Juan Manuel Fernández. Librero

"Queremos que el Baluarte sea el mejor sitio para la feria"

  • Tras cuarenta años en la profesión, cree que el cómic puede atraer a los jóvenes a la cita lectora de Candelaria.

Cuarenta años lleva entre libros Juan Manuel Fernández. Desde que en enero de 1973 entró a trabajar en la histórica librería Mignon, cuando estaba en el local que hoy ocupa su librería Manuel de Falla, este gaditano de Vejer que vivió su adolescencia y juventud en Valencia, no ha dejado de tener un libro entre sus manos, ya sea como lector o como profesional. En el día en que comienza la Feria del Libro de Cádiz, Juan Manuel Fernández analiza el presente y el futuro de un sector afectado por la crisis y por el propio modelo de negocio.

-¿Cuáles fueron sus primeros contactos con los libros?

-En Vejer me inicié con los tebeos clásicos, como Jabato o El Capitán Trueno. Después, tuve la suerte de tener un pariente en Valencia, no muy cercano, que era un gran lector, y me facilitaba muchas lecturas y eso me abrió las puertas para lo que sería mi profesión. Después, cuando llegué a Cádiz, no dejé de tener contacto con la lectura. Pero es que ya en Valencia, con 13 años, en la casa de mi tío a la que fuimos a vivir, habían dejado un libro, El Quijote, una edición íntegra, completa, y la cogí y la leí con un gusto y un placer tremendo. Cayó casualmente en mis manos con 13 años, y disfruté de lo que leía en la medida de mi edad. De mayor lo he vuelto a leer, y lógicamente se disfruta muchísimo más cuando tienes conciencia plena. Pero aquella lectura me marcó como lector para siempre.

-¿Y cómo llega a su primera librería, a Mignon?

-A través de un anuncio en Diario de Cádiz: "Importante librería necesita dependiente". No ponía qué librería era. Fui a una casa de publicidad, dónde hacían la selección de personal, y me dieron ganas de irme de la cantidad de gente que había. Me quedé y me remitieron a la librería Mignon, donde pasé otra prueba, más selectiva, y me eligieron. Empecé a trabajar el 18 de enero de 1973, cuando Mignon estaba aquí, en este local donde ahora está Manuel de Falla.

-¿Por qué decide abrir su propia librería?

-Decidí tomar mis propios riesgos porque, realmente, la librería Mignon era yo quien la llevaba. Lo único que no hacía era gestionar los pagos, que lo hacía el propietario, pero todo lo demás lo hacía yo: las compras, la gestión con los comerciales, la gestión con los clientes, la referencia de los clientes al llegar a la librería Mignon era Juan... Entonces te planteas que no puedes estar siempre trabajando para otros si tienes posibilidades de hacerlo por tu cuenta, aunque fuera un riesgo. Estuve buscando locales por muchos sitios de Cádiz y, curiosamente, el local que se traspasaba era el antiguo Mignon, donde yo empecé. Entonces, claro, te sabe mal, pero yo entiendo que había entregado a Mignon 14 ó 15 años de mi vida profesional como si la librería fuese mía, me había entregado totalmente, con honestidad, con honradez, sin ver horarios, yo no era un dependiente, y entendí que si así lo había hecho con ellos, no me tenía nada que reprochar y decidí que tenía que empezar a pensar en mí, y cogí este local. Abrimos en diciembre de 1990.

-¿Cómo ha sido la evolución de estos 23 años?

-Hay dos periodos: uno hasta finales de 2007, que fue un periodo fantástico en el que los clientes y amigos que iban a buscarme a Mignon vinieron a buscarme a Manuel de Falla y la cosa funcionaba fantásticamente bien. Pero llegó el momento de la crisis para todos, y también para el libro, y no se salva Manuel de Falla ni ninguna otra librería. Desde 2008 hacia acá las ventas han ido decreciendo, la crisis se ha ido acentuando. Decrecen las ventas mucho en 2010 y 2011. En 2012, aunque el Bicentenario no llegó a cristalizar todo lo que se esperaba, el comercio de Cádiz creo que se benefició de la asistencia que hubo de público foráneo, sobre todo español. Nuestra librería tuvo unas ventas aceptables: el libro más vendido fue la Constitución del Doce, y la gente venía y compraba otras cosas, una guía de Cádiz, la historia de Cádiz o un libro de un autor gaditano. 2012 fue un año que, entre unas cosas y otras, conseguimos salvar, pero 2013 ya sabía que iba a ser muy malo, como está siendo. Y no sólo la librería sufre la crisis general, sino que también la aparición del libro electrónico daña mucho la venta en las librerías, tanto que creo que estamos viviendo el peor momento del comercio del libro en papel en la historia moderna de las librerías.

