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Juan Luis Morales (AxSí) | Alcalde de Villamartín

“Todos hemos tomado aún más conciencia de la importancia de la agricultura”

  • El alcalde de Villamartín dice que por ahora su pueblo no ha sufrido demasiado los efectos del confinamiento gracias a la actividad en el campo. "Aquí el paro ha bajado durante la pandemia", afirma con satisfacción

  • "Tengo dos líneas rojas como alcalde: el déficit siempre tiene que ser cero y no puedo dejar algo peor de como me lo encontré"

Juan Luis Morales, en una esquina de la Alcaldía de Villamartín delante de las banderas y junto a una foto aérea del pueblo que data de la década de los setenta.

Juan Luis Morales, en una esquina de la Alcaldía de Villamartín delante de las banderas y junto a una foto aérea del pueblo que data de la década de los setenta. / Ramón Aguilar

El andalucista Juan Luis Morales dice con rotundidad que es el alcalde menos mediático de toda la provincia de Cádiz. Pero esa negativa a tener un perfil excesivamente público no le impidió el año pasado ganar unas elecciones municipales en esta localidad serrana por tercera vez consecutiva. Incluso, fue capaz de mantener sin muchos problemas una cómoda mayoría absoluta. En esta entrevista, y desde la experiencia que dan los nueve años que lleva ya en la Alcaldía, Morales habla del presente de Villamartín, de varias cuestiones comarcales y del futuro de su partido, Andalucía por Sí (AxSí), heredero natural del ya desaparecido Partido Andalucista (PA). Pero por encima de todo saca pecho del rendimiento del sector agrario de su pueblo, cuya valía, por si alguien lo dudaba, ha quedado patente durante esta crisis sanitaria.

–Llegó usted a la Alcaldía en 2011, con la anterior crisis en pleno apogeo. ¿Ve usted diferencias entre esa crisis y la que estamos empezando a vivir ahora?

–La diferencia está en que en 2011 yo sabía dónde iba y qué tipos de problemas me iba a encontrar, pero ahora no. Con el coronavirus no tenemos certeza de nada. Hay mucho miedo y mucha responsabilidad pero esta es una crisis del día a día. No sabemos con qué problemas nos vamos a encontrar la semana que viene. Vamos a ciegas.

–¿Pero han aumentado las demandas en servicios sociales?

–En servicios sociales ha habido un incremento de solicitud de ayuda pero ha sido leve, en torno a un 5% o un 10%. No es lo de 2011 porque no nos han llegado casos de impagos de hipotecas. Tenemos  miedo a lo que pueda pasar en los próximos seis meses, porque también hay mucha gente en los ERTE y la hostelería está abriendo de forma timorata. Habrá que esperar para ver hasta dónde llega esta crisis. Lo que va a venir en los próximos seis meses con la recuperación económica no sé qué será, pero en estos meses de estado de alarma tengo la sensación de que Villamartín no ha sufrido mucho.

–Hombre, el campo ha seguido a pleno rendimiento...

–Claro, esa es la clave. Desde el primer momento la agricultura quedó establecida como uno de los trabajos esenciales, y esto nos ha cogido en plena primavera, cuando el campo está al cien por cien con la recolección de zanahorias, boniatos o melones y con  la plantación del algodón. Es que se da la paradoja de que durante la pandemia aquí ha bajado el paro. Eso es fruto del pilar que supone la agricultura, que ha tirado claramente de la economía local en estos meses. Yo recuerdo de viajar a Cádiz a recoger unas mascarillas y ver la Avenida principal totalmente vacía. Y aquí, en cambio, sí había actividad, sobre todo a eso de las siete de la tarde, cuando volvía toda la gente del campo.

"Las protestas en el campo deben volver porque los problemas de rentabilidad siguen siendo los mismos"

–Esta pandemia acalló las quejas del campo, lo que se denominó la 'rebelión de los tractores'. ¿Cree usted que volverán esas protestas?

