La Feria de San Antonio, con el devenir de los tiempos y las épocas, ha ido perdiendo ese sabor a feria de pueblo que antaño tanto la identificó. Siempre se ha caracterizado por la evolución, en fases, de la presencia de atracciones innovadoras para el ocio y disfrute del ciudadanos. Una feria, sinónimo de días de jolgorio, bulla, esparcimiento y divertimento. Una feria que llega cargada de ilusiones, recuerdos y, sobre todo, dispuesta y preparada para la convivencia y la interacción social.

Chiclana, población rural,  ha contado a lo largo de su historia con manifestaciones folclóricas propias que, a pesar del tiempo, perduran en el calendario festivo con aspectos y características de la sociedad agrícola que fue. Sin embargo, su transformación como ciudad ha propiciado que aquellas fiestas estacionales y ancestrales pasen a un segundo plano en relación con la feria, que ha tomado un carácter lúdico, homogéneo y similar en las formas como la gran mayoría de las que se desarrollan en Andalucía. Y por otro lado, con cierta heterogeneidad de representación social y cultural de los diferentes grupos sociales, en donde se refleja la vida asociativa de la ciudad y las diferencias de clases sin llegar al clasismo de otras épocas y de otros territorios.

La Feria de San Antonio tiene la singularidad de no ser, en su origen, del período medieval, sino de la época contemporánea. Concretamente, a Chiclana de la Frontera se le concede la Feria en el año 1836, curiosamente diez años antes que a Sevilla. Se trataba de una feria anual de ganado que los comerciantes venían solicitando al Consejo de Castilla desde el año 1788. La misma se hacía coincidir con el 'portalejo', es decir, con la fecha de remate de los diezmos del Obispado, en el mes de junio. Desde entonces, la Feria de Chiclana se celebra en torno al 13 de junio, onomástica de San Antonio.

Si su primer objetivo fue el mercadeo de ganado, conforme iban transcurriendo los años fue evolucionando hacia otras tendencias más modernas y progresistas. Así, a finales del siglo XIX, se instalaron las primeras casetas municipales en la Alameda del Río, junto a otras de particulares y comerciantes, mientras que en la zona conocida como la Dehesilla tenía lugar la importante feria de ganado. En el último tercio del siglo XIX, un particular instaló la primera caseta de baile, teniendo tal éxito que al año siguiente el Ayuntamiento compró la misma, para el uso y disfrute de muchos vecinos. Costumbre ésta del baile y la caseta, imperecedera en la feria, que continuaría casi en el mismo lugar hasta prácticamente mediados del siglo XX.

No obstante, los avances más importantes se produjeron con el cambio de ubicación de la Feria a mediados del siglo XX, celebrándose en la Barriada del Carmen. En la avenida de Paciano del Barco se encontraba la mayor parte de los establecimientos de feria, como los puestos, las tómbolas o atracciones, mientras que la Caseta Municipal se convertiría en la principal atracción de la fiesta local. El crecimiento de la feria, la gran afluencia de público y la construcción de viviendas en la mencionada zona hizo que la Feria cambiara de ubicación, hasta trasladarse en 1984 al recinto de La Longuera.

Sin embargo, el incremento de población de Chiclana en los últimos años llevó consigo que el Ayuntamiento buscase otro espacio aún mayor. Así, desde 2002 la Feria de San Antonio se celebra en el parque periurbano de Las Albinas del Torno, un extenso recinto junto al parque natural de la Bahía,  que además es utilizado todo el año para otros eventos como conciertos, ferias de muestras o el tradicional mercadillo semanal.