Publicaciones

‘Estampas gaditanas’, un libro que rescata un trozo de la historia de Cádiz

  • Lucio Martínez de Salazar recopila en un libro trece textos sobre la ciudad escritos en 1943 por Alfonso de Aramburu

Lucio Martínez de Salazar.

Lucio Martínez de Salazar.

Alfonso de Aramburu Pacheco tiene una calle en Cádiz y es, sin embargo, un gran desconocido. La vía, que une la calle García de Sola con la avenida Juan Carlos I, lleva el nombre de este abogado y escritor gaditano nacido en 1920 y que falleció en 1950, poco antes de cumplir los 30 años. Lucio Martínez de Salazar Sepúlveda, su sobrino nieto, ha decidido recopilar en un libro trece de los textos que Aramburu escribió en torno a 1943, trece crónicas de la ciudad que descubren personajes y paisajes ya olvidados, casi tanto como el malogrado escritor, y cuya reedición supone el rescate de un trozo de la historia de Cádiz contado por un testigo directo. El libro, bajo el título Estampas gaditanas, se presenta hoy en la Fundación Cajasol a partir de las ocho de la tarde.

Del Centro Editores ha sido el encargado de publicar con excelso cuidado este libro que, en palabras de Lucio Martínez de Salazar, tiene un doble objetivo: “Por un lado, rescatar a los autores olvidados del Cádiz de principios de siglo, como Adolfo Vila Valencia, Miguel Martínez del Cerro, Augusto Conte... y uno de ellos es también Alfonso de Aramburu. El otro objetivo es dar a conocer imágenes, estampas de lo que era el Cádiz de la primera mitad del siglo XX. Es una época de transición, con el Carnaval prohibido, y Alfonso fue un autor muy centrado en el folklore de Cádiz y de sus carnavales”.

Aramburu alcanzó prestigio literario con La ciudad de Hércules, un libro con prólogo de José María Pemán que vio la luz en 1945 y en el que reunió también pequeñas crónicas sobre Cádiz. Y un par de años antes, el ya joven abogado preparó unos textos, precursores de la posterior Ciudad de Hércules, para participar en los juegos florales de la celebración del Corpus Christi, una especie de justas literarias en las que Aramburu logró quedar entre los mejores con las crónicas que habían ido apareciendo en la prensa y revistas de la época y que reunió para aquel certamen literario con el título Postales gaditanas.

Martínez de Salazar ha recuperado aquellas diez crónicas, les ha añadido otras tres que por su calidad le parecieron dignas de ser recuperadas y las ha publicado en el cuidado volumen de Estampas gaditanas, con la licencia de modificar el nombre original que su tío abuelo dio a sus textos: “Yo le he cambiado el título a estampas porque me parece más fidedigno; el autor coge una imagen de Cádiz y la describe, como si fuera un fotógrafo, como si fuera un pintor, la pinta. Y lo hace con palabras. Por eso se llaman estampas, porque es una reproducción fiel de trozos de la vida de Cádiz”.

En esa vida de Cádiz se reflejan historias de la ciudad y de sus personajes, imágenes olvidadas que se rescatan ahora con esta reedición de unos textos que hablan, entre otras cosas, de las torres miradores de la ciudad; de los mariscaores de la Caleta; del faro de Cádiz a través de José, su torrero; de Pepe ‘El Tuerto’, el botero del muelle, del Pescaílla... De ellas destaca Martínez de Salazar, como ejemplo de su calidad literaria, el texto de las torres miradores: “Las crónicas de las torres son preciosas porque las describe con una gran exactitud. Es curioso porque él denuncia el abandono de aquellas torres, entonces abandonadas y dedicadas a gallinero o almacén, y que ahora están valoradas y recuperadas. En general, aunque estos artículos se escribieron hace más de 75 años, no han perdido ningún ápice de su frescor”.

Esos textos fueron el germen de La ciudad de Hércules, un libro que Lucio Martínez de Salazar define como “muy descriptivo, precisamente con la misma técnica literaria con la que escribe estas estampas. No es una novela ni un ensayo, es una colección de crónicas y lugares”.

Para Martínez de Salazar, Alfonso de Aramburu puede considerarse también “precursor de lo que tan bien han hecho Julio Molina Font, con sus pequeñas historias sobre Cádiz, o José Manuel Serrano Cueto, con su Cádiz oculto”.

Estudiante en el colegio de San Felipe Neri hasta 1936, Alfonso de Aramburu pertenecía a la familia propietaria de la banca del mismo nombre. Con 16 años se alistó como voluntario en la Marina y sirvió en el crucero Almirante Cervera. Y cuando acabó la guerra, se licenció en Derecho en Granada hasta que en 1942, de nuevo en Cádiz, tomó posesión como abogado. Tuvo una gestoría en la calle San Pedro y trabajó en la banca familiar hasta que pasó al Banco de Bilbao con la fusión de las entidades.

Miembro del Ateneo de Cádiz, Alfonso Aramburu empezó a escribir muy joven, como joven murió apenas unos días antes de cumplir los 30 años. Lucio Martínez de Salazar estima que Cádiz y la literatura perdieron a un notable escritor: “Fue un autor contemporáneo de Carlos Edmundo de Ory. Su Ciudad de Hércules creo que ha marcado una senda que han seguido autores como Caballero Bonald o Fernando Quiñones, muy preocupados por lo que es el folklore y la historia de una ciudad. Podía haber sido un Fernando Quiñones, un escritor de relevancia en Cádiz, pero lamentablemente nos quedamos sin él. Y dejó sin publicar un inédito sobre el folklore de Cádiz, que hubiera sido como un libro muy revolucionario porque se dedicó a estudiar los carnavales y el cante jondo: ‘Alma y folklore gaditano’, se llamaba”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios