El Centro Integral de la Mujer acoge hasta el próximo 29 de febrero la exposición titulada Cal y carbón, una muestra que reúne en la misma sala la producción pictórica de dos jóvenes artistas ubriqueñas, Estefanía Hernández Guerra y Patricia Rivero Moreno. El edificio del Palillero abre sus puertas de lunes a viernes, de 10.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.30 horas.

En palabras del pianista ubriqueño Gregorio Benítez, paisano y amplio conocedor de la obra de ambas artistas, "contemplar Cal y carbón supone sumergirse en un microcosmos, tan personal como antitético, imaginado por estas dos jóvenes artistas, quienes hacen de su arte gráfico un vehículo de expresión personal tan honesto, despojado de elementos fútiles desvirtuadores de su mensaje, que el público queda atrapado -desde el primer instante- por la franqueza de su arte".

"Tanto Estefanía Hernández Guerra como Patricia Rivero Moreno -continúa Gregorio Benítez-presentan sólidos puntos en común: ambas son ubriqueñas, poseen, a pesar de su juventud, una dilatada carrera artística repleta de reconocimiento, y la ciudad de Granada ocupa un lugar central en su formación académica. Fuera de estas características, las dos generan un binomio artístico tan antagónico como complementario, en el que las visiones contrapuestas de una misma realidad se integran en un mismo objetivo, dando así origen a una estética propia difícil de encasillar en moldes inamovibles".

Estefanía Hernández (Ubrique, 1984) nos adentra en traducciones de una realidad marcada por rostros expresivos, miradas penetrantes, arrugas hirientes que marcan silencios en el que contempla su obra. Su colección presta abolengo a personajes anónimos, antihéroes sociales, que en la mano de esta "artista artesana" -como ella misma se define- cobran la dignidad que solo la tradición pictórica ibérica ha sabido fielmente reflejar y perdurar a lo largo de siglos.

Patricia Rivero (Ubrique, 1987) es una creadora que zambulle al visitante en la recreación más hedonista de sus sentidos, a través de una contemplación del patio andaluz enfocada desde una perspectiva que sería -excesivamente- injusta y simplista definir como naif, pues su paleta cromática y distribución de formas encierra un arte sofisticado y exquisito que supera cualquier definición estereotipada.