Cultura

Carcajadas encapsuladas y sin fecha de caducidad

  • El trío catalán convence al Teatro Falla con su nuevo espectáculo, 'Bits', donde lo virtual se hace escenario

El humor de Tricicle es tan sumamente entretenido y eficaz que, a golpe de bit o haciendo trabajar un mínimo a la masa gris -depende de la capacidad de digerir su humor encapsulado de la que goce el espectador-, vuela rápido pero deja poso.

Inteligente aunque nada pretencioso, el trío catalán le da un buen repaso a la estulticia del universo digital y lo que se viene a llamar "Sociedad de la Información" en su nuevo espectáculo, Bits, cuando al confundirse este aparente progreso con lo real convierte lo cotidiano en algo muy sorprendente.

Como en el momento en que ya una fotografía no es un arma para el recuerdo sino consumo acelerado de presente, como si al hacer clic con el ratón del ordenador tuviésemos la capacidad ilusoria de torpedear la realidad. Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans, tras 35 años de teatro a sus espaldas, se atreven aún a descifrar la cotidianidad humana y su reflejo virtual en el que estamos inmersos en pequeñas píldoras de sano disfrute y desde una perspectiva privilegiada, ante un Falla que se entregó en la primera de sus cuatro funciones en Cádiz, el pasado jueves, a carcajada limpia, aunque no con lleno total en las localidades del coliseo.

Entre los sketches que dan forma a Bits destacan las críticas veladas a la hiperseguridad ciudadana, al ocio mediatizado por las nuevas tecnologías o a la fama exprés. Todo bien hilvanado entre aplausos y sin decir casi ni una palabra. No hace falta sacar lustre al espejo de nuestra identidad cuando somos conscientes de la caducidad de su reflejo.

Ante la sobreinformación del día a día que nada aporta, los integrantes de Tricicle clasifican el comportamiento humano con una exactitud taxonómica, desde el mérito de reflejar en la audiencia algunos de sus comportamientos más desapercibidos en el aquí y ahora pero inéditos cuando desnudan sus verdaderas intenciones.

Si esta crónica que les acompaña sirviera para chatear sobre las bondades de disfrutar de un montaje de Tricicle con un amigo o mejor, quedar con él y contárselo en persona al calor de una cerveza. O valiera para buscar en Youtube un vídeo de sus espectáculos anteriores y averiguar qué personajes regresan al escenario con energías renovadas. O fuera el impulso para bucear en la Wikipedia y conocer quiénes son esos Les Luthiers a los que con acierto homenajean en una infinitesimal pero impecable escena de la obra. Si al menos llevara a alguno de estos destinos, el objetivo de Bits se vería cumplido.

Y si el disfrute del público pudiera medirse no en bits, sino en carcajadas, apostaríamos por que este no fuera el último espectáculo de creación de Tricicle sino un nuevo fogonazo de creatividad para otras tres décadas de necesario humor. Que así sea.

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