Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Prisiones | la Entidad Estatal de Trabajo Penitenciario, premiada por el Día de la Constitución

Un trabajo con la mirada puesta en la libertad

  • Un total de 250 reclusos prestan sus servicios laborales en la prisión de Puerto 3, en un programa de destinos productivos que abarca desde las cocinas al mantenimiento

Algunos de los reclusos participantes en el taller de corte y confección de la prisión.

Algunos de los reclusos participantes en el taller de corte y confección de la prisión. / Andrés Mora Perles

La Subdelegación del Gobierno en la provincia de Cádiz acaba de premiar a la Entidad Estatal de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo (TPFE) con motivo del Día de la Constitución. Este premio se ha concedido por el programa de destinos productivos que se desarrolla en las prisiones españolas, encaminado a que los presos puedan tener un puesto de trabajo remunerado dentro de la cárcel que les ayude a formarse, mejorando además su desarrollo personal y como vía para poder conseguir un empleo en el futuro, una vez que estén en libertad.

La prisión de Puerto 3, en El Puerto de Santa María -con 1.300 reclusos de los que 120 son mujeres- es una de las cárceles españolas en las que estos destinos y talleres productivos funcionan de manera más eficiente. Como explica la directora de la prisión, Esther Serrano, en esta cárcel la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) asciende a 250 destinos, todos ellos ocupados por reclusos y reclusas para llevar a cabo las labores de mantenimiento y funcionamiento cotidiano de la prisión, además de algunos talleres de producción propia.

Así, en esta bolsa de trabajo en la que siempre hay lista de espera hay destinos como las cocinas, la lavandería, un taller de producción de colchones, almohadas y ropa de trabajo y un taller, en colaboración con una empresa externa, de fabricación de luminarias.

Una imagen del vivero con el que cuenta la cárcel. Una imagen del vivero con el que cuenta la cárcel.

Una imagen del vivero con el que cuenta la cárcel. / Andrés Mora Perles

La enorme extensión de esta cárcel, que se inauguró en el año 2007, permite contar con espacio suficiente para el desarrollo de todos estos talleres, contando incluso con naves para el almacenamiento de los colchones y con un vivero del que se surten los reclusos que trabajan como jardineros para que las instalaciones presenten el mejor aspecto posible.

La cocina de la prisión de Puerto 3. La cocina de la prisión de Puerto 3.

La cocina de la prisión de Puerto 3. / Andrés Mora Perles

En las cocinas, por ejemplo, trabajan unos 40 reclusos en diferentes turnos, desde las tareas más sencillas como la limpieza o el corte de hortalizas hasta la elaboración de los distintos menús -en función de las dietas recomendadas por los servicios médicos de la prisión-. Y es que además del menú general se elaboran otras modalidades cotidianas como los menús para alérgicos, intolerantes a algún alimento, para vegetarianos o para los presos musulmanes. En este destino trabaja Macarena García, gaditana madre de dos hijas que reconoce que es un trabajo en el que hay que poner mucha atención. “Yo empecé en el tren de lavado y ahora estoy en la cocina, con las dietas especiales. Agradezco mucho esta oportunidad porque estar en el patio sin nada que hacer es terrible”, asegura.

El día que visitamos la prisión el menú general para la cena era puchero, pollo asado con patatas panaderas y yogur de postre.

Una imagen de la panadería con la que cuenta la prisión. Una imagen de la panadería con la que cuenta la prisión.

Una imagen de la panadería con la que cuenta la prisión. / Andrés Mora Perles

Puerto 3 cuenta hasta con su propia panificadora y con un tren industrial de lavado y desinfección, ya que la higiene, y más en tiempos de Covid, es algo fundamental.

Fernando Rodríguez, un recluso gaditano de 43 años, es el encargado de este tren de lavado y considera que este puesto de trabajo “es una oportunidad para el futuro. Prefiero trabajar aquí que estar todo el día tirado en el patio, aquí tengo un sueldo y tengo la oportunidad de aprender un oficio”, destaca.

Una de las supervisoras de las cocinas, Clara Gago, explica que “no solo les enseñamos a cocinar, sino que les enseñamos a trabajar. Insistimos mucho en la importancia de la higiene, empiezan desde abajo pero cuando llevan aquí un tiempo obtienen una formación con la que podrían trabajar en cualquier restaurante”, afirma.Clara conoce casos de reclusos que han encontrado trabajo en las cocinas de algún restaurante de la provincia al salir de la prisión y cuando esto ocurre “nos alegramos mucho”, asegura, ya que la inserción laboral de los presos es precisamente uno de los objetivos de este programa.

En las cocinas también se imparten talleres formativos de los que se nutre posteriormente la bolsa de trabajo, aunque para la adjudicación de plazas también se tienen en cuenta otros aspectos como la duración de la condena, la existencia de cargas familiares o si el recluso es penado o preventivo. Los sueldos se rigen por el Salario Mínimo Interprofesional y la legislación laboral española y en las ocasiones en que ante determinado tipo de delitos existe responsabilidad civil, con indemnizaciones a pagar a la víctima, parte del sueldo se destina a este fin.

"Estar todo el día en el patio sin nada que hacer es terrible”, dicen muchos de los presos"

Las instalaciones de la lavandería son también profesionales, con barrera de separación entre la zona sucia y la limpia, y según Heliodoro López, uno de los reclusos que trabaja en este destino, “este es el mejor trabajo de la prisión. Se trabaja mañana tarde y te quita muchas horas de patio”, explica.

Parte de los colchones y almohadas que se fabrican en la prisión. Parte de los colchones y almohadas que se fabrican en la prisión.

Parte de los colchones y almohadas que se fabrican en la prisión. / Andrés Mora Perles

En el taller de producción de colchones, almohadas y ropa de trabajo -de los que se surte a Instituciones Penitenciarias en toda España- trabaja el barbateño Daniel Romero, de 26 años, en prisión desde hace dos años. “Aquí el tiempo se pasa más rápido, me quedan todavía dos años y tres meses y estando aquí uno no piensa tanto, estás ocupado y duermes mejor”, asegura.

El taller de confección también imparte cursos formativos y los presos se desenvuelven con soltura entre rollos de tela y máquinas de coser. Una vez adquirida la formación necesaria, los alumnos están listos para ir cubriendo las vacantes que se producen en los diferentes destinos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios