educación | el tdah en la provincia

Una epidemia en el aula

  • Ya son casi 2.000 los escolares de la provincia diagnosticados de trastornos de hiperactividad o falta de atención, 400 más que hace sólo dos cursos

"Si hay algo que no aguantaba es que mi hijo me viniera con una anotación del profesor en la que se decía: 'No presta atención en clase'. Fui al director: 'Oiga, esto es como si tuviera un hijo ciego y me dijera que no ve la pizarra. ¡Si tiene déficit de atención cómo va a prestar atencion!".

Este testimonio lo pueden prestar miles de padres de la provincia porque se trata del trastorno más diagnosticado entre escolares. TDAH, una siglas que se han hecho familiares los últimos años. Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se presenta de tres maneras, como hiperactividad, como déficit de atención, o los dos juntos más un tercero, la impulsividad, "un completo" o "la trinidad", en el argot.

En el curso actual, según datos de la delegación de Educación, están registrados en la provincia 1.975 alumnos con TDAH. No es un diagnóstico médico, matizan, "sino una definición de necesidades educativas del alumno y su respuesta".

En muy pocos años la prevalencia ha subido como la espuma, casi como una epidemia. En 2010 no llegaba al millar los chavales con este dictamen. En 2014 había 1.550. Son 400 alumnos más en sólo dos cursos. Rara es el aula que no tiene un caso.

Manuel es ya un adolescente. Tiene 16 años y fue diagnosticado a los 7. Es un experto en su trastorno, se ha preocupado de estudiarlo desde que un psiquiatra le dio un cuento de un kanguro que se llamaba Trasto y se dio cuenta de que él era como Trasto. Su padre tiene 50 años y explica que él descubrió, cuando diagnosticaron a su hijo, que él también había sido un TDAH . "Pero a mí no me llamaban TDAH, a mí me llamaban 'diablórico' y la única terapia que me daban era la regla de madera. Afortunadamente tuve un profesor muy bueno que se preocupó por mí y me sacó adelante".

Y es que aunque el TDAH no tiene nada de nuevo y hay definiciones de niños nerviosos desde estudios de mediados del siglo XVIII, no fue bautizado (reacción hiperkinética de la infancia fue su primer nombre) y aceptado en los tratados clínicos hasta 1968. En un principio era un diagnóstico residual y, según los países, su prevalencia es mayor o menor. En Estados Unidos es del 9%, en España del 6%, según el Informe Pandah, y en Francia es prácticamente inexistente, no se suele diagnosticar (lo que no quiere decir que no exista). Una nueva corriente, popularizada por el periodista especializado Robert Whitaker en su libro Anatomía de una epidemia y que en España capitanea el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo Marino Pérez, niega la mayor. Sencillamente, el TDAH no existe. Para Pérez, "el TDAH carece de entidad clínica. Convierten en patología problemas normales de la infancia (despistes, travesuras...), los convierten en diagnósticos a medicar".

Teresa Guerra, psiquiatra en la Unidad de Salud Mental Infantil de Algeciras, conoce la corriente crítica y contesta con un "pregunte a los padres si el trastorno existe o no existe". Admite que en su día el trastorno estaba infradiagnosticado y no descarta que en la actualidad pueda existir un sobre diagnóstico, pero no tiene duda de que el trastorno está ahí y es de origen genético. Es decir, algo sucede biológicamente que explica esos comportamientos en los chavales, del mismo modo que "cualquier maestro puede apreciar los cambios en el niño en cuanto entra en tratamiento".

Ese cambio suele consistir en que el niño, para empezar, deja de molestar en el aula. La familia también se alivia sabiendo que no se trata de que sean malos educadores, sino que la causa está en el trastorno. La presidenta de la Asociación provincial de padres con hijos hiperactivos, con más de 200 miembros, Rosa Caballero, se rebela contra los críticos: "Yo les diría a todos los que ponen en duda la exisencia del trastorno: ¿usted ha convivido con un TDAH?". Para ella, los resultados de los tratamientos son evidentes. Y hablamos de fármacos para chavales: "La medicación no cura, pero es como las gafas para los miopes. Las gafas no hacen que dejes de ser miope, pero ves. La medicación, apoyada en terapias, no hace que dejes de ser hiperactivo, pero te permite avanzar al ritmo de tus compañeros, dejar de ser ese chico al que no te invitaban a los cumpleaños... Te permite integrarte, evita sufrimientos en el niño".

De lo que hablan los críticos es que en torno al TDAH se ha montado un gran negocio. Y debe serlo. La medicación que toman estos niños, que la Seguridad Social no sufraga en su totalidad por no considerarse 'punto negro', tiene un coste que se mueve entre los 50 y los 140 euros. Si se cuenta con un especialista, un psicopedagogo que apoye al chico para las tareas escolares ayudándole a estructurar y enseñándole a estudiar, se pagarán entre 15 y 20 euros la hora. Un psiquiatra privado para regular la medicación costará entre 80 y 90 euros la sesión, ya que Salud Mental del SAS no podría permitirse una atención permanente a tal cantidad de casos. Si se añade terapia psicológica, con otros 60 euros por consulta, tendríamos un gasto mensual de unos 500 euros. No todas las familias se lo pueden permitir, si bien estamos poniendo una atención extrema al muchacho. Con todo esto, evidentemente, los resultados serán buenos, aunque algunos orientadores hablarían de "sobreprotección".

El metilfenidato es el principio activo que se receta a estos niños. Libera dopamina y despierta la atención. Pero si de lo que hablamos es de un 'completo', es posible que al niño también se le recete risperidona, un antipsicótico, que hace el efecto contrario, le calma. Según Teresa Guerra, con respecto a fármacos anteriores con metilfenidato, se ha logrado una liberación prolongada que reduce efectos adversos y no crea dependencia cuando se retira, si bien los niños lo suelen tomar durante toda su infancia. Janssen, el laboratorio belga especializado desde hace décadas en medicamentos psiquiátricos, ha sido el que ha comercializado la marca más habitual de metifenidato, Concerta. Para la risperidona es Risperdal,comercializado también por Janssen. Janssen ha encontrado un magnífico nicho de mercado: la infancia. Marino Pérez y los críticos dicen que Janssen no da a los niños tratamiento, sino un dopaje por el cual mejoran artificialmente su rendimiento.

José Ramón Gamo,fundador del Centro de estudios de Atención a la Diversidad Educativa y que participó en San Fernando en las jornadas convocadas por la Asociación de Padres de Niños Hiperactivos considera que la mejor forma de zanjar el debate se encuentra en los resultados. "Podemos hablar de si hay sobrediagnósticos o no, pero lo que no podemos hacer es quedarnos con los brazos cruzados ante un problema que existe y que existen las maneras de tratarlo. Hay unos síntomas y unos comportamientos y hay una manera de encauzarlos colaborando padres y profesionales".

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