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Quiebra de Grupo Jale

Jale se encamina a lo eterno

  • López Esteras hace un llamamiento a los acreedores tras cumplir su firma, ya desmembrada, más de diez años en concurso

José Antonio López steras en las ruinas de lo que fue su complejo de Las Beatillas

José Antonio López steras en las ruinas de lo que fue su complejo de Las Beatillas / Fito Carreto

"Debe usted conocer como colaborador de Grupo Jale y que lleva como acreedor más de diez años sin que sus créditos hayan sido satisfechos como establece la Ley Concursal y sin tener conocimiento alguno de lo que ha ocurrido con los activos de Grupo Jale...”

Así empieza el correo que José Antonio López Esteras, casi un magnate del turismo y la construcción a finales del siglo pasado y hoy un septuagenario absolutamente arruinado, ha enviado a los contactos de acreedores de su firma que sigue manteniendo. “Que mientras Dios me siga dando salud y entereza para llevar esta cruz, seguiré reclamando Justicia para ustedes, los acreedores y para mi familia”.

Grupo Jale estaba formado por más de quince sociedades de diversos sectores de construcción, inmobiliaria, hostelería, otros negocios y cuatro fundaciones, contaba con más de 900 empleados en nómina y 2.500 empleados subcontratados y una cifra de negocios en 2007, según las cuentas del propio grupo, de 195 millones de euros.

Jale entró en concurso de acreedores en marzo de 2008, con lo que ha cumplido más de diez años en esta situación, el proceso más largo de la provincia y posiblemente el más largo de Andalucía. De hecho, es más que posible que no tenga solución ni para zanjar el propio concurso. Es un agujero negro. Los acreedores, salvo los bancarios y algunos otros, ya no tienen ninguna esperanza de cobrar y las sociedades o se han vendido o no funcionan o están funcionando a nombre de otros. Es un galimatías tremendo por el que han pasado varios jueces de los mercantil y administradores concursales contra los que ha ido López Esteras de uno u otro modo. Un auténtico fracaso del sistema que ha corrido paralelo a la crisis económica.

López Esteras sigue intentando hacerse oír, aunque ya es un llanto por lo perdido y ya es imposible saber hasta qué punto sus razones son las razones o lo son los de aquellos acreedores que le afeaban que pagaba tarde y mal o que la gestión del imperio levantado era algo más que deficiente. Esto se hubiera podido saber en un concurso que hubiera tenido un plazo razonable de resolución.

Propuestas de convenio

Recuerda López Esteras en su carta los acreedores que “fue secuestrada la propuesta de convenio de acreedores presentada el 29 de julio de 2011 y la otra propuesta presentada por mí el 14 de febrero de 2012 fue rechazada por los propios administradores concursales, aún a pesar de ser conocedores de que ese secuestro de la primera y el rechazo injustificable e incongruente de la segunda propuesta de convenio, ya que la Ley establece que la solución conveniada es primordial sobre la liquidación”.

En todo momento, el caso Jale ha estado marcado por la judicialización, por multitud de demandas cruzadas que eran ajenas al juzgado de lo mercantil, enmarañando aún más una situación de la que López Esteras ha tenido necesidad de justificarse destacando que “Grupo Jale aún a pesar de que su principal actividad ha sido la Construcción e Inmobiliaria, jamás se ha visto investigado por denuncias Inmobiliarias o de cualquier otra índole de corrupción”.

No hay ninguna información nueva ni relevante en la carta de López Esteras a los que siguen siendo acreedores y que, en su mayoría, se han olvidado de Jale. De hecho, López Esteras lucha contra la condición de ser un empresario olvidado. Acantonado en un chalé que ya no le pertenece, pero en el que tiene derecho a vivir, solo, lo que intenta es no convertirse en invisible.

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