Historia

Cuando Cádiz fue puerto esclavista

  • La Academia Hispano Americana presenta hoy en el Casino Gaditano el libro ‘Cádiz y el tráfico de esclavos. De la legalidad a la clandestinidad’, de Carmen Cózar y Martín Rodrigo

Carmen Cózar, durante un acto de la Academia Hispano Americana.

Carmen Cózar, durante un acto de la Academia Hispano Americana.

Cádiz tuvo un pasado esclavista. La ciudad que alumbró la primera Constitución española cuestionando los cimientos del viejo régimen, aunque no llegó a prohibir la esclavitud, aprovechó pese a su carácter liberal el posterior periodo de prohibición para fomentar el tráfico clandestino de personas. El libro Cádiz y el tráfico de esclavos. De la legalidad a la clandestinidad, de Martín Rodrigo y Carmen Cózar, analiza con rigor este hecho histórico en muchos puntos desconocido. La obra se presenta hoy en el Casino Gaditano, a las 19.00 horas, en un acto programado por la Real Academia Hispano Americana.

Este libro, como cuenta a este periódico la profesora de la UCA Carmen Cózar, es el resultado, por una parte, de una investigación compartida titulada La participación española en el tráfico de esclavos y los legados de la esclavitud en España, 1765-1886 y, por otra, del congreso que se celebró en la Universidad de Cádiz en octubre del año pasado, en el que se puso de relieve cómo Cádiz fue un enclave estratégico en el comercio y tráfico de esclavos desde el siglo XVI hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Cózar destaca que esta investigación ha despertado “un gran interés” porque se centra en una época, entre los años 1820 y 1868, en la que el tráfico de esclavos está prohibido pero sus consecuencias no son tan conocidas: “El libro nos revela, en una proyección temporal, las características y los rasgos que el tráfico de esclavos tuvo en la época en que éste tráfico era permitido y las formas clandestinas que la trata adoptó a partir de su prohibición por el tratado hispano-británico de 1817. A partir de esa fecha, el tráfico aumentó al margen de la ley. La necesidad de mano de obra esclava en Cuba para trabajar en los ingenios del azúcar, que asegurara un amplio mercado, impulsó a muchos a dedicarse a este lucrativo contrabando”.

Según relata Cózar, fueron muchos los españoles –marineros, capitanes, armadores y comerciantes– que continuaron clandestinamente con este negocio arriesgado de por sí pero que generaba importantes beneficios. Los esclavos fueron vendidos, fundamentalmente, en Brasil y en la isla de Cuba. “Sólo en esta colonia española –apunta la profesora gaditana– se calcula que se desembarcaron a más de medio millón de africanos esclavizados en los años del tráfico ilegal”.

Y en este punto aparece Cádiz en el horizonte, en el marítimo y en el histórico, una ciudad cosmopolita, repleta de comerciantes y capitanes de todos los rincones de España y, también, de otros países del mundo: “El océano Atlántico se convirtió en un espacio integrado en el que África, Europa y América se relacionaban entre sí a través del ilícito comercio y del tráfico de esclavos. Un gran número de buques fueron equipados clandestinamente para el negocio de la trata en los puertos atlánticos, y de todos ellos Cádiz fue el más importante puerto esclavista europeo, cuando ya los grandes puertos esclavistas ingleses y franceses habían dejado casi completamente de participar en esta actividad”.

Recuerda Carmen Cózar que el tráfico de esclavos fue “uno de los grandes problemas escondidos y no resueltos” en las Cortes de Cádiz, donde se trató el asunto sin llegar a resolverse: “Se debatió en sesiones privadas y cuando en contra de la opinión de muchos se llevó a cortes generales, se formó una fuerte polémica y tuvo que ser retirado. Se pone en evidencia que la ideología liberal chocaba con los intereses económicos y con la estructura económica cubana. Es paradójico que en la etapa isabelina algunos de estos traficantes de esclavos militaban en los partidos políticos liberales, e incluso alguno llegó a ocupar un escaño en las Cortes”.

Tanto el congreso como la investigación de Carmen Cózar y Martín Rodrigo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, ayudaron a desvelar el papel de Cádiz en este clandestino tráfico humano desconocido en muchos de sus detalles: “Existen pocos vestigios en Cádiz del tráfico de esclavos y de la esclavitud. En la iglesia del Rosario, las tallas policromadas del siglo XVIII de Santa Ifigenia y San Benito de Palermo nos recuerdan la existencia en la ciudad de la cofradía de los Morenos, esclavos negros cristianos. Ramón Solís, en El Cádiz de las Cortes, nos habla del callejón de los negros y de la leyenda que ese nombre oculta. La prensa de la época nos da información de la existencia de esclavos domésticos en la ciudad hasta el año de su abolición en 1837. En el curso de nuestra investigación, hemos identificado el domicilio familiar de algunos traficantes de esclavos que operaron en Cádiz en la época del tráfico clandestino. El libro supone una importante aportación a la historia del tráfico de esclavos y de la esclavitud en España durante los siglos XVIII y XIX”, señala Cózar.

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