Desaparecidos: El duelo infinito
En la provincia de Cádiz hay 118 personas desaparecidas actualmente
Un criminólogo de la UCA, de prácticas en la Guardia Civil, ha logrado identificar a un cadáver aparecido en el mar en 2018
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Cádiz/Al despertar comienza la pesadilla. El frío del otro lado de la cama golpea con la dureza de un iceberg. En la mesita de noche, una foto recalca la ausencia. ¿Qué habrá sido del hombre que le devuelve la mirada? ¿Seguirá vivo? ¿Estará intentando volver a casa? Las preguntas se agolpan en su cabeza otro amanecer. La incertidumbre es lo peor. Provoca una angustia que se le hace bola en la garganta y le quita las ganas. La desaparición de un ser querido no solo roba vidas, también desgarra la realidad de quienes se quedan, sumergiéndolos en un ciclo interminable de búsqueda, desasosiego y duelo. Sólo que es un duelo que no quema esas cinco fases que la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross propuso en 1969 y que todavía mantienen su vigencia. La negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación han quedado atascadas en un hoyo cuyas paredes resultan imposibles de escalar, una angustia congelada en un grito mudo de horror que ha echado raíces en las entrañas.
El impacto emocional de la desaparición de una persona va más allá de la pérdida física. Las familias se introducen en una espiral de emociones que, en muchos casos, acaba provocando trastornos de ansiedad, depresión y una sensación de desamparo que es difícil de superar.
Según el Ministerio del Interior, actualmente 1.954 personas continúan desaparecidas en el país (1.384 hombres y 570 mujeres). Muchos de estos casos están relacionados con situaciones de vulnerabilidad, como violencia de género y problemas de salud mental. A estos hay que añadirle 88 menores de los que no se tienen noticias (82 chicos y seis chicas).
Habitualmente, la provincia de Cádiz encabezaba las estadísticas nacionales en cuanto a desaparecidos, si bien en buena parte se debía al fenómeno de la inmigración ilegal y la cantidad de personas (muchas de ellas menores sin acompañar, los conocidos como Menas) que cada año llegan a las costas gaditanas. Actualmente, según la web de Interior, en Cádiz hay 118 personas adultas desaparecidas (109 varones y 9 mujeres), además de ocho menores. Desde la creación del Centro Nacional de Desaparecidos en 2021 se entiende que los Menas no pueden ser contabilizados en las estadísticas gaditanas porque esta es simplemente una provincia de paso hacia latitudes más septentrionales.
A lo largo de la historia de España se han dado casos de desapariciones tremendamente mediáticas. Quién no recuerda al Niño Pintor de Málaga, desaparecido el 6 de abril de 1987 cuando contaba con 13 años de edad; o a María Teresa Fernández, de Motril, de la que se perdió la pista el 18 de agosto del año 2000 cuando tenía 18 años. Ambos siguen sin aparecer y prolongan un duelo interminable.
Para intentar ayudarles en su dolor son muchas las personas que dedican su vida a estudiar este fenómeno. Uno de ellos es Adán Moisés Arboleda, criminólogo gaditano que desde muy joven se sintió fuertemente atraído por el fenómeno de los desaparecidos. Adán incluso ha sido capaz, junto a la Guardia Civil, de resolver el caso de un cadáver sin identificar hallado flotando en aguas de Chipiona en el año 2018. “Por cada persona que desaparece, hay entre 9 y 12 que padecen el dolor psicológico, pero también sufren económicamente, porque las casas a veces se hunden, y si no lo hacen se resienten porque invierten en detectives para investigar el caso. Es una bola tremenda. Crea alarma social. Es el fracaso del Estado de derecho, que es incapaz de ubicar mínimamente lo que pasó. Hay cadáveres que se destruyen, otros se incineran, como hizo José Bretón con sus propios hijos en Córdoba, y resulta extremadamente complicado trazar un relato”, nos cuenta.