-¿Hacía dónde derivará esta situación en el futuro?

-Veo el futuro como una incógnita, porque no se sabe realmente hasta dónde va a llegar la evolución del libro digital y hasta dónde los lectores del libro en papel van a adoptar la lectura digital como algo natural. Desde luego, cada vez lo tenemos más complicado porque las nuevas hornadas de lectores están más acostumbrados a leer en digital, en pantalla, que en papel. Lógicamente, ése es un hándicap importante que es el que va a marcar la pauta. Nosotros mantenemos en la librería una cantidad muy amplia de amigos, clientes y lectores, que siguen viniendo, aunque muchos de ellos tienen libro electrónico, siguen leyendo en papel, y si antes venían dos veces al mes, ahora vienen una vez cada dos meses. Siguen comprando libros en papel y leen en digital. Pero los nuevos lectores, entiendo yo, en una proporción muy alta, van a derivar hacia la lectura en el digital. Por lo tanto, no me atrevería a dar cifras o porcentajes, ni años siquiera. Ahora mismo, todo lo que sea soporte papel tiene un futuro incierto. ¿Que las librerías seamos capaces de adaptarnos y poder facilitar el libro electrónico? Sí, sin lugar a dudas, tendremos el libro en papel, tendríamos el libro electrónico y que entre una cosa y otra tengamos posibilidades futuras.

-Pero ese paso no se da, ustedes no tienen libros electrónicos.

-Claro, ese es el problema, que año a año va ganando terreno el libro electrónico, pero el lector que utiliza ese soporte para leer no lo hace a través de las librerías, y no estoy hablando de ciudades pequeñas ni de ciudades periféricas, estoy hablando de librerías grandes y de ciudades importantes. Eso ha derivado a centros comerciales o ha derivado a Amazon, que ahora mismo puede que sea el servidor más importante a nivel mundial de lectores en soporte digital. Entiendo que va a ser muy difícil que la librería de libros en papel, en un futuro, pueda ofrecer esa posibilidad de ser competencia de esos grandes servidores a los que la gente suele entrar para hacer la petición de su lectura sin reflexionar en las cuestiones negativas que conlleva. El lector de Amazon puede ser también lector de papel y cuando pasado mañana vaya a una librería en busca de una buena lectura, se puede encontrar con que está cerrada, y no reflexione que él tiene parte de esa responsabilidad. De hecho, una gran cantidad de librerías importantes de España han tenido que cerrar sus puertas. En Barcelona han cerrado 17 librerías, en los últimos tres años el 30% de los trabajadores de las librerías han sido despedidos, y éstas son las primeras medidas que toma el empresario: despedir a gente o hacer más pequeños sus negocios.

-¿Las editoriales ayudan o van por su cuenta con sus ediciones digitales? ¿Hasta cierto punto los libreros se pueden sentir traicionados por las editoriales?

-Mira, estuve hablando con el editor de Nórdica, que es una editorial de libros de fondo y es una de las editoriales que más está apoyando a las librerías de fondo, porque publica libros de autores interesantes, es una editorial independiente que apoya a librerías independientes. Le pregunté porqué ofrecían también sus artículos en digital, y me dio una razón muy sencilla: "Si no lo ofrecemos, sabemos que en el mercado ese libro va a estar disponible para que la gente se lo baje gratuitamente de forma pirata, y no recibimos por el momento ningún beneficio por ese artículo. Si nosotros lo colgamos y lo facilitamos, va a haber un porcentaje mínimo de lectores que van a bajarlo pagando, por lo que vamos a recibir una pequeña parte de una mínima parte de lectores que lo bajen pagando, y de otra forma es nada". Bueno, esa es la explicación de ellos y no se lo reprocho. Además, les estoy muy agradecido por seguir una línea de publicaciones que a las librerías de fondo nos beneficia mucho: recuperar autores de interés, textos que no se encontraban y lo ponen ahora en circulación... Son editores enamorados de su profesión, editores que son lectores, que no van buscando solamente, ni primordialmente siquiera, la obtención de un beneficio rápido y continuo, sino que ponen en el mercado 1.500 ejemplares de un producto interesante para que las librerías podamos venderlos.

