Los narcos viran hacia las playas de La Janda por la presión en el Guadalquivir
El último alijo de 410 kilos de cocaína frente a la Cala del Varadero en los Caños de Meca pone de relieve otro cambio de tendencia entre los grandes clanes del tráfico de drogas en el litoral gaditano
La Guardia Civil aborta un alijo de 410 kilos de cocaína en la costa de Barbate
Los cuatrocientos kilos de cocaína incautados por la Guardia Civil en Barbate la pasada semana confirman un nuevo viraje de los clanes del narcotráfico del Estrecho. El efecto globo en su estado más puro. Si la vigilancia aprieta por el río, nos vamos con viento fresco a las playas del sur. Es una práctica tan antigua como efectiva. De Sanlúcar a Barbate, de Barbate a Sanlúcar y vuelta a empezar. No obstante, hay variaciones y permutaciones de un mismo elemento. La última detectada por los agentes es que las gomas cada vez se acercan menos a la costa. Ahora son embarcaciones más pequeñas las que se encargan de hacer ese último trasvase. Esto es lo que ocurrió la pasada semana en los Caños de Meca, en la zona conocida como la Cala del Varadero. “No es lo mismo que les pillemos 1.500 kilos de coca a que el golpetazo sea de 400. Prefieren dividir la carga en varios viajes. Si ven que aparecemos le meten gas a la goma porque nuestras patrulleras rápidas sí que les inspiran respeto”, dice un guardia civil de la lucha antidroga.
Y eso que el problema que tienen los nuevos modelos que usan en el Servicio Marítimo para poner en aprietos a los narcos (las nuevas Rodman 66) es que sus cascos son de aluminio y superestructura de poliéster reforzado con fibra de vidrio no son tan resistentes como les gustaría. Esto las hace tan ligeras que pueden alcanzar los 60 nudos de velocidad, pero, en contraposición, cuando el mar se pone duro su casco llega a sufrir golpes que las obligan a pasar por los astilleros para ser reparadas, dejando vendido el litoral.
Cuando esto sucede son las embarcaciones de Huelva y Málaga las que refuerzan el área del Estrecho, el más castigado por unos narcos que, definitivamente, han dado el salto del hachís a la cocaína, con el riesgo que esto entraña.
Y es que, actualmente, resulta imposible encontrar a traficantes que no estén armados con fusiles de guerra que convierten en mantequilla los chalecos antibalas que llevan los agentes de los cuerpos de seguridad del Estado.
Rumoreaban los vecinos de La Janda que hubo una noche, quién se acuerda, en que no hubo ningún intento de alijo en sus costas. Lo normal es que varias gomas cargaditas de regalos hagan acto de presencia en cuanto el sol se empieza a esconder. Es el salvaje oeste. Lo peor es que cada vez está más cerca de producirse un tiroteo tan mortal como el del OK Corral.
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