Merced a un convenio de colaboración firmado entre la Guardia Civil y la Universidad de Cádiz, estudiantes de postgrado realizan prácticas en las dependencias de la Benemérita. Adán fue el primero de ellos. “Hice mi máster sobre violencia criminal y ese mismo curso se firmó este convenio con el objetivo principal de que se produzca una transferencia de conocimientos. Se me concedió la plaza en la Guardia Civil de Cádiz y tuve la inmensa suerte de dar con el coronel Luis Martín, en aquel entonces teniente coronel todavía, que me abrió las puertas de su casa. De hecho planteo el Trabajo Fin de Máster de cara al tema de las desapariciones, que es un mundo amplísimo y tiene un segmento que entra dentro de la criminalidad”, cuenta Adán.
Adán comenzó a trabajar en Policía Judicial junto al capitán Antonio Sañudo, “que posee un bagaje increíble”, cuenta. “Por una coyuntura de un estudio de mareas que hago en relación a lo cadáveres que aparecen a la deriva, uno de los agentes me cuenta que hay un caso sin resolver desde hace años. Mi tesis va sobre estos, en los que entran cuatro palos fundamentales: homicidios no resueltos, desaparecidos, cadáveres sin identificar (un cadáver sin identificar en un sitio es un desaparecido en otro) y fugitivos. En el marco de un crimen también es pieza fundamental”, relata Adán.
“Se me permite examinar un documento fabulosamente redactado y documentado que hizo la Guardia Civil en 2018. Un cadáver que aparece en Chipiona flotando en el mar. Las autopsias se documentan fielmente pero no hay mucho más. Guardia Civil da aviso a Interpol y ahí queda la cosa. A través de lo que había en ese atestado acabé dando con un individuo. Sólo hay tres cosas que nos dan una identificación fiable al 100%, ficha dental, huella dactilar y, la estrella, que es el ADN. Mientras no haya eso no es serio decir que está identificado, pero a este señor, digamos que al 95%, lo teníamos por las pesquisas que pude hacer”.
Adán realizó un informe criminológico, porque los criminólogos no sólo se ocupan de crímenes, y, gracias a un tatuaje que presentaba el cuerpo pudo empezar a tirar del hilo. “A través del tatuaje establezco la posible nacionalidad. Acabo dando con documentos, perfiles, situaciones y todo eso se cristaliza en un informe que presento al capitán de Policía Judicial. Este lo manda nuevamente a policía de otros países con sus datos de ADN”.
Explica Adán que si se identifica la nacionalidad de un cadáver “tenemos el 50% del problema resuelto, todo lo demás es muy complicado”. Este señor llevaba un tatuaje aún visible en su cuerpo deteriorado tras varios días en el mar. “Me llama la atención la ubicación. Estamos hablando de un varón de unos 60 años, con un tatuaje ubicado en la cadera. Llego a la conclusión de que no es mediterráneo, porque en su generación no eran tan comunes los tatuajes, y menos en esa zona del cuerpo. Este señor es anglosajón o francés, deduzco. Además lleva un anillo con un vaciado que se suele realizar en el Reino Unido. Y no desaparece en su tierra sino en Portugal, con lo cual tenemos ya tres nacionalidades implicadas en un caso judicial sin cerrar. Desaparece en el sur de Portugal y aparece en Cádiz por unas corrientes grandes. Recorre unos 120 kilómetros en muy pocos días. Cuando hablamos de corrientes la gente suele pensar en las olas, pero estas no son tan importantes, son las corrientes submarinas las más poderosas”. Con todo esto se le pudo poner un nombre al finado y enviarlo a Reino Unido para que la Policía británica contacte con sus familiares.
“Un policía judicial manda mis informes, el ADN y en ese informe yo ya llevo identificada a la hija;la Policía británica va a tomarle una muestra de ADN para compararlas. Y hubo coincidencia”.
Y es que la criminología no sólo es una ciencia de sangre y del morbo sino del comportamiento. “Te sirve para los criminales, las víctimas y para los que están en medio que no son ni una cosa ni otra. Se saca mucha información de una persona simplemente por su forma de vestir, de moverse, por la kinesia que se llama, los gestos”.
