Los próximos
Presupuestos Generales del Estado preven destinar el año próximo un total de
100.000 euros a la lucha contra la
invasión del alga asiática (Rugulopteryx okamurae) en la costa de la provincia gaditana. Un montante que confirma la próxima incusión del alga dentro del
Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. De hecho, desde el
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se abrió este verano la
consulta pública para su catalogación como invasora, previa al dictado de la correspondiente Orden Ministerial. Desde la
Unión Europea, también se está estudiando declarar a la talofita como
especie invasora.
El
retraso de la administración al respecto ha sido una de las principales quejas, tanto de lo
s organismos afectados como de las
plataformas científicas implicadas, desde que el alga hiciera su
aparición en las costas de Ceuta hace cuatro años. Desde entonces, el alga parda asiática ha sido la pesadilla de las
cofradías de pescadores de Tarifa y Barbate; una sombra sobre el
turismo -uno de los últimos episodios de calado, en
Los Lances y Punta Paloma el pasado mes de mayo - y ha llegado a afectar a la almadraba, al adherirse a las redes y crear "una pared" que desvía al atún.
Con un
origen que parace estar en la
suelta de aguas de lastre de los mercantes, el caso de la expansión del alga
Rugulopteryx okamurae en la
zona del Estrecho y la costa de Málaga es un
caso "único en el mundo". Aun siendo
área de paso intensivo y -
cambio climático mediante-
proclive a la tropicalización, la zona no había visto una eclosión semejante en una especie invasora. De hecho, la
primera vez que se detectó terminó colapsando las orillas ceutíes, con
más de 5000 toneladas de material.
Lo que diferencia a la Rugulopteryx okamurae de otras especies invasoras es su alto grado de polimorfismo basal: es decir, que se presenta se forma diferente según en el entorno en el que esté. El alga parda ha tapizado la zona del Estrecho, tramos del litoral de Málaga, ha llegado a Granada y se ha detectado en Almería, a cotas de 60 metros de profundidad. Ha ido perdiendo influencia, sin embargo, al ascender por la costa gaditana: el sustrato arenoso de las desembocaduras de los ríos no es favorable a la especie, que necesita un medio rocoso.
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