–Es que tienen que volver porque la situación productiva del campo no ha cambiado. Los problemas de rentabilidad son los mismos que hace un año. El Covid-19 lo que ha hecho es situar al campo como un producto estrella. Todos hemos tomado más conciencia aún de la importancia que suponen la agricultura y el campo. Y ahora quizás su mensaje puede llegar mejor y con más claridad cuando las organizaciones agrarias decidan retomar sus reivindicaciones. El problema del campo se viene arrastrando desde hace 30 años. Antes llevabas un kilo de trigo y te daban un kilo de pan. Ahora en cambio si das ese kilo de trigo lo que recibes es una décima parte de un kilo de pan. Esa merma, que es real y que se viene arrastrando durante 30 años, hace que esto sea improductivo. A un joven que quiera montar una empresa agrícola le resulta ahora inviable porque la amortización de lo que tiene que invertir tardaría unos 30 años en producirse. Y a todo eso hay que sumarle los costes, el precio de la tierra, el tener que adelantar el dinero de la campaña... Por eso el campo está circunscrito actualmente a agricultores con cierta edad y a unos pocos de sus hijos. No hay capacidad de que vengan empresarios nuevos a invertir.

–¿Y cómo están evolucionando los cultivos en Los Llanos?

–Pues el proyecto de los riegos está ya a un 60 o un 70% de las tierras cultivadas para ese fin. Hay por ejemplo 500 hectáreas del típico melón francés que se consume en toda Europa y que es diferente al que comemos nosotros. Ahí se exporta todo y es un cultivo que está creando mucha mano de obra. Además, ese proyecto tiene su fase de implantación para que la manipulación se pueda hacer aquí, porque ahora se hace a caballo entre Puerto Serrano y Villamartín. Ese cultivo tiene entre 300 y 350 jornaleros y eso supone un balón de oxígeno impresionante para un municipio agrario. Aquí lo importante es que el cultivo se consolide porque eso es fundamental para que luego la industria auxiliar se implante aquí. La continuidad en el tiempo es fundamental, y la de los melones se va a implantar. Aparte de eso hay dos patas más. Una es la apuesta fuerte por el espárrago. Ahí se está buscando una nave para manipular aquí el producto, algo que actualmente se está haciendo en Arcos, en La Pequeña Holanda. Y luego están los nuevos cultivos del olivar extensivo en campiña. Si no pasa nada, en breve tendremos nuevas almazaras con producciones específicas a nivel ecológico que se van a implantar aquí. Todas son puntas de lanza que tienen que ir rompiendo.

–Hace un año ya de su tercer triunfo electoral, de nuevo con mayoría absoluta. ¿Cuál es el secreto de ese éxito?

–El secreto de un alcalde que gane unas elecciones debe estar en su trabajo diario. Aquí en Villamartín creo que la gente ve el trabajo de  este gobierno, que siempre estamos al pie del cañón y que no huimos de los problemas. Después habrá cosas que nos saldrán mejor o peor, pero la constancia siempre está ahí. Pero, en cualquier caso, a mí no me gusta hablar de victorias o derrotas en unas elecciones. Prefiero hablar de que cuando se vota, la gente elige una opción política para los siguientes cuatro años. Y ya está.

–La situación política de Villamartín es curiosa. Aquí todo se reduce a un pulso entre andalucistas y socialistas. La presencia de IU y PP siempre ha sido y sigue siendo muy residual.

–Bueno, sí. Yo tengo claro que en las municipales nosotros asumimos aquí el apoyo de gente que en otras elecciones vota al PP, a IU o incluso al PSOE. Es posible que nos vote mucha gente que suele votar al PP, pero con eso solo no llegas a los 10 concejales. Sumamos de todo el arco político. Eso me lleva a pensar que no somos un producto ideológico sino un producto de gestión.

–¿El gobierno de Villamartín se siente discriminado ante administraciones superiores por no ser ni del PSOE, ni del PP?

–En los nueve años que llevo de alcalde no he sentido discriminación. Cada vez hay menos trato de favor entre los pueblos. El plan de reparto de fondos ahora es plural y hay además mucha más transparencia. Yo no tengo quejas en ese sentido. Es verdad que hay puertas a las que llamo y no me aportan soluciones, pero hay otras vías para lograrlo. Eso es lo que tenemos que hacer los alcaldes de pueblo.

"Ahora mismo los andaluces no quieren andalucismo, pero nosotros trabajamos para que eso cambie"

–¿Cuál es el futuro de su partido, Andalucía por Sí?

