Medio Ambiente

El Parque Guadalete, en El Puerto, de antigua escombrera a espacio natural

En este espacio se transforman los residuos vegetales de El Puerto de Santa María, incluso las algas secas, para conseguir abono natural.

En este espacio se transforman los residuos vegetales de El Puerto de Santa María, incluso las algas secas, para conseguir abono natural.

Hace ya quince años que la antigua escombrera de El Puerto de Santa María se cerró tras su reconversión en parque público, con una inversión autonómica de cinco millones de euros.

Fue en el año 2006 cuando la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía decidió acabar con aquel espacio junto al río Guadalete, un lugar en el que se acumulaban todo tipo de residuos y que suponía un claro riesgo para la biodiversidad del río.

Los trabajos de descontaminación y sellado se prolongaron hasta 2008, año en el que el Ayuntamiento portuense lo recepcionó y se hizo cargo de este espacio, que estaba llamado a ser el mayor parque periurbano del municipio.

Hasta la fecha el balance de esta recuperación resulta satisfactorio, teniendo en cuenta los antecedentes y el complicado proceso acometido, aunque queda pendiente aún la consolidación de este espacio como pulmón verde de la ciudad, fomentando un mayor uso público y consiguiendo que la ciudadanía lo haga suyo.

Uno de los miradores con los que cuenta el Parque Guadalete. Uno de los miradores con los que cuenta el Parque Guadalete.

Uno de los miradores con los que cuenta el Parque Guadalete.

En estos 15 años de vida el parque Guadalete ejerce de corredor verde entre el polígono industrial Las Salinas y el río Guadalete. Con una superficie de 70 hectáreas, el Ayuntamiento ha plantado en este tiempo más de 8.000 árboles y arbustos autóctonos como algarrobos, acebuches, lentiscos, retamas, jaguarzos, tarajes, pinos, almeces, que albergan a un importante catálogo de fauna autóctona como camaleones, comadrejas, petirrojos, liebres, meloncillos, urracas y multitud de aves de marisma.

El servicio municipal de Medio Ambiente y Movilidad Sostenible organiza cada año, a través del Campus de Ocio Verde, repoblaciones participativas en el parque. Se trata de una actividad que se incluye en la Oferta Educativa Municipal, en la que cada año en otoño participan una media de 400 escolares de centros educativos de la ciudad. Además, a lo largo de estos años han pasado por este parque numerosas asociaciones de vecinos, grupos de scouts y personas anónimas que se han puesto en contacto con el Campus para dejar su huella verde en forma de árbol, siempre bajo las directrices del servicio.

Una de las repoblaciones en las que han participado los colegios de El Puerto. Una de las repoblaciones en las que han participado los colegios de El Puerto.

Una de las repoblaciones en las que han participado los colegios de El Puerto.

Los 8.000 árboles plantados en estos años han dejado atrás la imagen de escombrera inerte y gris que tenía la orilla del Guadalete, colindante con el polígono industrial Las Salinas. El contrato municipal de Conservación de Playas y Masas Forestales ha ido dando forma, poco a poco, a un parque público rico en especies autóctonas y con un mantenimiento regular durante todo el año. En estos meses de sequía y calor se realizan semanalmente labores de riego para evitar que los nuevos plantones se pierdan. Este programa de reforestaciones anuales parte del compromiso de la concesionaria del servicio para compensar las emisiones de CO2 que producirán los equipos y maquinarias utilizadas durante la duración del contrato con el Ayuntamiento portuense.

Durante estos años el Ayuntamiento ha mejorado el estado de los caminos del parque, ha colocado cerramientos para impedir el acceso de vehículos, ha colocado la cartelería informativa y ha reparado el mirador para el disfrute de los usuarios. Se trata de un espacio abierto y de uso libre y en el que la ciudadanía portuense ha tomado parte para su construcción y ahora deben tomar conciencia ante la necesidad de prestar cuidado, respeto y protección a este entorno natural.

El parque tiene múltiples entradas. La más común es la de la calle Barranco, justo a la espalda del Centro Europeo de Empresas - CEEI Bahía de Cádiz, pero también es recomendable el paseo en paralelo a la Salina de San José junto al restaurante Aponiente. Desde cualquier punto se avista el montículo central, en el que se ubica una amplia zona de merenderos bajo la sombra de grandes algarrobos y un mirador desde donde observar el estuario y las marismas del Guadalete y su característica avifauna.

También dentro del propio parque existe una zona de acopio y maduración de los restos vegetales producidos en los trabajos de conservación forestal y de jardinería de distintos espacios naturales y zonas verdes del municipio. Este compost vegetal se utiliza posteriormente para mejorar y enriquecer estos suelos, pobres en materia orgánica, originado tras el sellado de la escombrera.

Entre estos restos vegetales que acoge el parque se incluyen, por ejemplo, las naranjas que se recogen del arbolado urbano del término municipal, los restos de poda de toda la ciudad e incluso las algas secas que se recogen de las playas portuenses por parte del servicio municipal de limpieza y mantenimiento de playas.

El vandalismo es una de las lacras a combatir. El vandalismo es una de las lacras a combatir.

El vandalismo es una de las lacras a combatir.

La conversión de este espacio anteriormente degradado en parque periurbano ha sido lenta y queda pendiente aún integrarlo más en la vida de los portuenses. El camino no ha sido fácil pero lo más decepcionante es enfrentarse a las amenazas que actualmente siguen existiendo. Por un lado, los incívicos se han cebado con este espacio. Las diversas infraestructuras como el mirador, las isletas de reciclaje o las propias mesas han sido destrozadas en numerosas ocasiones. Pequeños fuegos, maderas rotas y pintadas son, por desgracia, el pan nuestro de cada día del personal del contrato de Playas y Pinares, encargado de mantener el parque.

Otra de las grandes lacras, de la que se habla poco a pesar de su importancia, es la práctica del furtivismo. Los operarios vigilan y retiran trampas que constituyen un delito contra la protección de la fauna. El servicio municipal de Medio Ambiente es especialmente celoso con este asunto, y más en un espacio en vías de desarrollo en el que se pretende facilitar la reproducción de las especies. En definitiva, un parque público con muchas posibilidades al que aún se le puede sacar mucho más partido.

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