El bar El Chirri, puesto en marcha por el veterano Enrique Travieso hace poco más de un año en El Puerto de Santa María, logra atraer al público con su propuesta de mariscos y frituras de pescado muy cuidadas.

Enrique Travieso Robles es un veterano de la profesión. A sus 56 años se las sabe todas. Hace poco más de un año, el 19 de junio de 2015, se lió la manta a la cabeza junto a su mujer, María José Bollullos, de su misma edad y abrieron restaurante propio en la calle Airon, en la zona cercana al parque de Las Dunas, junto a la avenida del Descubrimiento, en El Puerto de Santa María. Han decidido rotularlo con el apodo de su padre, “El Chirri”, un pescadero que les enseñó a sus hijos todos los secretos del marisco y el pescado. De hecho otro hermano de Enrique, José Manuel, tiene en la avenida de Valencia el restaurante El Rincón del Chirri, también especializado en mariscos y pescados y donde Enrique estuvo trabajando dos décadas.

De la cocina de El Chirri de la calle Airon no paran de salir platitos de cigalitas pequeñas y gambas de Huelva. Las gambas las cuecen al momento, cuando las pide el cliente, al igual que los langostinos. Un plato con cigalas pequeñas o una ración de gambas puede salir en torno a los 10 o 11 euros y las medias raciones de pescado frito pueden estar en torno a los cinco o los seis. Aunque hay carta, la mayoría de los clientes prefiere preguntar por lo que hay, ya que la cosa cambia en función de lo que haya entrado de la mar. Enrique señala que “la clave, por lo que está viniendo tanta gente aquí es porque ofrecemos mariscos  y pescados de calidad a unos precios muy moderados”. De hecho una comida para dos con gambas y cigalas cocidas, media ración de pescado frito y unas huevas aliñás salieron por 32.50 euros.

Enrique señala que va a diario a los mercados de abastos de El Puerto, Jerez y Sanlúcar. “No voy todos los días a los mismos. Depende de la jornada. La clave está en que compro para el día, nada más, para que todo esté lo más fresco posible. Ofrecemos esos precios simplemente porque compramos bien y porque le ponemos un margen muy corto”. Entre los pescados fritos suele tener cazón, acedías, tapaculos, chocos, puntillitas, salmonetes, pijotas… y lo que entre. Para empezar tienen una ensaladilla que realizan con gambas de las buenas y patatas… nada más, excepto dos o tres tiritas de zanahoria para adornar el plato. Las huevas cocidas se aliñan tan sólo con cebolleta. Son platos sin trampa ni cartón, para que destaque la materia prima.

Otra de las especialidades de la casa son los guisos marineros. Suelen tener rape al pan frito, atún encebollao al estilo de Barbate, pintarroja (un tipo de cazón) guisado en amarillo, raya al pimentón o papas con chocos. Es el propio Enrique el que se encarga de hacerlos. La técnica de los guisos marineros la afinó, sobre todo, cuando estuvo trabajando como cocinero en un barco. Empezó en el sector en 1977,  con tan sólo 17 años en el Club del Buzo y desde entonces no ha dejado su relación con el mundo gastronómico.

Enrique se reconoce un enamorado de los productos del mar. Él mismo es el que se ocupa de cocer el marisco y de preparar los guisos de pescado. “Mi mujer se ocupa de preparar los platos de carne”. También preparan mariscos por encargo. “No tenemos normalmente cigalas grandes, ni bogavantes. Lo que hacemos es que los compramos si alguien nos lo encarga. Así garantizamos que  están en su punto. El marisco y el pescado es algo que tienes que tener muy fresco y el público que lo pide, normalmente, sabe lo que come. Quiere que sea de calidad y si no lo es no vuelve”.

El local es pequeño, especialmente el salón donde hay una barra y algunas mesas alrededor. Fuera, la terraza, que es más amplia y con capacidad para una veintena de mesas. El establecimiento suele estar lleno, especialmente en estos días por la noche y los fines de semana.