París-Hollywood-París: avatares de la comedia francesa

Diane Kruger, en 'Llevame a la luna'.
Diane Kruger, en 'Llevame a la luna'.
Carlos Colón

23 de julio 2013 - 05:00

Comedia romántica, Francia, 2012, 104 min. Dirección: Pascal Chaumeil. Guión: Laurent Zeitoun. Yoann Gromb. Fotografía: Glynn Speeckaert. Música: Klaus Badelt. Intérpretes: Diane Kruger, Dany Boon, Alice Pol, Etienne Chicot. Cines: Bahía de Cádiz, Bahía Mar.

Como productor (Intocable) y guionista (Los seductores) Laurent Zeitoun parece haber encontrado la fórmula del cine comercial de digna factura y gran éxito. Su colaboración con el también guionista Yoann Gromb y el realizador Pascal Chaumeil es parte importante en el hallazgo de esta fórmula. Los tres crearon el éxito de Los seductores y ahora repiten con Llévame a la luna. ¿El secreto? Tan viejo como el teatro de boulevard y la comedia húngara que tanto éxito popular tuvieron a finales del siglo XIX y principios del XX; y que tantas grandes películas europeas y hollywoodienses inspiraron. Hay quien cree que esta nueva comedia francesa de tanto éxito en taquilla es una adaptación global-descafeinada de la comedia clásica americana de la edad de oro de Hollywood. No es así. Las raíces son más antiguas. Y son europeas. Es cierto que el cine americano creó -a través de guiones originales o de la adaptación de obras francesas y húngaras- la leyenda de la comedia loca. Pero a partir de raíces europeas, insisto. Sin el teatro francés de boulevard y la comedia húngara sería difícil que Lubitsch y Wilder (alemán y húngaro-austríaco, por otra parte) o Capra (italiano) hubieran existido.

Así que el divertido guión de Llévame a la luna no ignora la comedia americana (desgraciadamente lo peor de ella en las décadas negras de los 80 tipo La mujer de rojo, a su vez -esto es un lío- versión americana de la comedia francesa Un elefante se equivoca enormemente), pero responde más a la línea de la comedia francesa de enredo. El argumento es disparatado y brillante: temiendo que sobre su familia pese una maldición que malogra el primer matrimonio, una mujer con más sentido práctico que escrúpulos se casa con un desgraciado para asegurar la estabilidad de su posterior matrimonio con el hombre al que realmente ama.

La idea de que se narre casi como un cuento, como algo ya pasado, una historia que intenta salvar una cena familiar de Navidad aguada por las lágrimas de una recién divorciada, es estupenda. El imbécil escogido es un autor de guías de viaje lo que conduce las aventuras del matrimonio de conveniencia -o el matrimonio como exorcismo de maldiciones familiares- de París a Copenhague y de Nairobi a Moscú. El tipo del desdichado está hecho a la medida del actor/realizador Dany Boon: un entronque con la comedia francesa de los 70 -en sus primeros éxitos como actor fue dirigido por Patrice Leconte y Francis Veber- y uno de los símbolos de la más reciente comedia francesa tras sus éxitos como director con La casa de tus sueños y Bienvenidos al Norte. En el gag de la anestesia odontológica está formidable. El tipo duro pero continuamente puesto en ridículo que interpreta Diane Kruger es lo mejor de la película.

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