Carnaval de Cádiz

El Motor, la leyenda de la reventa en el Falla

  • La reventa llegó a ser una institución en el Carnaval de Cádiz y El Motor, apenas un niño cuando empezó, fue escalando en la jerarquía hasta convertirse en una institución en todo el país

El Motor, apenas un chaval, tomando posiciones ya en una cola para el Concurso del Falla.

El Motor, apenas un chaval, tomando posiciones ya en una cola para el Concurso del Falla. / Joaquín Hernández Kiki

Hubo una época en que quien quería entrar en el Falla –y estaba dispuesto a pagar más por ello– lo conseguía. Antes de que internet se convirtiera en el ojo que todo lo ve, antes de que las redes sociales contaminaran la privacidad individual, la reventa era casi una institución que funcionaba en Cádiz como un reloj. Tan fructífero resultaba el negocio, que el Gobierno de Teófila Martínez decidió democratizar la entrada en el teatro, permitiendo, eso sí, que el Falla se llenara cada vez más de aficionados de fuera de la ciudad.

Aquella reventa legendaria tenía sus propios códigos con nombres que permanecen en la memoria de los aficionados de la época. Los reventas acudían a los locales de ensayos con fajos de entradas para repartirlas entre los componentes a un precio más elevado. Uno de los más singulares y famosos ya entonces, y que ha exportado a toda España su talento para revender entradas de todo tipo de espectáculos, es El Motor. Aunque actualmente vive en un pueblecito de Segovia, recientemente pasó unos días en Cádiz y este medio aprovechó para hablar con él. “Recuerdo con nostalgia aquella época porque después de estar muchos años ahí, desde chiquitito, de buenas a primeras pusieron una cosa que para mí es ilegal. Desde ese mismo momento en que pusieron las entradas nominativas yo dejé de ver el Carnaval. Me quitaron algo de mi niñez”, decía sin disimular su enfado.

“Con 12 años ya me ponía en la cola para los reventas. Fui cogiendo experiencia y poco a poco me fui metiendo ahí. En esa época había varios que cortaban el bacalao... estaban el Goliat, Fernando, El Bahía, El Gitano... había bastantes sí”, recuerda con mirada nostálgica.

A los 12 años ya hacía cola en el Falla para poder llevar dinero a su casa

¿Y cómo funcionaba la reventa entonces? “El procedimiento era fácil. Se ponía la gente en la cola. Se le daba a cada chaval un sueldecito para que se llevara un dinerito para su casa y ya está. No había más vuelta de hoja. Por las noches, cada dos horas, se pasaba lista y el que no estaba pues tenía que irse al final de la cola. Y así sucesivamente. Se daban los numeritos y ahí no se colaba nadie. Los reventas no se colaban. Íbamos de bien. Que una persona se ponía primera, pues estupendo, no pasaba nada. Nosotros respetamos”.

El Motor, la pasada semana en la plaza de San Antonio. El Motor, la pasada semana en la plaza de San Antonio.

El Motor, la pasada semana en la plaza de San Antonio. / Joaquín Hernández Kiki

El negocio era lucrativo, pero El Motor advierte que no todo eran ganancias. “Se ganaba dinero pero también se tenía gastos, porque había que pagarle a la gente sus desayunos, sus bocadillos, su tabaco. Darle su dinerito y pagar el precio que costaba en la taquilla. Todo no eran ganancias”.

Pero El Motor defiende la cultura de la reventa por encima que el método actual. “Antes, el que quería ir al Falla y podía pagarlo iba. Ahora no. Esto es ilegal. Yo tengo un proyecto para crear una página web, voy a fundar una empresa y voy a vender entradas y si no nos veremos en Plaza de Castilla con un juez. Porque esto no es legal. Yo vendo en toda España y en ningún sitio tengo problemas. Vendo entradas de conciertos, de partidos de fútbol, toros, teatros, de todo. Hasta en Francia vendo. Y me compra gente de todos sitios. No sé por qué no puedo hacerlo en el Carnaval de mi tierra”.

Pero los tiempos cambian y las colas son historia. El Motor incluso tiene un proyecto, una página web que se llamara www.taquillaespectaculo.com. “Estamos montando la página web. Tenía pensado hacerla ya, pero como ha venido la pandemia de momento se ha quedado parado. Pero están todos los trámites hechos. Los programadores, la gestoría, todo... sólo hace falta darse de alta y ponerse a funcionar”.

La pregunta es si le gustaría vender entradas para el Carnaval. “Pues claro. Tengo que intentar conseguir entradas del Falla. Eso está claro. Si no me dejan tener acceso a esas entradas, como tengo de otros espectáculos, me están privando de un derecho como trabajador, y yo pago mis impuestos. Y no tengo ningún problema en ningún sitio. Cuando llegue el momento iré con mi abogado a hablar con quien tenga que hablar y a ver qué pasa”.

Momento de tensión en una cola para conseguir entradas para el Falla. Momento de tensión en una cola para conseguir entradas para el Falla.

Momento de tensión en una cola para conseguir entradas para el Falla. / Joaquín Hernández Kiki

Durante aquellos años la fiebre por ver a algunos grupos punteros hacía que las entradas cotizaran al alza. “Los grupos que pedían más eran siempre la comparsa de Barbate, que traía a mucha gente; el coro de Julio Pardo, el de los Niños, Martínez Ares, había bastantes que tenían muchos aficionados. Claro que el precio variaba según el cartel y la fase en que estábamos. Había algunas que costaban su buen dinero y otras que había que tirarlas porque nadie las quería. Te las comías con papas”.

Recuerda el motor que la Policía Local “alguna vez nos ha quitado entradas a los que cogía. Había uno que era reventa legal, que tenía un bar muy conocido en la plaza de Santa Tomás. Allí tenía el hombre una taquilla del 20%, que es lo único que tú puedes vender de reventa en la taquilla. Un día hubo una redada y al único que le cogieron fue a ese hombre. Los demás todos nos quitamos de en medio. Después se lo tuvieron que devolver todo”.

Piensa abrir una web de entradas “para vender entradas de todos los espectáculos”

El Motor reconoce que la pandemia está siendo “peor que terrible. Esto es una cadena. Cuando vino la crisis del ladrillo no vendía tampoco el carpintero, el cerrajero ni el cristalero, pues esto lo mismo, si no hay conciertos no gana el artista pero tampoco el taquillero ni el reventa”.

También aclara que a él no le molesta el internet, “lo que no es normal es que te pidan el DNI para comprar una entrada. Yo puedo comprar una entrada y la vendo al tanto por ciento que me permita la ley. Si no puedes ponerte en la cola pues yo me pongo y me la compras. Eso es de toda la vida de Dios”

Por último incidió en su página web. “Está ahí casi en marcha. Cuando sea el momento la pondré a funcionar. Venderemos de todo tipo de espectáculos. Lo que haya. La gente me compra hasta de EEUU. Los espectáculos son de por aquí, porque esa es la capacidad que tengo yo. Tampoco tengo idea de vender una entrada de Los Angeles Lakers”, dijo.

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