-Y a esos editores que aman los libros les tendrá que corresponder un librero que ama los libros: ¿se considera en ese sentido un librero tradicional de los que recomiendan lecturas?

-Sí, claro, es que esa es una de las herramientas más importantes de una librería. Si no eres lector, no puedes recomendar al que te pregunta, el librero conocedor de los fondos, de los autores, de los títulos y, al mismo tiempo, que sea un lector que pueda ofrecer lecturas a los clientes desde el conocimiento de la lectura previa del libro. La gente sigue preguntando por lecturas, y ahí está el librero que sabe el perfil del lector, qué tipo de lecturas le interesan y a partir de ahí ofrecerle lecturas.

-¿Y ofrecería Juan Manuel un café con libro?

-Aquí es complejo, falta espacio para los libros...

-¿Está funcionando ese modelo de librerías?

-Funciona en la medida en que funciona una librería, grande o pequeña, que quiere dar como complemento ese otro servicio. Entiendo que sí, que les funcionará, pero entiendo también que las librerías que han ido cerrando, esas tradicionales, esas que se conocían en todo el mundo y que funcionaban muy bien, su lugar no lo va a ocupar una librería nueva que atraiga al público ofreciendo cafés o vinos, que también las hay. Creo que este tipo de librería nunca va a cubrir el hueco dejado por librerías clásicas, las librerías de fondo, los libreros conocedores. Serán otra cosa que probablemente sirva para el público de hoy, no digo que no, pero que no van a cubrir el espacio que dejaron esos libreros clásicos, entiendo que no.

-¿Qué vigor tiene ahora mismo la Feria del Libro de Cádiz?

-Bueno, como el vigor que tienen la mayoría de ferias del libro del resto de España y el vigor que tiene el momento actual de las propias librerías. No nos engañemos, hacía varios años que la feria iba decayendo y todos trabajábamos por hacer una feria mejor, esa es la idea año tras año; y pensábamos 'qué pasa, que cada vez viene menos gente al Baluarte...', y lo que pasaba es lo que está pasando en las librerías, que cada vez entra menos gente y cada vez estamos vendiendo menos libros, y eso es lo que pasa en la feria. Espero que este año, con la dedicatoria al mundo del cómic, esos lectores jóvenes que normalmente no entran en las librerías se sumen a la feria, vayan a las actividades en torno al cómic, desde un ambiente distinto y mayor al que hemos tenido en años atrás. Conseguir traer a Forges, al que se dedica la feria, a Javier Reverte, a Revilla, al que se disputan otras ferias, Luz Gabás, que dará el pregón, es importante.

-Pero puede que se echen de menos otros autores.

-Efectivamente, no digo que no, pero Cádiz teniendo a tres o cuatro autores de primera línea, además de los locales que serán muchos, con eso conformamos bien la feria. Vamos a ver qué resultado nos da. Nos gustaría tener a más autores, de más renombre, estar en un sitio que respondiera en las visitas de la mañana, pero eso ya vimos que era muy difícil.

-¿El Baluarte de la Candelaria es entonces el sitio menos malo?

-Es el sitio... Nosotros queremos hacer que el Baluarte sea el mejor sitio, porque es muy difícil en ninguna feria del libro encontrar un espacio donde se puedan celebrar todas las actividades, y allí una vez que entras por la puerta, las encuentras todas: actividades para niños, para adultos, exposiciones, juegos, presentaciones, las casamatas están resguardadas. En la plaza de San Antonio, que siempre se ha dicho que es el mejor sitio, nosotros teníamos dos casetas, y vendíamos lo mismo que en una sola en el Baluarte de la Candelaria. No es mal sitio, no está lejos, aunque no es un lugar de paso.

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