Pepe Sevilla, actor portuense: "Soy muy perfeccionista. Me suelo poner palos en las ruedas a mí mismo"

El portuense triunfa en series de plataformas como Amazon y HBO l Ahora bajo la dirección de Alonso de Santos, se vuelca en ‘Numancia’ en el Festival de Mérida

El actor Pepe Sevilla, en una de sus imágenes promocionales
El actor Pepe Sevilla, en una de sus imágenes promocionales

Los talleres de teatro que la Concejalía de Juventud organizaba durante el verano es el principio de su historia; bueno, quizás sea mejor remontarse unos años más en el tiempo, hasta el colegio de Las Carmelitas donde Pepe Sevilla (El Puerto, 1994) descubrió que quería ser actor. Durante su primera obra representada por el grupo de teatro del colegio, Sonrisas y Lágrimas, nadie imaginaba (“ni siquiera yo mismo”), que poco tiempo más tarde, con apenas 15 años, el propio José Luis Alonso de Santos lo buscaría para hacer una prueba y entrar en la compañía Olvido Teatro. Hoy, aún bajo la dirección de este maestro, y con mucho esfuerzo y viajes a la espalda, Sevilla triunfa no solo en los grandes escenarios, sino también en la pequeña pantalla, con modestos papeles (Cuando nadie nos Ve, Atasco) que hacen brillar a este aspirante a filólogo.

Pepe Sevilla.
Pepe Sevilla.

–¿Imaginabas algún día todo esto que te está pasando?

–En absoluto. Yo no me iba a dedicar a esto. Hice el bachillerato de Ciencias Sociales en SAFA-San Luis y luego cursé dos años de Filología Hispánica; pero el teatro fue cogiendo más peso. Al final dije: “Venga, si lo hago, vamos a liarla parda” y lo intenté en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (Resad). Eramos 600 aspirantes y solo había 24 plazas. Una de ella fue para mí.

–Cuando empezaste a trabajar con 15 años ya sabias que José Luis Alonso de Santos se estudia en Selectividad, ¿no?

–La primera vez que me habló para decirme que me estudiara el texto para la prueba me puse nervioso. Y al final en el examen de acceso a la Resad me cayó en el comentario de texto Bajarse al moro. ¡Lo que es la vida! Al final todo depende de las circunstancias. Recuerdo la primera vez que estrené en Sevilla, en el teatro Cajasol delante de 500 personas. Estaba solo y yo pensaba que no se iba a reír nadie. Y uno de los actores de la compañía me cogió y me dijo: “Déjate de historias. Piensa que yo llevo 65 años esperando a que me dirija alguien como Alonso de Santos. Y a ti ha venido a buscarte. Sal ahí fuera y enseña los dientes”.

–Pero no han venido a buscarte por tu cara bonita. Algo habrás hecho tú. El talento está ahí...

–Yo creo que sí. Pero como te digo, todo depende de las circunstancias, de tu esfuerzo y de la suerte. Por ejemplo, Anthony Hopkins empezó a conseguir papeles protagonistas a los 55 años. ¿Quiere eso decir que sea mal actor? En absoluto. Que te den la oportunidad de hacer una prueba, sea a la edad que sea, es muy importante. Muchas veces me pregunto: ¿por qué estoy yo trabajando y mi amigo que es igual de bueno no? Pues porque le he gustado a quien le tenía que gustar. Los actores al final somos un producto. Por eso digo que siempre hay que estar muy agradecido, y yo especialmente por el caminito que me han ido facilitando, porque hay gente que daría lo que fuera por tener las oportunidades que he tenido yo. Hay veces que incluso me siento mal cuando me quejo. Intento tener mucho cuidado con esas cosas. Hay que medir mucho, porque hay que tener siempre presente la circunstancias de los colegas que me están escuchando. Más de una vez he tenido que pedir perdón.

–¿Alguna vez has dudado?

–¡Hombre!, todos los días. Cada vez que salgo a escena me pregunto “¿Pero yo qué hago aquí”. Tengo un síndrome del impostor increíble que debo aprender a gestionar...

–Pero ¿qué es el síndrome del impostor?

–Mira, yo no soy electricista, pero si te digo que voy a tu casa a arreglarte los cables de la pared te estaría mintiendo. Sería un impostor. Pues esto es lo mismo: sentirte que tu no tienes que estar aquí, que le estás quitando el puesto a otra persona, que no eres realmente tan bueno como se espera.

–Y sentirte así después de tantos años, con tu experiencia y tu práctica...

–Nosotros nunca paramos de aprender. ¿Por qué da tanto gusto ver a los actores veteranos? Porque son años de repetición, como un carpintero ya viejo. Te hace la mejor silla del mundo en la mitad de tiempo y queda el doble de bien. Pues esto es igual. Además también te digo que yo soy muy pesimista. La autocrítica y la autoexigencia me rondan la cabeza todo el rato, y me pasa mucha factura. Mi padre lleva toda la vida diciéndomelo: “¡Deja de ponerte palos en las ruedas tú mismo!”. Y es verdad. El mayor enemigo, sobretodo en los artistas, eres tú mismo.

-Culturalmente hablando ¿cómo ves El Puerto?

–Ahora mismo estoy bastante desconectado, porque vengo poco, pero aquí tampoco se oferta demasiado. Por ejemplo, el tema audiovisual es inexistente, exceptuando a Manuel ReBollo y Manolo Gago, y creo que se pueden hacer muchas más cosas. Yo estoy deseando trabajar y grabar en la ciudad. Eso sí: lo que no entiendo es que los chavales de los talleres tengan que irse a ensayar a un almacén en la Piscina Municipal existiendo cuatro salas de ensayo en el Teatro Municipal. El teatro Pedro Muñoz-Seca tendría que abrirse más a la gente de El puerto. Yo estoy deseando actuar allí.

stats