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El día que Franco visitó Gibraltar

  • Estuvo, y además no fue de paseo El sociólogo Salustiano del Campo entiende que a la sombra del Peñón fue rediseñada la sublevación militar de 1936

Franco visitó Gibraltar. Y no sólo eso, allí mantuvo reuniones que le llevaron a rediseñar la sublevación de 1936 que marcaría la historia reciente de España. No fue una visita secreta -Gibraltar Chronicle publicó un artículo al día siguiente- pero sí que ha pasado desapercibida para los grandes biógrafos del dictador hasta ahora. El hito está todavía en investigación pero ya se conocen muchos detalles. Los recogieron José Beneroso Santos y Belén López Collado en un magnífico artículo publicado en la revista Almoraima y acaba de rescatarlo el sociólogo linense Salustiano del Campo en una publicación en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Franco estuvo en Gibraltar y no fue de paseo. El día es el 8 de marzo de 1935. El entonces Jefe Superior Militar del Protectorado se disponía a incorporarse a su nuevo puesto en Marruecos. Hacía días que un fuerte temporal de levante había cortado el tráfico entre la península y la costa africana. Ese es el panorama que el general se encuentra cuando llega a Algeciras el día 6 después de toda la noche viajando en tren desde Madrid. Lo recibe Luis Martín-Pinillos, comandante militar algecireño, con quien acuerda posponer el traslado al otro lado del Estrecho. Con esto obtiene lo que Beneroso Santos y López Collado consideran "la excusa perfecta" para quedarse en Algeciras y, de ahí, desplazarse al Peñón "sin levantar sospechas".

En esas fechas se encuentra en Gibraltar Sir William Fisher, comandante en jefe de la Flota del Mediterráneo, almirante desde 1932, quien se había desplazado para entrevistarse con el gobernador, el general Harington, y garantizar que la pista de aterrizaje mantuviese un uso exlusivamente militar, a lo que éste se resistía.

La reunión se produce con toda probabilidad en el Rock Hotel. Acuden numerosas personalidades civiles y militares británicas. Parte de la lista es segura y parte está por confirmar en próximas investigaciones. Allí encontramos al gobernador Harington, y a su lado a Alex Beattie, secretario colonial, y al capitán del Puerto, Arthur Steele. Es posible que estuviera el propio almirante Fisher, así como Lionel Imossi, presidente de la Cámara de Comercio, y George Gaggero, propietario y presidente de MH Bland & CO Ltd, que tenía los únicos hidroaviones que existían en la zona. Otros empresarios locales como Russo y Alberto Isola podrían están por allí, así como importantes familias españolas muy cercanas a Gibraltar como Larios, Ibarra, Domecq... al menos estaban al corriente de la visita, así como un grupo de empresarios judíos gibraltareños entre los que pudieran estar David Benaim, Benholta y Jacob Bentotila, con importantes intereses económicos en Tánger. La mayoría de ellos, muy vinculados a Juan March, el empresario y contrabandista balear que acabó financiando el golpe de Estado de 1936. Del Campo especula incluso con la posible presencia de Winston Churchill.

Franco llega con Martín-Pinillos, amigo del general en la zona, donde había construido una extensa red de contactos, tanto en Algeciras como en la Roca, desde que había estado al mando del Regimiento de Pavía en 1932. Con ellos acude Ricardo Goizueta, director de Tarik Petroleum, afincado en Gibraltar desde 1934, amigo de los Larios y muy cercano al círculo del general. Es un hombre que fue clave por cuanto garantizó el suministro de carburante para los insurrectos. Nadie sabe por ahora de qué hablaron, pero cuando terminaron esa y posteriores reuniones de los sublevados con sus contactos gibraltareños, los golpistas habían diseñado algo tan importante como el sistema por el cual se avituallarían de combustible.

Ese mismo día comienzan unas maniobras de la Royal Navy en el Estrecho y al siguiente Franco llega por aire a Ceuta. Curiosamente, pocos días más tarde llega a Gibraltar el general Sanjurjo, que se centró en buscar el apoyo de los masones del Peñón. Parecía querer quitar protagonismo a Franco, con el que se disputaba el liderazgo de la revuelta. Pero el proyecto de alzamiento nacional había experimentado ya, según los expertos, un giro importante. Y todo a la sombra del Peñón, donde se pudo producir el definitivo reparto de papeles de la sublevación.

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