–Yo formo parte de la coordinadora nacional de AxSí y sé que ahí hay mucha gente trabajando mucho. Pero el andalucismo en nuestra tierra es como el Betis porque somos el segundo partido de mucha gente. El andalucismo debe de existir siempre y en este nuevo tiempo, desde que el PA decidió dimitir del pueblo, se nota cada vez más esa carencia. Nuestra obligación es mantener viva la llama del andalucismo a la espera de que la gente note la necesidad de tener una voz real que defienda a esta tierra. Ahora mismo los andaluces no quieren andalucismo, pero nosotros trabajamos para que eso cambie. Nuestra opción está ahí y seguirá viva.

–¿Ha alterado algo el coronavirus sus prioridades de gestión para lo que resta de mandato?

–Se han roto un poco las expectativas y en los próximos 10 meses veremos qué se puede reconstruir de lo que uno tenía pensado. Pero en mi caso tengo siempre unas líneas rojas que me autoimpongo y que no puedo sobrepasar. La primera es que el déficit aquí tiene que ser siempre cero. Yo no puedo gastarme un euro de un futuro alcalde o de un futuro vecino de mi pueblo. Si yo este año genero ocho, no puedo gastarme más de ocho. No se puede ser un derrochador. Y la otra línea roja es que cuando me vaya de aquí no puedo dejar nada en peores circunstancias de como me lo encontré. Por ejemplo, el servicio de la basura podrá mejorar mucho o poco de como estaba cuando llegué en 2011, pero en ningún caso podrá estar peor. Y esto es un compromiso para todos los ámbitos competenciales de este Ayuntamiento.

–En materia cultural y turística, ¿qué impide a Villamartín poner en valor el dolmen de Alberite, que es único en Andalucía?

–Con el dolmen de Alberite, al igual que con el Castillo de Matrera, que son los dos bienes de interés cultural que tenemos en Villamartín, sucede lo mismo. Con los yacimientos arqueológicos hay un problema y es que el atractivo funciona si el bien cultural está en el casco urbano. Cuando están lejos no funcionan. No sé por qué es así pero hay muchos ejemplos de ello en toda Andalucía. No es que la población no lo sienta suyo sino que se pierde el control sobre él. En el dolmen se han hecho muchas inversiones en vigilancia, en control... pero termina perdiéndose. Ahora hemos recuperado su control y vamos a centrar allí todos nuestros esfuerzos, pero lo vamos a hacer sabiendo que está en medio del campo, a siete kilómetros, y que está expuesto a las gamberradas. Ese es el hándicap del dolmen y de la torre.

"Ya ha habido conversaciones con la Junta para construir en Villamartín un hospital público comarcal"

–¿Es usted partidario de empezar a hacer ruido para que se haga la autovía Arcos-Antequera o aún se mantiene el margen de confianza hacia la ‘nueva’ Junta de Andalucía?

–Ambas cosas. La Junta me insiste en que su compromiso es firme y que van a dar pasos adelante en esa autovía. Y hay que concederles un margen. Yo tengo la esperanza de que en este mandato se visualice al menos el proceso de licitación de algún tramo. Pero también es verdad que llevamos 30 años esperando, que se nos ha prometido 30 veces y por 30 responsables políticos diferentes, y que no hay nada aún. Lo que rechazo es la teoría de la Junta de que hacer una autovía debe estar vinculado a una saturación o colapso de la carretera, como sucedió en la travesía de Arcos. Yo no quiero que esa autovía sea una solución a un problema sino que sea una inversión para esta comarca y para toda la provincia.

–En las últimas semanas han aumentado las críticas a la Junta de Andalucía, a la que se le acusa de beneficiar a empresas sanitarias privadas con la derivación de pruebas médicas. ¿Qué opina al respecto el alcalde de Villamartín, que tiene en su municipio uno de los hospitales de Pascual que tienen un concierto con la Junta?

–El hospital que Pascual tiene en Villamartín se abrió en 1996 y fue una revolución. Supuso un salto cualitativo indudable para toda la comarca. Pero ese es un proyecto consolidado y Villamartín y toda la Sierra deben aspirar ya a tener un centro público de sanidad que atienda a la ciudadanía. Y eso debe ser compatible con la existencia de un centro privado, al que se le pueden ir derivando muchas pruebas cuando sea preciso. Ya hay conversaciones con la Consejería de Salud e incluso está medio decidida ya la ubicación que tendría esa instalación sanitaria pública, que iría en una parcela de Villamartín que es propiedad de la Junta. Eso es del todo punto necesario porque la Sierra es un punto negro de Andalucía en cuanto a atención sanitaria pública.

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