Edgar Allan Poe protagoniza una muestra en la Biblioteca Provincial

La exposición se incluye dentro del programa de animación a la lectura para jóvenes · La selección pretende "ir más allá de la celebración puntual y contribuir a descubrir la obra" del autor norteamericano

Ilustración de Luis Scafati para 'Poe', de Jordi Sierra i Fabra (Libros del Zorro Rojo).
Pilar Vera / Cádiz

15 de noviembre 2010 - 05:00

Pues sí. El sabía contar historias oceánicas, inabarcables y abismales. Intuiciones que lo ahogaban y que terminarían filtrándose -inevitablemente, deudoras de su gravedad simbólica- en no pocas historias posteriores. Edgar Allan Poe (Boston, 1809) es uno de esos autores que, casi olvidados en vida, terminaron desbordando su propia huella una vez muertos. Poe ha pasado a la historia como el maestro del género gótico con poemas como El cuervo o Annabel Lee y relatos tan conocidos como El barril de amontillado, El pozo y el péndulo o La caída de la casa Usher. De su pluma surgió el detective Auguste Dupin (Los crímenes de la calle Morgue), que serviría de molde para todas las demás sagas detectivescas. Sólo escribió una -truculenta- novela: La narración de Arthur Gordon Pyn. Y sólo tuvo -ironía- algo parecido a un éxito comercial: un libro educativo llamado Primera guía para investigadores de moluscos, que él prologaba.

Estos días, el autor norteamericano está siendo protagonista por partida doble en la ciudad: por un lado, la reciente representación de Allan -una recreación de los últimos días del escritor que la compañía Teatro Estudio Jerez llevó el fin de semana al patio del Colegio San Felipe Neri y que el grupo estrenó el año pasado para conmemorar el 200 aniversario del nacimiento del autor-. Y por otro, la inauguración hoy de la exposición La biblioteca maldita de la Casa Usher, organizada por la compañía de dinamización cultural Piratas de Alejandría. La muestra -dirigida a alumnos de Primaria y Secundaria- se incluye dentro del programa de fomento de la lectura En los libros anidan todos los sueños y recoge una selección de los más atractivos títulos de terror y misterio. La biblioteca maldita tiene la intención, según afirman los propios miembros de Piratas de Alejandría, de ir "más allá de la celebración puntual y seguir difundiendo la obra de Poe, ya que los lectores juveniles o adultos deben descubrir -o reencontrar- los inmensos ojos de Ligeia y los blancos dientes de Berlinale; adentrarse en el reino junto al mar de la hermosa Annabel Lee, descubrir la mente analítica de Auguste Dupin o recorrer las estancias de la lúgubre mansión Usher".

Pero, tal vez para desgracia del escritor, lo cierto es que Poe es Poe e inmortal no sólo por su obra sino también por su desangelada biografía. Fue una de las primeras figuras en rasgar la eternidad entremezclando vida, creación y connotación. Es decir, fue uno de los primeros autores convertidos en icono -en su caso, de malditismo-. Sus palabras, tan llenas de oscuridad e inconsciente, no podían surgir de un alma apaciguada. Y la de Edgar Allan Poe no lo fue nunca. Su padre abandonó a la familia muy pronto y el niño que fue Poe se crió en casa de unos tíos maternos. Tanto su madre como la que más tarde sería su esposa -su tierna prima Virginia, con la que se casó cuando ésta tenía sólo trece años- murieron enfermas de tuberculosis -un mal cuyo nombre en inglés (consumption) parece remitir a alguna maldición sobrenatural-. No fueron las únicas: su primer amor fallecería a causa de un tumor cerebral. Esta sangría de mujeres en su vida sin duda influiría en que considerara el tema de una "mujer hermosa" y agonizante como "el más poético del mundo".

La vida de Edgar Allan Poe, llena de quebranto y pobreza, se levantó siguiendo los esquemas infernales y precisos que puede seguir la existencia de todo alcohólico depresivo. Falleció en medio de las fiebres del delirium tremens, tras días de agonía.

Y, como en toda buena historia de horror, su muerte está rodeada por el misterio. A finales de septiembre de 1849, Poe desembarcó en Baltimore rumbo a Filadelfia. Nunca llegó a coger el tren que lo esperaba. Lo encontraron en una taberna, arrasado por la curda, vistiendo ropas que no eran suyas. Todos sus papeles médicos -incluyendo el certificado de defunción- desaparecieron, por lo que ni siquiera sabemos con exactitud la causa del fallecimiento.

Qué buena historia hubiera sido en sus manos.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último