Regidor de escena del Falla

Miguel Ángel Fuertes: "El Concurso de 2025 lo voy a pasar muy mal, esto ha sido mi vida"

Miguel Ángel Fuertes en el Teatro Falla

Miguel Ángel Fuertes en el Teatro Falla / Germán Mesa

Miguel Ángel Fuerte suma más de 40 carnavales sobre las tablas del Teatro Falla como regidor de escena, labor que desempeñará por última vez este concurso debido a su próxima jubilación. Entre los metros cuadrados que ocupa la caja escénica de este teatro, la que ha sido su segunda casa todos estos años, ha sincronizado los tiempos de miles de agrupaciones, cada una con su escenografía, durante las sesiones maratonianas y tantas veces a contrarreloj que cada año moldean el tan singular concurso del COAC. Se queda con el enorme cariño recibido y propone mejoras.

–¿Cómo está viviendo este último Concurso entre homenajes, letras, placa en el escenario…?

–De mil maravillas. Muy complicado porque todo son cañonazos de energía, cariño, amor, de fuerza… La gente sale de soltar sus sentimientos en el escenario y me transmite todo eso con abrazos, homenajes, placas, etc. No creía que el trabajo realizado, creo que bien realizado, iba a causar este efecto tan grande. Ellos vienen con una idea, una creación, y necesitan que alguien les arrope, les de cariño, y les guíe, y así lo he hecho. Nunca he engañado a nadie, ni he favorecido a nadie.

–Un trato igualitario para todos, da igual premios o procedencia

–Independientemente de quien sea. Esa línea la he mantenido desde siempre, el cariño igual para todos, e incluso me esfuerzo un poco más con las agrupaciones de fuera que me lo piden. Les ayudo en lo que puedo. Somos un servicio público y son clientes y hay que tratarlos a todos bien.

–¿Se queda con algún momento especial?

–Se me ha quedado uno, pero no quiero sacar ninguno porque todos han sido bonitos. Me gusta mucho la simpleza, más que los micros, las entrevistas, los focos… Pero entiendo que hay que hacerlo, sobre todo porque hay que potenciar a los compañeros, al Concurso, para que se intervenga políticamente en su mejora. Ayer hablando con varios políticos se lo dije, hay que darle una vuelta a esto.

–¿En qué sentido?

–Los grupos vienen muy evolucionados, se estudian las puestas en escena, van a obras de teatro de fuera, incluso al extranjero, y nosotros nos hemos quedado estancados. Así que hay que darle una vuelta al Concurso en cuestión de más preparación aquí atrás, de iluminación, de material que hay que dar. Deberíamos tener un Concurso igual para todos, pues si esto es un certamen para todos nadie puede traer un técnico de fuera o traer juegos de luces porque tiene más medios para hacerlo. Debemos preparar bien esto desde aquí dentro para ofrecer las mismas oportunidades para que todos accedan a estas oportunidades por igual. Tenemos que ofrecer más.

–Más medios y más formación

–Sí. Más medios y especialización. Ya nos ven millones de personas, es una barbaridad. Esto es un diamante, y se lo están llevando a otros sitios, así que en Cádiz nos tenemos que preparar y potenciar lo nuestro, nuestra creatividad. ¿Que se extiende?, pues chapó para quiénes traen agrupaciones de fuera, que les cuesta la misma vida, pero esto es nuestro y hay que potenciar el teatro técnicamente, lo que beneficiará a todos.

–Más aún con lo especial que es este Concurso, que no es un espectáculo normal, cada noche hay varias mini obras de teatro. Es un espectáculo único.

–Sí, son 6 ó 7 y en la final 12 ó 15. Aquí se mira mucho a los trabajadores del teatro, pero hay que mirar a todos. Esto es un engranaje, desde el de la puerta, los artesanos, que son muy importantes a la hora de montar con días complicados con grandes montajes. Y durante la Gran Final ni te cuento.

–40 años dan para mucho, ha vivido en la trasera del teatro toda la evolución de la democracia, incluido episodios de escoltas, intervención policial... ¿Qué le ha impactado más?

–Tengo que decirte que tengo muy mala memoria y que siempre me quedo con lo bueno. Me pasa igual cuando tengo disgustos con mis compañeros de la tramoya, que al día siguiente ya no me acuerdo.

–¿El mayor mosqueo que recuerda? ¿Es importante mostrar las garras en este oficio?

