sociedad
  • La pérdida de capacidad de atención del público ha terminado haciendo huella en la ficción audiovisual

Lawrence de Arabia tiene un problema

Fotograma del clásico de David Lean. Fotograma del clásico de David Lean.

Fotograma del clásico de David Lean. / D.C.

Escrito por

· Pilar Vera

Redactora

Relacionada precisamente con esa sensación de tiempo vampirizado está la pérdida de la capacidad de atención. Que alguien se atreva a arrojar la primera piedra si no ha notado, por ejemplo, que es incapaz de mirar compulsivamente la pantalla cuando está leyendo: “Se suele decir que nuestra capacidad de atención se está acortando, aunque sea un concepto que aún se cuestiona en psicología –apunta el escritor Oliver Bukerman–. Leer es un buen ejemplo de una actividad que necesita tiempo, por poco que sea: tú no vas a marcar la velocidad, te la van a marcar tu velocidad de lectura y el propio libro. En ficción, desde luego, el control lo tiene la historia, no tú. Todo esto, en un escenario en el que vamos corriendo y tachando cosas de la lista, resulta… incómodo. La gente suele decir que no tiene tiempo para leer, pero no es eso: es que se sienten raros, incómodos”.

Incluso el discurso narrativo en películas y series se ha ido adaptando al hecho probable de que sus espectadores estén mirando dos pantallas a la vez. “Sobre todo, en las series. Un ejemplo paradigmático de esto es 'The Walking Dead': arranque con acción, relleno, algo para despertarte, valle y un cliffhanger para que vuelvas la semana que viene –comenta Paco Rodríguez Prieto, responsable editorial de cine en Movistar–. Es común, por ejemplo, el exceso de diálogo que disfrazan como desarrollo de personajes cuando, después de mil temporadas, lo que ocurre es que no tienes nada que contar. Igual pasa con los podcast que puedes ir escuchando mientras friegas los platos”.

No es algo nuevo: ahí estaban alargando el chicle los míticos culebrones venezolanos, o incluso Bola de Dragón, ese culebrón para niños, “entre otras cosas, lo alargaban porque no tenían el guión terminado, pero los niños se pegaban a la tele y entonces no había móvil. Ahora el resultado es el mismo por otras causas”.

No es casualidad que Disney, por ejemplo, haya introducido un formato medio, de 35 minutos de duración, a medio camino entre los 25 de la sitcom y los casi 60 de las series convencionales: “Las majors están buscando mantener la atención de un publico que sabes que en tres cuartos de hora vas a tener fuera –añade Rodríguez Prieto–. Eso, en televisión. Está por ver lo que ocurre en sala con el formato largo, porque lo que la gente aún acude a ver al cine es tipo superhéroes y demás. La peli que no se comenta en redes, no se ve”.

“De hecho, en las películas normales, la apreciación que se suele tener es de que son distintas, que te exigen más, y es que no las estás viendo con la atención requerida para sumergirte –continúa–. Si la peli está diseñada para plataforma, bien. Pero si vas al cine y requiere más atención, entonces es muy común que no te enteres, que te hayas aburrido un poco, que digas que no es tu rollo... y lo que ocurre es que no mantuvo tu atención. El tipo de narración pausada, aunque sea algo como El callejón de las almas perdidas, no interesa. Que parece muy apocalíptico, pero es lo que dan los datos de asistencia en salas y de consumo. West Side Story es una historia juvenil, pero tampoco encaja”.

En general, opina Rodríguez Prieto, “hay menos paciencia con las narraciones pero, al mismo tiempo, y por no ser derrotista, se consumen muchos contenidos muy largos que permiten multipantalla, como los vídeos de YouTube que yo mismo hago, vaya. Por contra, TikTok está pensado para contenidos súper cortos... En este contexto, Lawrence de Arabia tiene un problema”.

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