Influencia del coronavirus en la provincia de Cádiz

Las farmacias se rebelan contra los turistas insolidarios

  • "Llegan los clientes, compran tonterías, reconocen que vienen solamente para darse un paseo y se ríen de nuestras indicaciones y de nuestras medidas de seguridad. Es indignante", explica la propietaria de la única farmacia que hay en la urbanización de Roche, en Conil  

El interior de la farmacia de Roche, con sus tres empleadas y sus carteles informativos, en una imagen de este lunes.

El interior de la farmacia de Roche, con sus tres empleadas y sus carteles informativos, en una imagen de este lunes. / Manuel Aragón Pina

Las farmacias de la provincia de Cádiz han mostrado su indignación con la actitud de sus clientes más insolidarios, que se localizan sobre todo en aquellas zonas costeras que estos días acogen a ciudadanos de otras zonas de España que han llegado a sus segundas residencias huyendo del coronavirus. Una de esas voces críticas es la de Sonia Garrido, propietaria de la única farmacia que hay en la urbanización de Roche, en Conil, que asegura que hay muchos clientes "sobre todo de fuera" que entran en su local simplemente para huir así del confinamiento domiciliario.

Garrido se expresa con mucha claridad: "De cada 15 clientes que entran, apenas uno necesita un medicamento de modo urgente. El resto vienen, como ellos mismos reconocen, para darse un paseo, porque saben que ir a las farmacias está permitido en el actual estado de alarma en el que nos encontramos, y compran tonterías, como una barra de labio o crema solar", reflexiona.

La propietaria de la única farmacia que hay en Roche, que cree que la presencia de policías locales en la puerta de su negocio podría evitar estas situaciones, se rebela sobre todo con las reacciones de estos clientes foráneos. "Se ríen de nosotros, de nuestras advertencias, de los carteles informativos que hemos colocado y de las medidas de seguridad que hemos puesto en la farmacia", lamenta. Entre esas medidas se incluye incluso una cuerda que han colocado a un metro del mostrador para mantener una distancia de seguridad con la clientela.

Sonia Garrido explica que la masiva presencia de usuarios en su negocio impide que pueda poner turnos de trabajo en el local, donde hay tres trabajadoras que están funcionando al cien por cien. "Y nuestros clientes deberían saber que si caemos enferma alguna de nosotras, la farmacia tendrá que cerrar y la única alternativa que tendrían sería desplazarse hasta Conil o Chiclana", razona esta farmacéutica que insiste en la necesidad de que la ciudadanía se quede en su casa y sólo acuda a las farmacias en casos urgentes.     

 

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