Cultura

Pablo Guerrero vuelve con la lluvia, esta noche en Cádiz

  • El autor de 'A cántaros' presenta en La Lechera un disco-libro que repasa su carrera 'Lobos sin dueño' es su último trabajo

Cuando, en aquel tiempo, muchos muchachos de provincias nos acercamos a Madrid, casi no habíamos oído hablar de Bob Dylan ni sus tiempos de cambio ni naturalmente sabíamos traducir A Hard Rain's Gonna Fall, pero descubrimos a Pablo Guerrero y su eterna canción A cántaros. Con el transcurrir de aquellos rápicos meses de finales de los 70, algunos también conocimos que, más o menos, querían decir lo mismo, y que ambas canciones rivalizaban dignamente en belleza e intención. Pablo Guerrero unió a mucha gente con esta canción, convocó multitudes (para aquellos años) que coreaban ese estribillo "que tiene que llover, tiene que llover, tiene que lloveeer, que tiene que llover a cántaros" y que realmente estaban convencidos de que la siesta se acababa para los que tenían "cuentas corrientes de seguridad" y planeaban "vender la vida, y la muerte, y la paz". Sueños.

Guerrero, poeta al fin y al cabo, hablaba de seres "hechos de nube" y "amasados con libertad" que sin embargo se preguntaban "¿pero quién nos ata?". Este artista triunfó en el Olimpia de París cuando ese escenario era el Olimpo consagrador de los cantautores españoles, lo que era lo mismo que decir la canción protesta de guitarra, letra y poco más. Pero Pablo Guerrero demostró desde el principio su preocupación por el aspecto formal de este género reivindicativo, y se hacía acompañar con contrabajos e instrumentos tradicionales. No quería olvidar tampoco su origen extremeño. En los festivales y relaciones de canción tradicional y protesta siempre figuraba al lado de su paisano Luis Pastor.

Poco después de la llegada de la democracia, convertido casi en un símbolo de esta conquista, Guerrero sacó un disco precioso, A tapar la calle, en el que ya fundía su música con los aires flamencos. Y no mucho después, como ocurrió a tantos símbolos de la lucha musical, sin que nadie más que él supiera por qué, la luz del cantautor extremeño se eclipsó, se diluyó. No se apagó, él siguió con su impulso creador, innovador, investigador, casi sinónimo de vender poco y de casi desaparición. A cántaros, sin embargo, ha seguido iluminando ciertos senderos, regando otros, porque lo que cuenta, lo que sueña, por desgracia no perece.

El año pasado, este poeta, músico y profesor que ha ido alargando su aspecto místico al tiempo que se acortaba y blanqueaba su barba, publicó un disco-libro, Lobos sin dueño, que resume, remueve y renueva los cuarenta años de carrera desde aquella canción fundacional a la que siguieron títulos también míticos como Porque amamos el fuego. Durante estos años, un cantautor como Ismael Serrano, que sabe a quién hay que pagar las deudas, ha producido algunos de sus discos.

En Lobos sin dueño, que presentará a las nueve de esta noche en la Sala Central Lechera de Cádiz, Pablo Guerrero hace un repaso en tres discos a su carrera, con reinterpretaciones de algunos de sus clásicos y con la inclusión de algunas canciones inéditas. Vuelve con la lluvia, un poco más viejo, igual de delgado, y con versiones más reposadas, y repensadas.

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