Cádiz recibe al gran renovador de la 'chanson' francesa, Dominique A.

Edith Piaf, Brel, Brassens. Hubo un tiempo en que la chanson era observada desde España con admiración y sus seguidores eran legión. Quizá el momento cumbre habría que situarlo en los años gloriosos de Paco Ibáñez, cuando tradujo y cantó en el Olympia la traducción de uno de los grandes temas de Brassens, La mauvaise reputation (La mala reputación), que seguramente cualquiera de ustedes puede cantar de carrerilla. Y es casi seguro que buena parte de los mayores de 50 años chapurrearían sin problemas el Ne me quite pas, de Jacques Brel. Pero hace tiempo, mucho tiempo, que Francia no es una referencia musical para España.

Dominique Ané, Dominique A., que es como todo el mundo lo conoce, subsana dentro de sus posibilidades esta laguna. Aunque empezó a principios de los 90 con el minimalismo, con tremendas canciones depresivas recopiladas en su primer trabajo, La Fossette, su apertura a ciertos ritmos folk y al rock han hecho que en los últimos tiempos creciera una notable parroquia española que también se ha introducido en el universo de la nueva chanson que él abandera. Todo esto sucedió cuando se hizo indie en su tercer disco, La memoire neuve, que curiosamente es el título de una canción de Jacques Brel. Ahí consiguió saltar tímidamente los Pirineos. Hablamos de 1995, ya ha llovido y, sin tener un éxito arrollador, en las tertulias musicales se podía hablar de Dominique A., ¡un francés!, y a la gente no le sonaba a chino. Al fin y al cabo, es el único de su país que lo ha conseguido desde que Serge Gainsbourg doblara el gorro en 1991.

Dominique A., sin duda la figura más relevante de la música gala en la actualidad, es lo más parecido a una estrella con pasaporte francés que pisa nuestro territorio.

Lo demuestra la gira que está realizando por trece ciudades españolas, con éxito de público en cada uno de sus conciertos y que hoy llega a Cádiz dentro del ciclo del Campus Rock, uno de los acontecimientos musicales de la temporada que va a pivotar sobre el disco que el músico francés trae bajo el brazo, Vers les lueurs, que tiene la cualidad de ser aceptado por sus seguidores de la etapa más oscura y añadir nuevos devotos a su música. En realidad, Vers les lueurs es un disco muy sencillo de escuchar y tiene entre sus canciones lo que en su día serían dos singles de libro: la pegadiza y rockera Mainstream; y Rendez nous le lumiere, muy épica, muy en la tradición francesa, que aquí no se podrá escuchar como cuando emebelesó en el último Primavera Sound, con un acompañamiento de viento y metal, sino de manera más íntima, que es como hay que acostumbrarse a ver los conciertos por aquello de los costes.

Como ahora todo es fácil de escuchar, es aconsejable un paseo por el Spotify para analizar un magnífico disco poblado de grandes canciones, que serán las que se podrán escuchar en el Aulario y descubrir la capacidad camaleónica de la estrella francesa, saltando un poquito del jazz al intimismo y despellejarse finalmente en Par les lueurs, que cierra por ahora la agradable obra de Dominique A.