Crimen machista en El Puerto

Carlos, el presunto homicida de El Puerto: "He matado al amor de mi vida"

  • El presunto autor de la muerte de Eva ya había estado en prisión por violencia de género hacia una anterior pareja

  • Tras ser detenido confesó el crimen a los agentes

  • Llevaban saliendo unos meses y las peleas, según los vecinos, eran frecuentes, aunque no había denuncias previas

  • La Policía ha detenido a un amigo del agresor que presenció los hechos en el piso

  • Un detenido por el homicidio de su pareja en El Puerto Santa María

Policías precintando el domicilio donde se cometió el crimen de Valdelagrana.

Policías precintando el domicilio donde se cometió el crimen de Valdelagrana. / Jesús Marín

"He matado al amor de mi vida", dice Carlos a los policías. El tipo fiero que los ha recibido en la madrugada de este domingo en la avenida del Río San Pedro de Valdelagrana encañonándolos con un revólver de calibre corto se ha esfumado. El que tienen delante y confiesa el crimen en la Comisaría de El Puerto de Santa María parece otra persona. Tiene la mirada perdida y se lleva a la cara unas manos donde aún hay restos de pólvora. He matado al amor de mi vida. La frase es repugnante. Una frase que redunda en la posesión del hombre sobre la mujer, una de las características de la violencia de género. Más aún cuando quien la pronuncia ya ha estado en prisión previamente por violencia de género, alguien que sabe qué se siente al cruzarle la cara a una mujer. Un macho ibérico de los que, por desgracia, todavía quedan en nuestro país. El amor no mata chaval, le entran ganas de responder a un agente. El amor da vida. Pero los policías guardan silencio, prefieren oír su relato, que sale a trompicones desde que le detuvieron, jugándose el físico, en una barriada portuense adonde Carlos había ido a pillar droga. El alcohol y las sustancias estupefacientes ingeridas le hicieron equivocarse de puerta y ahí comenzó el follón. Gritos, amenazas y una mano que se alza sosteniendo un arma aún caliente. Disparos y vecinos atenazados por el miedo que llaman al 091. Y la llegada de los policías, que consiguen detener a Carlos empleándose a fondo. Lo llevan engrilletado hasta la comisaría sin saber que aún no ha acabado la pesadilla. Que ni siquiera ha empezado. Que el verdadero mal sueño empieza cuando suelta ese espeluznante he matado al amor de mi vida. Ahí es donde todo se jode.

Carlos y Eva apenas si llevaban unos meses juntos. Su historia comenzó en mayo del pasado año como empiezan muchas. Sin apenas darse cuenta. Unas miradas. Unos mensajes. Y de repente: tú eres mía y yo soy tuyo. Para siempre. Qué palabra más dañina. Nadie sabe quién se cruza en tu camino para cambiarte el destino. Eva había nacido en Cádiz hace 46 años, pero actualmente vivía y trabajaba en Chiclana. Madre de dos hijos, se había separado de su anterior pareja y había iniciado esta nueva relación. Quizá Eva no supiera que Carlos ya había pasado por prisión y que su nombre constaba en el registro de Viogen, el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género que puso en marcha el Ministerio del Interior en 2007. O quizá sí. Lo que es seguro es que no había denuncias previas a los sucesos que en la madrugada de este domingo negro acabaron con su vida en un bloque de Valdelagrana, en El Puerto. La alerta contra Carlos ya no estaba activa de hecho, según informó este domingo Manuel Barranco, jefe de la Unidad contra la Violencia de Género de la Subdelegación del Gobierno en Cádiz. El motivo: pues que la pareja que lo había denunciado había rehecho su vida y Carlos la suya. Pero el nombre del ahora presunto homicida de Eva sí que seguía figurando en Viogen, y por eso saltó la liebre en cuanto se introdujo en el sistema.

El caso es que, aunque no hubiera denuncias previas, antes de que el amor de su vida acabara muerta en el suelo ensangrentado de su propio domicilio portuense, los vecinos de Carlos ya habían escuchado las frecuentes broncas de la pareja. Gritos y más gritos a las tantas de la mañana. Por eso esta vez tampoco nadie llamó a la Policía. “Oí una fuerte discusión, una pelea, pero como no era la primera vez no le di importancia”, relataba esta mañana una vecina del bloque. Otros vecinos aseguraban que llegaron a oír detonaciones pero que pensaron que serían petardos. No lo eran. Eran disparos de un revólver de un calibre pequeño, de los que se utilizan básicamente para autodefensa, pero que empleados a corta distancia, y en la cara, como fue el caso, resulta tan letal como un pistolón de película de vaqueros.

Carlos nació hace 40 años en Jerez, pero llevaba un tiempo viviendo en El Puerto. Según declaró el subdelegado del Gobierno no le constan antecedentes por narcotráfico, aunque sí los mencionados por violencia de género. Al igual que Eva también tenía hijos y estaba separado. Había tenido varias relaciones que no habían terminado bien. Quizá Carlos sea una de estas personas luciérnagas, de las que necesitan de la oscuridad para poder brillar.

Por contra Eva era todo luz. Había trabajado como limpiadora en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz, el mismo centro en cuyas cocinas lo había hecho su madre durante décadas dejando un reguero de cariño y bonitas palabras. La noticia de su muerte, y las circunstancias que la han rodeado, apenas si podían ser digeridas en la mañana de este domingo lluvioso entre el personal del hospital gaditano. Además, Eva era muy conocida en ciertos ambientes carnavaleros por su afición a la fiesta gaditana, de la que había formado parte activa con romanceros.

La Policía Nacional ha abierto una investigación para intentar poner respuesta a todas las interrogantes que rodean la muerte de Eva. En primer lugar, cómo llegó Carlos a estar en posesión de un arma de fuego cuando carecía de licencia. Además, el comisario jefe provincial, Santos Bernal, quien compareció en compañía del subdelegado del Gobierno, José Pacheco, anunció que la Policía ha detenido a una segunda persona, un hombre que se encontraba en la casa de Valdelagrana cuando sucedieron los hechos. Hablamos de un amigo del presunto homicida y que se marchó del piso dejando a Eva muerta y sin alertar a nadie de lo sucedido. Las cámaras de seguridad lo captaron abandonando el lugar y agentes policiales procedieron a su detención horas después.

Para entrar en el domicilio de Carlos la Policía requirió la presencia de los bomberos. Y es que al llegar los agentes se encontraron con el pomo de la puerta lleno de sangre. Antes estos indicios se alertó al Consorcio Provincial de Bomberos, cuyos miembros abrieron para confirmar las peores sospechas. Eva yacía en el suelo en medio de un charco de sangre con un tiro en la cara. La había matado alguien que supuestamente la amaba. O eso dice él.

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