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adrián pino | guionista, actor

"Me reconocían por la calle pero tenía que pedir dinero en casa"

  • El chiclanero participó en el ciclo de la UCA 'Charlas con actores de cine' 

  • Su último proyecto ha sido como coprotagonista de 'El vecino', serie de Nacho Vigalondo 

Adrián Pino, durante la entrevista.

Adrián Pino, durante la entrevista. / Joaquín Hernández KIki

Empezar, empezar, Adrián Pino (Chiclana, 1990) lo hizo en la Escuela de Teatro de Chiclana: “Con la suerte de que nos pilló un director de escena como Antonio Estrada, que tuvo que volver a Chiclana por cuestiones familiares y montó una escuela municipal –cuenta–. De ahí surgió gente que luego se ha movido mucho. Si me sirvió que, después de aquello, fui el chaval más joven al que cogieron para stand-up comedy en la Paramount. De hecho, hubo que esperar a que cumpliera 18 para que me hicieran el contrato”. De ahí, un montón de webseries (Malviviendo, la que lo convirtió en un rostro popular), cursos de guión –de esta materia da clases, de hecho, en la Escuela de Cine de Sevilla– y proyectos de teatro como Noche de Repálagos. Su última propuesta ha sido El vecino, la serie que Nacho Vigalondo ha dirigido para Netflix a partir del cómic de Santiago García y Pepo Pérez.

Así que el actor fue lo primero pero, ¿cómo vas a emocionar subiéndote una vez al año a escena?, se preguntaron él y sus amigos cuando estudiaban Arte Dramático en Sevilla. Y pusieron en marcha una series de sesiones teatrales, todos los miércoles, que tenían bastante caladero entre su público generacional, el universitario, “lo que nos valió más de un varapalo de las compañías de teatro estable, porque decían que les robábamos su público”. La idea sería nuclear para la posterior creación de Noche de Repálagos. “De hecho, puede decirse que David Sáez hacía en cine lo que nosotros hacíamos en teatro: contaba sus historias y las subía a YouTube”. Todo lo que hacían, dice, tenían la influencia del humor absurdo de La Hora Chanante. La repercusión de Malviviendo fue, con todo lo bueno, un baño de realidad: “Era muy curioso eso de que te reconocieran por la calle pero le tuvieras que pedir veinte euros a tu madre para poder acabar la semana”.

El afán de interpretar historias que le gustara contar lo empujó a hacer cursos de guión –uno de ellos, con Robert McKee–. “No te haces la idea de hasta qué punto hay matemáticas en un guión –comenta–. Hay compañías y realizadores que lo elevan a la fórmula exacta: es sorprendente comprobar, por ejemplo, cómo en El rey león, Mufasa muere en el mismo minuto en el que Aladino encuentra la lámpara maravilloso en Aladdin. Y esto es así, muy especialmente, si estamos hablando de comedia, donde jugamos a romper de distintas formas lo que se espera”.

Bateado en tantos formatos, piensa que la televisión convencional tiene los días contados: “Imposible combatir con el poder de la libre elección y con lo específico de los targets –explica–. Cuando llegué a Élite empecé a ver que la gente que trabajaba allí podía tener tres millones de seguidores, una barbaridad (en Latinoamérica, por ejemplo, funciona de maravilla). Tres millones de seguidores, pero lo mismo quien esté fuera de ese fenómeno no reconoce a los protagonistas. ¿Por qué? Porque ahora las producciones se hacen pensando en un target muy determinado: cada vez es más difícil colgar una producción generalista que arrastre tal seguimiento”.

“Por otro lado, la generación más joven es una generación YouTube –continúa–, ¿qué chaval de menos de 18 años ve la tele? Nadie, o apenas nadie. También respecto a la capacidad de atención, o de concentración: es curioso como a cualquiera de nosotros lo mismo plantearse ver un vídeo de seis minutos en YouTube nos parece largo; sin embargo, podemos concatenar, compulsivamente, vídeos de dos minutos durante media hora”. Y no todo, apunta, es tan improvisado como parece: "Si analizas los vídeos del Rubius, por ejemplo, verás que maneja muy bien los tiempos: no es algo hecho de manera casual, no son cosas sólo para gamers. Algo similar le ocurre, por ejemplo, a Sálvame: sin un buen ritmo, no puedes hacer todos los días un programa de cuatro horas de lo que sea”. Adrián Pino se confiesa, por cierto, fascinado por la peculiar historia de gloria, caída, y resurrección, de Ángel Garó: “De hecho, una de las ideas que he estado desarrollando últimamente es la versión una versión de Edipo Rey a partir de su trayectoria, Garó Rey. No puedes escapar a tu destino, viene a decir”, sonríe.

El vecino, que está interpretado por Quim Gutiérrez, tiene un “espíritu honesto”, asegura Adrián Pino. “Cuando la gente pregunta cuál es la película que más te ha marcado, yo siempre digo que Primos, ¿por qué? Porque no es perfecta pero si que es honesta, te divierte, parece de verdad y te deja buen rollo. Me enseñó que era posible tener ese tipo de proyectos. Luego está Vigalondo, que arriesga muchísimo dirigiendo, y me encanta que sea así”.

Para Adrián Pino, la gran cualidad de la historia está en que parte de “situaciones reales y personajes reales, con cierta inspiración en eso de ‘Tu amigo y vecino, Spiderman’, que decía Peter Parker: tiene algo de la esencia de ese personaje, un chico normal, de barrio, que nunca deja de serlo y que tiene un sentido de comunidad. Aunque El vecino está, claro, enfocado al género de comedia”. El diseño de personajes de la serie ha corrido a cargo del estudio de Javier León, otro gaditano.

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