaban de 14 instrumentos (flauta (piccolo), oboe, trompa, cornetín, campanólogo, piano, dos violines 1º, dos violines 2º, dos violas, dos violonchelos y contrabajo).

Como Ripoll y Fernández recuerdan, la partitura y libreto original de esta versión se perdieron y fueron encontrados tras unas obras de remodelación en el Teatro Lara por Antonio Gallego.

Falla nunca quiso publicar esta primera versión de El amor brujo, sin embargo, la luz que arroja el tiempo sobre las obras de arte nos hace preguntarnos, como se lo pregunta Ripoll, "¿hasta qué punto la voluntad del autor debe reinar cuando nos priva de obras tan maravillosas como la Eneida de Virgilio, El proceso de Kafka o como este primigenio amor brujo donde ya se encuentra toda la fuerza y la garra de la versión más redonda que fue la de 1925?".

Reflexiones aparte, con el experto gaditano revivimos las transformaciones de la partitura original. Así, en el mismo 1915 se realizó una adaptación para sexteto de cuerda con piano; en 1916, la versión de concierto para orquesta; en 1917, para pequeña orquesta, y en 1925, una para ballet y una suite orquestal, la más interpretada y conocida de todas.

Además, El amor brujo es una de esas obras que traspasan al propio autor y cobran vida propia inspirando a otros creadores. Así, esta pieza se ha recreado en multitud de ocasiones (hemos visto Candelas como Esperanza Fernández, Marina Heredia, Rocío Jurado, Estrella Morente...) y desde otras disciplinas, entre otras el cine, con las versiones de Antonio Román (1949); Francisco Rovira Beleta (1967) y Carlos Saura (1986).

Elena García de Paredes valora la rueda de prensa que hoy se celebrará en el madrileño Teatro Lara "como un acto de gran carga emocional" donde se recordará el estreno de El amor brujo que tuvo lugar hace un siglo en esa misma escena. Además, la sobrina nieta de Manuel de Falla está muy "emocionada" con el concierto en homenaje a Falla que por la tarde se celebrará en el Salón Real del Hotel Ritz, donde el 28 de marzo de 1916 se estrenaría la versión de concierto de la pieza por la Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Fernández Arbós.

La ciudad de Granada, por su parte, celebrará en julio un gran congreso internacional titulado El amor brujo, metáfora de la modernidad, que coincidirá con una exposición organizada por el Archivo Manuel de Falla y el estreno en la clausura del Festival Internacional de Música y Danza de la ciudad de El amor brujo: el fuego y la palabra, título, tomado de un poema del gaditano José Ramón Ripoll, con el que La Fura dels Baus homenajea la obra.

En Cádiz, con toda probabilidad, hoy la celebración de la efemérides brillará por su ausencia y sólo la regente del café teatro Pay Pay, Paloma García, ha anunciado un concierto tributo a Falla el día 25 con artistas como Ares, Inma Márquez, Sergio Monroy, Anabel Rivera, Milián Oneto, Verónica Díaz, Paco Medina y David García entre otros.

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