–He tenido muchos. Tampoco los voy a contar. Aquí se tienen y se viven muchos movimientos y grandes. Hay veces que ha tenido que venir hasta la Policía, tengo que intervenir y les digo que se peguen paseos por aquí porque la presencia policial es muy importante. Aquí hemos cogido gente que ha querido vender historias (por droga) al personal. Incluso me han llegado a insultar, aunque hay que decir que ya no es como antes, ahora es una maravilla. Ya no se permite el alcohol, hay cierto control en ese sentido, y aunque se quejen de esto, hay otro ambiente y esto favorece al espectáculo.

–Hablamos del carácter, pero en la sección que le hemos dedicado en Diario de Carnaval ‘Historias del Salmendro’ sorprende la cantidad de palabras bonitas ya no solo por su profesionalidad, sino a su persona ¿Es fundamental este componente humano para llevar adelante este trabajo?

–Tengo que agradecer esta sección, lo primero. Mi mujer y mis sobrinas me lo están comprando y recopilando. Y sí que es fundamental el talante humano, a los concursantes hay que darles cariño, hay que darles un trato especial, pues no ganan tanto dinero para lo que esto mueve. No soporto que, por ejemplo, un portero, que a veces pasa con alguno nuevo, toque a una persona, que alguien en general se sobrepase con ninguno de ellos. Ahí estoy yo para que nada de esto ocurra, tanto con concursantes como figurantes y acompañantes, y lo cierto es que hay una cordialidad importante.

–El oficio le viene de su padre, regidor de escena, cuéntenos si le dio algún consejo especial antes de dejarlo en sus manos

–Me dio una lección, sí, propia de los antiguos, de cómo pensaban y de cómo hacían las cosas. Se coló un día aquí y empató la cosa y lo tuve que echar. Al otro día le pregunté que por qué fue con esa actitud al teatro y me contestó que me provocó queriendo, y comprobó que la actitud que le mostré es la que vale y que debía tener en un futuro. No te puedes casar con nadie, me dijo, ni con tu padre. He tenido movimientos incluso con concejales de otras épocas, y si he tenido que echarlos lo he hecho. No me lo he pensado.

–Ha sido regidor con todos los alcaldes y concejales de fiestas de la democracia ¿Le han dejado hacer a nivel político?

–No solo que me hayan dejado hacer, sino que me han apoyado siempre una barbaridad. Unos más que otros, pero todos me han ayudado. Aquí se toman decisiones y hay que sentir que estás arropado, tienes que percibir que el político o el gerente de turno te debe apoyar. Un ejemplo de todo esto fue cuando el Concurso se trasladó al Teatro Andalucía, época en la que tuve muchos problemas, sobre todo con la prensa, y entonces me sentí bastante arropado.

–¿Quién toma el relevo?

–Me encantaría que fuera José Antonio Benavides. Lleva seis años aquí, tiene un coco impresionante, es muy creativo, tiene dos máster en la materia, a mí me da 500 vueltas. Tiene otro lenguaje de regiduría, que no es el que se practica aquí, es diferente, más actual. Cuando me lo crucé en el camino le dije que sería mi hijo. Me gustaría que hubiera una mejoría por parte de Fiestas, y espero que sea él por todo lo que puede aportar al Concurso. Además, que el Concurso va a pegar una explosión y debe estar preparado.

–¿No hace falta entonces que le de ningún consejo?

–El Concurso lo lleva él este año prácticamente desde el principio. Y consejos no, le pego gritos (ríe). Ya lleva seis años llevando el Concurso conmigo, y lo que sí es importante es que te acepte el mundo de Carnaval, pero es que ya lo han hecho. Lo aprecian muchísimo, lo ven por la calle y le muestran cariño.

–¿Cómo se imagina durante el COAC 2025?

–Muy mal, muy mal, muy mal. Esto ha sido mi vida, el cariño que se percibe aquí es muy fuerte. Sin suceder lo de este año porque me voy, pues esto me ha ocurrido siempre. Salen, te saludan, te besan, te abrazan…

–¿Se le verá el año que viene en el patio de butacas del Falla como espectador o entre bambalinas?

–Aquí atrás, entre bambalinas, siempre. De hecho, tengo ya dos contratos de cara al año que viene. Al Gago tengo que venir a darle un abrazo antes de que empiece, de siempre. Y con el cuarteto de los niños, tengo que darles igualmente un abrazo. Al final voy a tener que venir todos los días.

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