Amberes y Rotterdam siguen liderando las incautaciones pero Hamburgo cotiza al alza
Los puertos belga y neerlandés son los más castigados por la entrada de la coca sudamericana
Narcolanchas en Cádiz: El peligro viene del mar
Al norte de la provincia de Cádiz, Alemania emerge como un escenario creciente en el tráfico de cocaína. En 2023, sus aduanas interceptaron 43 toneladas de esta droga, muchas de ellas en el puerto de Hamburgo, tras operaciones coordinadas con países latinoamericanos.
La magnitud sorprendió incluso a los propios investigadores: algunos contenedores ocultaban cantidades nunca vistas en territorio alemán. La clave estuvo en la cooperación internacional: avisos de inteligencia desde Colombia y Ecuador permitieron a las autoridades germanas cazar la droga antes de que se dispersara por Europa central.
Si algo caracteriza al narcotráfico es su capacidad de adaptación. Donde antes llegaban grandes alijos de decenas de toneladas, ahora aparecen cargamentos más fragmentados, distribuidos en distintos puertos para despistar a las autoridades. Las redes también exploran rutas alternativas: Marsella, Gioia Tauro o incluso pequeños puertos en el Báltico.
Los métodos de ocultación son cada vez más ingeniosos: falsos dobles fondos en contenedores, cargas de frutas y hortalizas, o incluso químicos camuflados como productos industriales. Cada éxito policial obliga al crimen organizado a reinventarse.
Más allá de las cifras, hay un trasfondo humano y político. Las mafias intentan infiltrar a trabajadores portuarios, corromper a estibadores o sobornar a transportistas para recuperar los contenedores antes de que pasen los controles. Las autoridades, por su parte, lidian con la paradoja de proteger infraestructuras críticas del comercio global sin ralentizar la maquinaria económica que mantiene a Europa conectada con el mundo.
El resultado es un pulso permanente. “Los puertos son la nueva frontera del narcotráfico en Europa”, reconocía hace poco un alto funcionario de Europol. Y en esa frontera se libra una batalla de largo aliento, donde cada incautación es tanto un triunfo como la prueba de que la ruta sigue viva.
Amberes y Rotterdam siguen liderando el ranking de incautaciones, pero los recientes golpes en Algeciras y Hamburgo muestran que la presión policial está dispersando el riesgo. La tendencia es clara: la cocaína ya no entra por un solo lugar, sino por múltiples puertas al mismo tiempo.
Para Europa, el reto no es solo incautar más, sino cerrar la grieta que une legalidad e ilegalidad en los puertos. Porque, mientras miles de contenedores sigan atravesando cada día los muelles, el juego del gato y el ratón continuará. Y cada operativo exitoso será, a la vez, una victoria y un recordatorio de lo mucho que queda por hacer.
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