"Fraga y Castro son sólo una excusa para reflexionar sobre el poder"
Manuel Fernández-Valdés. Realizador
El director lerense estrenó en la 44 Muestra Cinematográfica del Atlántico un documental sobre la visita que el líder cubano realizó a Galicia donde fue recibido por el entonces presidente gallego.
Manuel Fernández-Valdés (Pontevedra, 1979) ha estrenado con éxito en Alcances Fraga y Fidel sin embargo, un retrato de la breve visita a Galicia que el líder cubano Fidel Castro realizó en 1992 en la que fue recibido y agasajado por el que fuera ministro durante la dictadura de Franco, Manuel Fraga, y, entonces, presidente gallego.
-¿Dos días duró la visita de Fidel Castro a España, ¿48 horas dieron para tanto??
-Y más. El documental va sobre un hecho histórico, la visita de Fidel Castro a Galicia, donde visitó la casa en la que nació su padre. En nuestro país fue recibido por Fraga, por aquel entonces el presidente gallego. Estuvieron 48 horas juntos que dieron para mucho, tanto por la importancia de Fidel Castro como por lo que significa Fraga para la historia de nuestro país. El encuentro de dos personas que en principio pueden parecer tan opuestas es cuanto menos significativo. Cuando me senté a madurar la idea, me pareció una manera muy buena de hablar del poder.
-¿Cómo surge la idea de hacer un documental sobre este viaje tan curioso?
-A través de una columna de un periodista llamado Manuel Jabois y que se llama La revolución era una aldea, donde comentaba este hecho. En cuanto lo leí, le llamé y gracias a las cosas que me contó empecé a darle vueltas al tema. Su columna me abrió las puertas al hecho en sí e incluso al planteamiento, porque estoy muy de acuerdo con lo que él contó en ese texto.
-¿Qué cree que es lo más interesante de 'Fraga y Fidel sin embargo' desde el punto de vista del espectador?
-El sentido del humor con el que se ha tratado el tema. Se trata de un documental histórico donde hay un narrador que rehace el viaje y deja a un lado la solemnidad del hecho para contar la historia con ironía. Un juego interesante en el que al hecho se le da importancia y a la vez se le quita poniéndole un tono de humor. A pesar de todas las cosas que cuenta la película la gente, cuando la ve, se queda con que ha pasado un buen rato.
-¿Ha sido fácil encontrar en toda esta historia esas claves de humor, a pesar de ser un hecho aparentemente serio?
-No, no me ha costado encontrar el punto irónico y humorístico a la historia, en absoluto. El hecho está muy bien registrado, la prensa lo cubrió muy bien, al ser sólo dos días y la estancia más larga de Fidel Castro en España. Hay información sobre el viaje muy precisa y detallada, así que por ahí tenía muchas claves. Tan sólo la descripción de los hechos en sí es muy divertida, porque Fraga planteó una visita que no respetaba ningún tipo de protocolo oficial. Un viaje distendido en el que Fraga quiso implicar mucho a la población y se dieron una serie de encuentros gallego-cubanos que sólo con decirlo ya es gracioso. El tándem mojito-gaitas gallegas ya hace gracia... Me encontré con un material divertido de por sí.
-También es bastante curioso que se enfoque el documental desde la relación personal de ambos dirigentes. ¿Qué les unía realmente?
-No es que se plantee la película desde la relación personal de ambos, el documental en ningún momento pretende indagar en partes privadas de sus vidas. Se plantea más bien de una forma mucho más genérica, que al final nos envuelve a todos, ya que parte de una idea que es justo la opuesta a la que todo el mundo puede pensar. Me explico, si hablamos de Castro y Fraga juntos siempre pensaríamos que es algo muy contradictorio, en cambio el documental parte de una hipótesis distinta. La historia que contamos habla de que en lugar de existir un violento contraste entre ellos, como se puede pensar, les unía una violenta identificación; una vez juntos, no eran opuestos sino lo mismo. Fidel Castro y Fraga terminan convirtiéndose en una excusa para hablar de poder y reflexionar sobre él. Las ideas que defiende cada uno no son tan importantes como el mero hecho de ejercer el poder. Entre estas dos personas existe una relación porque ejercen el poder y simplemente por ese hecho van a compartir más cosas que con el resto de la gente que tenemos que estar obedeciendo y cumpliendo sus mandatos.
-¿Qué ha sido lo más fácil y lo más difícil a la hora de crear este documental?
-Lo más fácil ha sido crear esa parte humorística, de la que hablábamos antes. Tenía la seguridad de que al ser dos personas tan conocidas era fácil encontrar el atractivo al argumento. No ha sido necesario explicar y dar muchas vueltas al tema para que resultara atractivo. Decir Fraga y Fidel juntos ya suscita un interés. Por otro lado, lo más difícil ha sido la propia construcción del relato. Fueron dos días muy densos, con muchos momentos que son muy interesantes y todos tenían cabida. En la creación del documental se combinan tres elementos y su encaje ha sido complicado. Mucho material de archivo, el material que nosotros grabamos en nuestras investigaciones, donde visitamos cada lugar por el que pasaron para ver imágenes y hablar con aquellas personas que vivieron la situación, y por último la construcción de la voz en off, que tenía con unir y conjugar todos esos elementos.
-En esa visita de la que habla, surgirían mil anécdotas...
-Muchísimas. En la película hay muchas anécdotas muy divertidas, pero yo me quedo con la reflexión a la que nos lleva. Nuestra relación con el poder y la relación de los ciudadanos con los políticos es lo más interesante. Hemos intentado, además de la relación que tuvieron ellos dos, reflejar el papel que jugó la sociedad gallega en su encuentro y la manera en la que intervinieron. Hemos contado con testimonios que no esperábamos, muy bonitos.
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