Las voluntarias manos de Cruz Roja que atendieron a casi 150 isleños en 2024

El programa social Final de Vida y Soledad no Deseada funciona en San Fernando desde 2018

Voluntariado en San Fernando: un buen momento para abrazar la vida

Una imagen del voluntariado de María Gil, de Cruz Roja, en San Fernando, en casa de María Sevillano.
Una imagen del voluntariado de María Gil, de Cruz Roja, en San Fernando, en casa de María Sevillano. / Lourdes de Vicente

El centro de Cruz Roja en San Fernando es el lugar desde donde se coordina el programa de Final de Vida y Soledad no Deseada que funciona de la mano de la Fundación La Caixa. El año pasado se acompañaron a 145 personas de La Isla dentro de esta iniciativa que la fundación bancaria comenzó a impulsar en España en 2016 y que llegó a la provincia de Cádiz en el formato actual dos años más tarde. Además, dentro del programa de cuidados paliativos que se desarrolla en hospitales se atendieron en 2024 a 1.200 personas de la provincia gaditana. Quien aporta estos datos es Ana Reyes, trabajadora social que coordina el equipo que con cuatro psicólogos va marcando la labor que los voluntarios de Cruz Roja, como la que María Gil hace con María Sevillano, realizan con este programa.

“La soledad puede ser una opción o no serlo; y el problema es cuando no lo es. Cuando al final la soledad no es elegida, duele. Y si además esa soledad se produce cuando la persona está en momentos de final de la vida puede ser muy dolorosa, incluso afectar a la salud física y emocional de la persona. El voluntariado se encarga de mitigar los efectos de esa soledad no deseada, haciendo ese acompañamiento”, explica Ana Reyes.

La trabajadora social isleña señala que los beneficiarios de este programa no son todas personas de edad avanzada, sino que también las hay más jóvenes a las que una enfermedad determinada se acompaña de un mal pronóstico y de una esperanza de vida corta: “Cuando se aproxima el momento, bien sea porque hay una enfermedad con un pronóstico de vida disminuida o, simplemente como es el caso de María, tiene una cierta edad y aunque no significa que vaya a fallecer mañana ella es consciente de que está en la recta final de su vida, ahí se despiertan una serie de cuestiones de la búsqueda del sentido de la vida. Por eso es importante la lectura de su propia vida, de los temas pendientes, de despedidas... Hace poco hicimos una actividad donde poníamos en valor la importancia de la despedida en vida, porque ayuda a cerrar ciclos emocionales, a seguir avanzando, a irte en paz cuando es final de vida”.

“Ellos hacen mucha lectura de su vida -insiste Ana Reyes-, también de la búsqueda del sentido, el miedo que da la muerte, al final es verdad que forma parte de la vida, pero es innegable que genera cierto miedo, es algo desconocido, es una etapa más desconocida y genera mucha incertidumbre y miedos”.

Este programa de acompañamiento domiciliario solo se da, hasta el momento, en San fernando. En el resto de la provincia hay acompañamientos similares, relacionados con la edad o con el servicio de paliativos, en hospitales y residencias. Así, hay voluntariado en el hospital Puerta del Mar de Cádiz, en el Hospital de Jerez, en residencias como la Fundación Centro de Acogida de San José en Jerez y en Fragela en Cádiz o en la residencia de Cruz Roja de San Fernando.

Ana Reyes matiza las diferencias entre realizar el acompañamiento en un centro hospitalario de mayores o sanitario y hacerlo en la propia casa de la persona: “Siempre digo que en domicilio hay que ser muy cuidadoso, porque al final son personas muy vulnerables que te abren las puertas de su mayor intimidad. En primer lugar, siempre hago una visita antes de iniciar los acompañamientos, una visita a la casa porque es fundamental que la persona tenga sus necesidades básicas cubiertas, sus necesidades de higiene, de alimentación, de cuidado en el hogar, porque el voluntariado viene a acompañar”.

El caso de “las dos Marías”, como las define Ana Reyes, es un buen ejemplo. Con esas necesidades bien cubiertas por su ámbito familiar, el acompañamiento de Final de Vida y Soledad funciona en toda su extensión y objetivos: “Permite un acompañamiento más emocional, más espiritual en todas sus acepciones, que además en el caso de María Gil y María Sevillano, después de tantos años, les ha permitido crear un vínculo que va más allá del propio voluntariado”.

La Fundación La Caixa y el derecho de “todos” a sentirse acompañados en el final de las vidas

Este programa de Final de Vida y Soledad es un de las herramientas que maneja la Fundación La Caixa para estar presente en la sociedad y ofrecer alternativas sociales y humanas a las personas que más lo necesitan. Como se explica en la página web de la propia fundación, este programa permite ofrecer “acompañamiento, por medio de personas voluntarias formadas, a personas con enfermedades avanzadas en el momento final de la vida”.

“Desde su puesta en marcha en el año 2016 -explica la Fundación-, esta iniciativa no ha dejado de crecer. Nuestro firme propósito es seguir creciendo para poder seguir acompañando y alentando a todos aquellos que lo necesiten. Pues creemos que sentirse acompañado en el momento final de la vida es un derecho de todos”.

Entre los objetivos que se marca este programa destacan: “Ofrecer apoyo emocional; estar con la persona y posibilitar el intercambio interpersonal; facilitar la socialización; acompañar, facilitar gestiones, colaborar en rutinas diarias diferentes a las que pueden ofrecer los profesionales: acompañar a las visitas médicas, acompañar en los paseos al aire libre, etc; fomentar y compartir aficiones, y promover otras actividades lúdicas, intelectuales, culturales”.

Después, en cada lugar en que se desarrolla este programa, las circunstancias y posibilidades de las entidades colaboradoras que coordinan la iniciativa sobre el terreno, de sus voluntarios y de los propios beneficiarios irán moldeando y adaptando las actividades específicas de cada acompañamiento, siempre dentro del marco general de los objetivos fundamentales.

Actualmente, el programa cuenta con 13 redes repartidas en 7 comunidades autónomas. Además, las comunidades autónomas de Madrid, Cataluña, País Vasco y Andalucía cuentan con más de una red de atención.

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