El Alambique
Manolo Morillo
Miserables
Charla con Francisco Giles Pacheco
El Puerto/El arqueólogo ya jubilado Francisco Giles Pacheco fue el invitado ayer de la tertulia Encuentros con la Prensa, que se celebra una vez al mes en el restaurante Zaccaría.
Nacido en Toledo y casado con una jerezana, Francisco Giles ha sido, durante más de 30 años, el director-conservador del Museo Municipal de El Puerto, siendo él mismo además la persona que logró gestionar ante el Ministerio de Cultura la creación de un museo de estas características en la ciudad, a principios de los años 80.
Durante un encuentro informal con periodistas locales, Giles relató algunas de sus experiencias profesionales y relató la importancia arqueológica de una ciudad como El Puerto, con un enclave tan fundamental y a la vez poco valorado durante mucho tiempo como es el yacimiento de Doña Blanca, del que apenas se ha excavado un 2% de su potencial.
Giles recordó cómo en los años 80 el Museo pudo haber tenido una sede que hubiera sido magnífica para ese fin, el Palacio de Valdivieso, que no obstante se decidió utilizar una vez construido para albergar las dependencias del área municipal de Urbanismo. Recordó cómo una de las personas que más luchó para que el Museo se ubicara allí fue el que fuera concejal de Cultura, ya fallecido, Antonio Muñoz Cuenca, siendo alcalde Antonio Álvarez.De hecho, se obtuvo incluso financiación estatal, de carácter finalista, para realizar la obra, pero finalmente el edificio se destinó a usos muy alejados de los museísticos.
Y eso que como señala Paco Giles, el de la falta de espacio ha sido siempre el principal problema del Museo Municipal portuense, que ha estado “de prestado” en la sede de la calle Pagador, donde incluso permanece a día de hoy, a la espera de que prospere la rehabilitación del Hospitalito y se pueda crear allí una nueva sede que incluya también los fondos pictóricos que se guardan sin exponer en diferentes dependencias municipales.
En cuanto a los ricos fondos pictóricos municipales, con colecciones que nunca se han expuesto al público como las de Eulogio Varela o Enrique Ochoa, Giles reconoce que la falta de espacio fue la causa de esta situación, que aún a día de hoy perdura.
En cuanto a la riqueza arqueológica de una ciudad como El Puerto, al margen de la indiscutible importancia de Doña Blanca y de la joya también infrautilizada de las canteras de la Sierra de San Cristóbal, el arqueólogo -especialista sobre todo en el Paleolítico- destaca hallazgos como el del diente de elefante en La Florida, restos que datan de hace un millón de años. También recuerda con cariño las excavaciones en la zona de la Campiña, la organización de las Jornadas Arqueológicas -en las que participó lo más granado de la arqueología nacional- o la puesta en marcha de la Carta Arqueológica Municipal.
También fue el encargado de “pelear”, a través de la investigación de los hitos, para que la guerra fronteriza entre El Puerto y Jerez se saldara, finalmente, a favor de nuestra ciudad, un litigio que se había originado en tiempos de los Reyes Católicos. La lucha de los arqueólogos, también, fue clave para evitar que el trazado originalmente previsto para la autovía de Los Puertos destrozara la cantera de la Sierra de San Cristóbal.
Ya al margen de su labor en la ciudad, se muestra muy orgulloso de sus investigaciones en Gibraltar, donde ha trabajado también mucho tiempo, y de sus trabajos en colaboración con el equipo de Atapuerca.
Giles entiende la arqueología como una disciplina científica, en la que las teorías se deben demostrar con datos y hallazgos, y lamenta que ni las administraciones ni las universidades han estado siempre a la altura requerida para dar la importancia necesaria a la investigación.
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