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Productora | Directora de Bowfinger
Cádiz/Lo que la mayoría apreciamos como un gesto de valentía, para la productora María Luisa Gutiérrez fue “un acto de responsabilidad”. Para entenderlo, regresemos un segundo al pasado. El confinamiento veía ya su fin. Se abrían las puertas de las casas y, con ellas, se abrían grandes interrogantes. El sector de la cultura y del entretenimiento se pensaba y repensaba –que tampoco es novedad– y el cine español, ese enfermo terminal que goza de tan buena salud, temblaba ante un panorama dibujado por las palabras miedo, distancia de seguridad, espacio cerrado... Poco a poco se iban desplegando las fases y las fechas en la que las salas de cine podían reabrir pero, ¿con qué...?
“Los cines necesitaban un producto y los americanos no iban a venir a salvarnos, ya que habían decidido no arriesgar y se iban a 2021. Realmente, nosotros estábamos en el centro de esa tormenta perfecta. Teníamos una película hecha que, además, tenía una marca del año pasado, ya que había sido la más taquillera. Era un momento en el que nadie sabía si había vida después pero tanto Santiago (Segura) como yo teníamos que hacer un acto de responsabilidad con aquello que nos ha dado de comer. Hablamos con las salas y tomamos la decisión. O estrenábamos entonces o quién sabe si después, cuando quisiéramos estrenar, a lo mejor lo que quedaban eran gimnasios o fruterías, pero no salas de cine. Podía salir mal, lo asumíamos, pero si nos salía mal a nosotros es que el cine ya estaba muerto”.
Pero les salió “bien” y Padre no hay más que uno 2, una película producida por Bowfinger, la productora de Segura y Gutiérrez, que dirige la empresaria, se echó a la espalda la reapertura de los cines españoles actuando de gran reclamo para los espectadores.
María Luisa Gutiérrez, una de las mujeres más influyentes de la industria del cine español, lo recuerda sin rastro de complacencia, quitándole heroísmo, y con la sencillez de quien asume los riesgos que conlleva un deber. “Pero claro que había miedo”, reconoce. Un miedo “distinto”. “Esta vez no pensabas en si la película iba o no a gustar sino si la gente estaría dispuesta a meterse, y meter a sus hijos, en un espacio cerrado; date cuenta de que hablamos de una película familiar”, explica la también miembro de la junta directiva de la Academia de Cine que se agarra a la buena respuesta del público en aquellos momentos para sembrar de esperanza el futuro del cine. “ Yo veo que hay futuro y la vida se abre camino, como decían en Parque Jurásico”, ríe la empresaria que la pasada semana estuvo en Cádiz, junto al también productor Álvaro Ariza, para inaugurar el curso de la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz.
Habrá futuro, sí, pero Gutiérrez también reconoce que la pandemia ha cambiado las formas de trabajar también en la industria del cine; “y muchos de esos cambios, que son buenos, han llegado para quedarse”, valora la productora de las dos películas de Padre no hay más que uno, No dormirás, Perdida, Ola de crímenes y Nieve negra, entre otras, que opina que “sobre todo hemos tenido que hacer, todos, a nivel global, un curso acelerado de digitalización”.
“Los contratos firmados a través de herramientas digitales que funcionan en tu propio móvil; las reuniones on line; trabajar con nuestros hijos en la habitación de al lado...”, enumera la empresaria sobre las cosas “buenísimas” que hemos aprendido estos meses aunque no ignora los grandes retos que nos dejan: “Uno de los que más me acojona, por ejemplo, es cómo vamos a ser capaces de gestionar toda esta documentación digital que hemos empezado a tramitar. No sé, imagínate que dentro de 4 años te piden esos contratos que estamos haciendo ahora... Espero que no me haya petado la capacidad del ordenador... Y el otro, pues que vamos a tener que aprender que si estás en un rodaje hay que limitar tus salidas, tus contactos sociales con lo que las relaciones humanas se van a ver coartadas... al menos, hasta que haya vacuna”.
Retos a los que se enfrenta el sector y que Gutiérrez suma a sus nuevas metas que ahora son también las de la Asociación Estatal de Cine (AEC) en la que acaba de ser elegida como presidenta. “A mí siempre me ha gustado ser muy activa en todo lo que es trabajar para el sector. Me gusta pelear por que las normas cambien, por que los incentivos crezcan, por que haya más unión entre los productores...”, argumenta la directora de Bowfinger que tiene claro que entre los primeros objetivos que tiene se encuentran “uno muy barato” que es “hacer didáctica sobre la figura del productor”. “Fuera del sector, hay una desinformación absoluta sobre qué es lo que hace un productor y, dentro, es importante que se le reconozca porque al final el productor es el que apuesta, el que tiene el riesgo empresarial, el que decide y el que contrata a los actores y, después, te encuentras que en un festival de cine invitan a la alfombra roja, como es normal, al talento pero no invitan al festival al productor que es el que ha hecho posible que ese talento esté en esa alfombra roja”.
Intentar desterrar del imaginario colectivo la idea de que “en el cine somos unos subvencionados” (“para acceder una subvención tienes que tener mínimo el 65% de la película financiada por otras vías”) es otra de las determinaciones de Gutiérrez que también tiene entre sus objetivos “las deducciones fiscales en España, que estamos por detrás de muchos países vecinos”, resume una mujer que no es que no tenga miedo “es que aprendí a comérmelo”.
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