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Viñas, cereal y bodega de tintos en la Sierra de Cádiz. Ejemplo de diversificación

  • Bodegas Ibargüen se enclava en la Finca Las Posadas, propiedad de Antonio Sánchez de Ibargüen, socio de ASAJA-Cádiz, y representa un ejemplo claro de la apuesta por la diversificación, tan fundamental en el sector agrario

Viñas, cereal y bodega de tintos en la Sierra de Cádiz. Ejemplo de diversificación.

Viñas, cereal y bodega de tintos en la Sierra de Cádiz. Ejemplo de diversificación.

Antonio Sánchez de Ibargüen pertenece a la cuarta generación familiar dedicada a la agricultura. Fue su bisabuelo quien se hizo con las tierras que hoy trabaja Antonio, enclavadas entre Arcos y El Bosque, en plena Sierra Gaditana. A sus 63 años, lleva 36 siendo agricultor, “pero por tradición, he estado ligado al campo desde que nací”, puntualiza. Lleva más de media vida dedicado profesionalmente a su finca, Las Posadas. En ella se encuentra además Bodegas Ibargüen, donde saca lo mejor de sus cinco hectáreas de viñedo.

El abuelo de su padre, su abuelo, su padre y él mismo dedicaron la explotación al cereal y a la dehesa, porque antes tenían ganado bravo. En Las Posadas hay viñedo desde 2002, cuando la Unión Europea permitió reconvertir tierras de labor en viñedo. Así que Antonio le quitó cinco hectáreas al secano y las sembró de viñas. Con un sector primario en permanente crisis, no lo dudó y apostó por cepas de uva tinta de tres variedades: Syrah, Cabernet-Sauvignon y Tempranillo. De ellas saca anualmente unos 30.000 kilos de uva. “En principio no pensé en hacer mi propio vino, sino solo en producir uva para vender. Cuando ya lo tenía todo plantado, y pensando en los vaivenes que tiene el campo, decidimos montar la bodega, y así lo hicimos”, cuenta este socio de ASAJA-Cádiz.

Antonio Ibargüen en su finca. Antonio Ibargüen en su finca.

Antonio Ibargüen en su finca.

En Las Posadas también hay cultivos tradicionales de secano como trigo, cebada o girasol. Una vez recolectado lo vende a empresas harineras o aceiteras en el caso del girasol. Y luego está la viña y la bodega, que construyó en la misma finca. Los vinos de Bodegas Ibargüen son todos tintos, aunque también saca algún rosado, “nuestros vinos son cien por cien de nuestras uvas, nosotros no compramos uvas en otra parte para producir más vino”. Las 30 toneladas de uva anuales se transforman en la bodega en unas 30.000 botellas.

La pandemia les ha afectado en el aspecto vitivinícola de la explotación, donde a nivel nacional el consumo de vinos ha caído en más de un 16%. Los vinos de Bodegas Ibargüen, que se venden principalmente a la hostelería ( bares y restaurantes de la misma Sierra de Cádiz y de la Costa), desgraciadamente, no han sido una excepción y también han visto sus ventas reducidas.

El día a día de Antonio viene condicionado por el tiempo y la época del año, lo normal para cualquier agricultor, que tienen en la siembra, el seguimiento del cultivo, y la recogida de cosecha los tres pilares básicos de su trabajo.“Pero yo, cuando llueve, además aprovecho para adelantar faenas de la bodega, como los embotellados, catas de vinos, etc” Sin embargo, la parte que más le gusta de su trabajo es “el trabajo de campo, sin duda, mucho más que la bodega. Me gusta el proceso de cuidar las vides, ver como evoluciona la uva, los trabajos de poda… en definitiva, el contacto directo con el campo”.

Antonio Ibargüen junto a su vino. Antonio Ibargüen junto a su vino.

Antonio Ibargüen junto a su vino.

Considera que la situación del agro antes de la Covid “ya era mala: recordemos que teníamos los tractores en la calle, y durante este tiempo la situación no sólo no ha mejorado, sino que ha ido a peor”. ¿El futuro?“Pues lo veo mal, los precios de los productos agrarios no mejoran y la PAC sufre continuos recortes y reformas que perjudican gravemente al sector”. Respecto a la Bodega, antes de la pandemia, nos defendíamos vendiendo prácticamente toda la producción anual de vinos, y ahora, al ser nuestra clientela mayoritariamente la restauración, han caído las ventas radicalmente”.

Desde ASAJA-Cádiz felicitamos a nuestro socio Antonio Sánchez de Ibargüen por su apuesta constante por nuestro sector, la diversificación, trabajo, entereza y estoicismo para afrontar uno de los momentos más duros para el campo que se recuerdan. Trabajar el campo exige mucho ánimo para poner permanentemente la cabeza y el corazón en la tierra. Solo así es posible adaptarse a los cambios que ya se conocen, como los del clima, y se intenta sobrellevar esos otros cambios sobrevenidos, como la crisis económica por la pandemia o los de la Política Agraria Común, que son los que hacen peligrar que haya más relevos generacionales en nuestros campos.