La identificación del cadáver de su padre supuso una liberación para su hija. “Los restos de su padre están custodiados en Cádiz y está en trámites de repatriación”, explica Adán.
El tutor
El tutor de Adán Moisés Arboleda en la Comandancia fue el capitán de la Policía Judicial, Antonio Sañudo. Además de reconocer que el convenio con la UCA les permite atraer talento y juventud al instituto armado, explicó a este diario que en los casos de desaparecidos resultan fundamentales “las primeras 48 horas, incluso las primeras 24”.
A lo largo de su extensa y fructífera carrera, Sañudo se ha enfrentado a muchas situaciones de desaparecidos, algunas de ellas con un desenlace fatal. “A veces las personas mayores se desorientan, empiezan a andar por zonas rurales y se pierden. Entonces es fundamental poder encontrarlos en las primeras 24 horas, porque, a esas edades, una noche a la intemperie puede resultar fatal”.
Antonio aconseja a los familiares ante este tipo de desapariciones “no llamar continuamente al móvil, porque la batería de un teléfono sin usar puede durar unas 24 horas, pero si se le llama se acaba antes. Si somos capaces de conseguir una orden judicial que nos permita actuar con el geolocalizador podemos situarlo con un error de metros. Eso es fundamental”.
El capitán de la Policía Judicial de Cádiz habla de las estadísticas de desaparecidos y de por qué la provincia siempre estaba a la cabeza. “Hasta la creación del Centro Nacional de Desaparecidos nuestra provincia y Almería siempre aparecían a la cabeza en el número de desaparecidos cada año, superando incluso a otras como Madrid o Barcelona. Esto nos hizo buscar una casuística y la encontramos en la inmigración ilegal que entra por sus costas. Lo curioso es que esos menores que entran por Cádiz no se detienen aquí, igual van a Francia, Alemania o Reino Unido, pero sin embargo eran contabilizados en nuestras estadísticas. Ahora ya no se hace así y los números son acordes a los de otras provincias”.
El Centro Nacional de Desaparecidos (CND) en España se estableció en 2021 bajo la dirección del Ministerio del Interior. Su principal función es centralizar y coordinar la información sobre personas desaparecidas, facilitando la colaboración entre las diferentes fuerzas de seguridad y organismos involucrados en las búsquedas. Algunos de sus objetivos son la búsqueda y localización; la atención a las familias, proporcionando apoyo y orientación; la recopilación y el análisis de los datos para entender mejor la problemática de las desapariciones y, por último, la colaboración internacional, trabajando con otros países y organizaciones para abordar casos de desapariciones que cruzan fronteras. Además, el CND busca sensibilizar a la sociedad sobre esta problemática y promover la prevención.
En el caso resuelto del cadáver identificado, el capitán Sañudo recuerda que los conocimientos aportados por Adán fueron muy importantes. “Hay que tener en cuenta que hay ocasiones en que los cuerpos, por llevar tiempo en el mar o en condiciones extremas de conservación, pierden hasta las huellas dactilares, que son básicas para nosotros. A nivel judicial ni siquiera nos resulta válido que una persona lo reconozca, hay que tener unos datos que deben ser corroborados por las huellas o el ADN. En este caso concreto habíamos conseguido tenerlo a buen recaudo y cuando Adán nos ofreció una posible identidad de este persona, que era un desaparecido en otro lugar, nos pusimos en contacto con los cuerpos de otros países para determinar que finalmente estábamos en lo cierto”.
El coronel Luis Martín, jefe de la Comandancia de Cádiz, también confesó a este diario su satisfacción por los buenos resultados que está dando este convenio con la UCA. “Nosotros aportamos nuestra experiencia y ellos acercan hasta la Guardia Civil gente muy joven, muy preparada, con talento, que nos viene muy bien”, afirma.
Cuanto más esfuerzos se vuelquen para aportar algo de consuelo a los familiares de personas desaparecidas mucho mejor. Obtener certezas es vital para empezar a completar ese duelo que les atormenta. Un duelo que debe acabar.
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