"Todos los marineros somos muy devotos de la Virgen del Carmen"

El portuense Rafael Gálvez Pallares, vocal de la junta directiva de la hermandad, será nombrado este domingo en la iglesia de San Marcos Hombre del Mar 2009

Rafael Gálvez, devoto de la Virgen del Carmen y Hombre del Mar.
Rafael Gálvez, devoto de la Virgen del Carmen y Hombre del Mar.
Carlos Benjumeda / El Puerto

11 de noviembre 2009 - 01:00

"En El Puerto todos los marineros son devotos de la Virgen del Carmen". Quien así se expresa es Rafael Gálvez Pallares, vocal de la junta directiva de la Hermandad del Carmen, que ha sido nombrado este año Hombre del Mar 2009, un reconocimiento que el sector le ofrecerá este domingo a las 12.30 en la parroquia de San Marcos.

Este marinero de 73 años de edad, toda una vida dedicado al mundo de la pesca, se embarcó por primera vez en un pesquero cuando sólo contaba 12 años, para ayudar a su padre Manuel Gálvez García, y se jubiló después de 40 años de trabajo, tras muchas vivencias y momentos difíciles reflejados en su cartilla de navegación.

Siempre ha navegado bajo la protección de la Virgen del Carmen, a cuya hermandad pertenece desde niño, al igual que su padre, "que también era de la Virgen" y que cuando falleció quiso que la venerada imagen le acompañase en su último viaje. Y es que la marinería de El Puerto, como reconoce Rafael Gálvez "ha sido muy devota de la Virgen del Carmen, todos los marineros son devotos de ella y raro es el que no ha llevado en el barco su foto en la cabecera o en el puente del barco".

Durante las largas y durísimas singladuras pesqueras en las costas africanas, que se extendían hasta 40 días ininterrumpidos con sus noches, en el puente de los pesqueros hubo siempre una hornacina con la imagen de la Virgen, con un candil encendido en honor de la patrona y guía de los marineros. "He navegado en muchos barcos y siempre la he llevado", confiesa el Hombre del Mar, que está además convencido de que su intercesión fue decisiva en los dos naufragios que sufrió, durante los cuales "ella nos salvó a mí y a toda la tripulación".

El primero se produjo a 15 millas mar adentro en la costa de Agadir. El pesquero en el que trabajaba entonces como contramaestre de nevera se llamaba Torre Pajarete. Habían salido de El Puerto para hacer una 'marea' de 40 días frente a las costas del Sáhara, lo que era habitual en aquellos años. "Íbamos cargados de hielo y gasoil y un golpe de mar partió el barco por la mitad", relata aún con temor el marinero, que recuerda que "había mucho temporal". Eran las cinco de la mañana y consiguieron abrir las balsas y ponerse a salvo los 12 tripulantes del barco. Al cabo de varias horas arribaron a la costa africana, donde "estuvimos tres días en el desierto perdidos, hasta que nos encontró un marroquí y nos llevó a Casablanca".

Su segundo naufragio fue mucho más cerca, en la desembocadura del Guadalete, donde los bancos de arena con la marea vacía cegaban la canal de entrada al río, ya que aún no se habían construido los espigones. El Ducal, un pesquero propiedad de Tomás Osborne, entró cargado de pescado y se quedó clavado en un bajo. "Se partió a pedazos, pero toda la tripulación pudo llegar a La Puntilla", señala el marinero, para quien la experiencia más dura fue perder a su cuñado con sólo 32 años en el trágico naufragio del pesquero Calpe Quintans.

Actualmente, ya jubilado como marinero, Rafael Gálvez distribuye su tiempo entre su afición a los pájaros, su mujer Dolores Robles y su devoción hacia la Virgen del Carmen, cuya capilla ayuda a mantener siempre iluminada en la Plaza de la Tradición.

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