Vivir al filo de la Peña de Arcos
Esta formación geológica protegida como monumento natural, en la que se asienta el casco antiguo, ha contabilizado dos desprendimientos en dos años
Nuevo desprendimiento en la Peña de Arcos
Alzando la vista desde un tramo de carretera que va a la zona llana de las huertas de Arcos maravilla su silueta en la parte más alta, a decenas de metros de distancia del suelo, donde se aprecian los edificios históricos del conjunto monumental como el castillo, parte del salón de plenos del Ayuntamiento, el balcón del Cabildo (en construcción), el Parador, el convento de las Mercedarias, casas, más casas, edificios nobles…. Es la Peña de Arcos, una mole geológica protegida desde 2011 como monumento natural por la Junta de Andalucía que sostiene, a lo largo de más de un kilómetro y medio de longitud y un centenar de metros de altitud, al pueblo de Arcos, uno de los más singulares por su propio relieve.
Pero, de vez en cuando, este gigantesco peñasco sobre el que se levantan edificios históricos y viviendas da algún susto cuando se desprenden rocas que corren ladera abajo. Sobre todo, para los vecinos que tienen sus viviendas al filo del tajo, aunque ya están casi hechos a ello. Y eso fue lo que pasó el pasado sábado 23 de agosto, cuando sobre las cinco y media de la tarde se escuchó primero un estruendo y luego se formó una nube de polvo en la plaza del Cabildo y alrededores. Había habido un desprendimiento de piedras en una zona por debajo del convento de las Mercedarias y cercano a la terraza del Parador. Las autoridades locales, junto a la Policía Local y los Bomberos, actuaron con celeridad para tranquilizar a la población y se emitió un comunicado ya que no hubo que lamentar daños personales. Dos torretas de iluminación en la misma Peña quedaron afectadas. Ahora, el Ayuntamiento de Arcos anuncia que elaborará un estudio técnico para saber la situación actual de la misma para avanzar si se precisan actuaciones en el terreno para garantizar la tranquilidad de vecinos.
No es la primera vez que Arcos sufre este tipo de corrimientos de tierra en la parte alta de la Peña. En octubre de 2023, se produjo otro en la calle Cardenal Spínola y aledaños, donde no hubo daños relevantes. Algunos recuerdan, también, otro gran desprendimiento hace 20 años, que llamó la atención mediática de aquel entonces. Y así, conviven de toda la vida los vecinos del casco antiguo de Arcos, con cierta normalidad y algún sobresalto cada cierto tiempo por la erosión de esta gran roca caliza, que talló el río Guadalete a su paso, dejando dos tajos que son la fisionomía de este pueblo.
“No tenía ni idea de que estas casas están encima de una peña y que nosotros estamos sobre ella. Hemos entrado al pueblo por un sitio que esto no se aprecia”, “¡qué susto!”, dice una mujer de visita al pueblo con su familia, que acaba de inmortalizar el momento haciéndose una foto con los suyos en unos de los miradores de la localidad serrana. “No, mujer, no pasa nada. Aquí llevan toda la vida esas viviendas ¿Ves estas iglesias tan bonitas? Son San Pedro y San Agustín. Llevan en pie desde el siglo XVI y XVII y ahí siguen”, le responde otra mujer de la zona.
En una mañana de agosto tranquila, con menos bullicio que de costumbre en las calles por las fechas vacacionales y por el calor que va apretando, otra paisana más mayor, asomada a su patio exterior echa cuenta de los años que lleva viviendo en el casco antiguo. Son unos 60 años. Explica que, dependiendo de la cara donde estén ubicadas las viviendas, unas dan para la Peña Nueva y otras para la Vieja. “Pero no sé por qué se llaman así, la vieja y la nueva. Eso vendrá de los tiempos de …”, dice, dibujando con una mano en el aire el infinito. Ella nunca, sostiene, ha tenido miedo por vivir encaramada a un montículo tan elevado ante posibles movimientos del terreno. “En la vida. Jamás he notado nada. En mi casa no hay grietas”, apostilla en relación al revuelo que se forma cuando hay desprendimientos. Aprovecha esta vecina del casco antiguo de Arcos para reivindicar este lugar y su barrio de San Pedro, donde ha criado a sus hijos y se vive bien, para que no languidezca por falta de servicios o tiendas. “Aquí se vive estupendamente. Hay que tener buenas piernas para subir y bajar las cuestas. Pero nada más. Te digo que hay casas cerca, que las han comprado gente joven. Por algo será. Aquí, lo único que necesitamos es que nos pongan algunas cosillas como la farmacia que si no, tengo que ir a la Corredera, a por las medicinas”, sostiene la mujer amablemente.
Otra persona cuenta que trabaja en el corazón monumental y no recuerda deslizamientos de piedras en la parte de la Peña Nueva. Hasta este sábado pasado, que se escuchó un ligero estruendo, seguido de una nube de polvo que llenó la Plaza del Cabildo.
Y hay quienes proponen y lanzan como alternativa, por si las administraciones recogen el guante, que se dote a distintas zonas de la Peña de una especie de malla metálica, que fije superficie y dé consistencia a las piedras sueltas, que van desprendiéndose fruto de la erosión, para que amortigüe posibles caídas.
Por su parte, el alcalde de Arcos, Miguel Rodríguez (PP), declaró que “es sabido que la Peña, cada cierto tiempo, nos sorprende con un desprendimiento de estas características. Ya me tocó al inició de mi toma de posesión vivir otro, cerca del arco de Matrera. Nuestra Peña tiene el material que tiene, y sus peculiaridad con las temperaturas, el agua, la erosión… Nos aseguraremos de que los edificios que dan al tajo tengan tranquilidad con estos estudios que se van a elaborar”, anunció tras este nuevo corrimiento.
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