Carnaval de Cádiz 2020 | Manolín Santander y Javi Bohórquez

Lo mejor estaba por venir

  • El hijo del desaparecido chirigotero, a su vez componente de la comparsa de Juan Carlos, junto al director de esta última hablan con este diario ante la dureza de un Concurso sin sus dos grandes referentes

Manolín Santander y Javi Bohórquez posan en la hemeroteca del Diario de Cádiz.

Manolín Santander y Javi Bohórquez posan en la hemeroteca del Diario de Cádiz. / Julio González

Con el sol reciente del 2 de marzo de 2019 aún desperezándose, dos grupos señeros cantaban en el Falla. ‘La maldición de la Lapa Negra’ y ‘La Gaditanísima’. El primero ponía el teatro patas arriba con un pasodoble que destapaba la lucha de uno de sus autores contra esa cosita que le habían detectado y que le estaba haciendo pasar las del Beri. El segundo interpretaba un repertorio que su autor regalaba a su enamorada ciudad de principio a fin. Esos mismos hombres, los últimos en desplegar sus voces por la Gran Final del pasado año, serán los encargados de abrir la última función del Concurso que hoy arranca. Lo doloroso es que todos ellos llevan de luto desde que Juan Carlos Aragón y Manolo Santander tuvieron la ocurrencia de privarnos de su presencia física, que no de su espíritu ni menos aún de su esencia, de esos versos imantados, de ese compás viñero, tan auténtico.

Ambos huían del Carnaval melodramático, sin embargo es inevitable que al menos hoy, cuando arranca un Concurso donde van a estar muy presentes, Diario del Carnaval quiera practicar su particular terapia manteniendo una conversación con dos de las personas que mejor los conocían: Javier Bohórquez, director de las últimas comparsas de Juan Carlos y amigo desde hace décadas; y Manolín Santander, guitarra de la comparsa de Aragón pero, a su vez, hijo del chirigotero.

Lo primero que ambos transmiten es tristeza, en la mirada, en los gestos. La suplen con determinación, con ese clásico la vida sigue tan duro ante una pérdida tan grande como la de un padre, porque no podemos olvidar que Manolín, que encarnará al próximo Dios Momo a sus 27 años, ha perdido a su referente. Palabras mayores. Javi Bohórquez lo exterioriza a su manera. Porque los dos tienen clarísimo que “lo mejor estaba por venir. Estaban los dos en un gran momento creativo, de tranquilidad y estabilidad. Nos da mucha pena que justo ahora la vida no les haya dejado seguir jugando”, dice Javi.

Además, incide en que le lastima “que Juan se haya ido sin saber todo lo que la gente lo quería, porque no se lo han dicho. Eso es lo único que he dicho, y alguno lo está tomando como una competición, y yo lo que estoy exteriorizando es la pena, el dolor, el duelo, y se lo están llevando al nivel del Concurso, como si nosotros estuviéramos creando un Concurso paralelo en torno a su figura, y nada más lejos de la realidad. Pero que sepan que es un autor que durante 25 años ha dejado claro que no compartía un Carnaval trágico, al que no le gustaba utilizar el dolor ajeno para lograr puntos del jurado. Entonces ¿cómo voy a permitir yo que se haga eso con él?”.

Y Manolín coincide. “Nosotros no salimos porque hemos tenido un tragedión, porque es que el que saca nuestro grupo se ha muerto, el que vea malicia en algo que es puro dolor tiene un problema. ¿O se creen que a nosotros no nos cuesta abrir todos los días la puerta del ensayo y ponernos a cantar? Los primeros días no éramos capaces. De hecho hemos tenido que cambiar el local. Tíos como trinquetes que han perdido a su amigo, no sólo a su autor, que lloran en los autobuses cuando salimos a cantar y no paramos de nombrarlo. El que vea otra cosa ahí tiene un problema, repito. Mucha gente ha cantado en el Concurso cosas que no piensa para ganar un premio. No es nuevo”.

Bohórquez es una de las personas que mejor ha conocido, y llevado, a Juan Carlos Aragón. Actualmente preparan una antología con coplas inéditas, que es la que llevarán al Falla, para que la gente pueda aún disfrutar de letras nuevas de su autor. “Hay gente que afirma que nosotros hacemos la comparsa por dinero. Y no es así, porque lo primero es que a Juan no le gustaría que su obra se quedara en un cajón. Además, si no lo hacemos nosotros va a venir otra gente y lo va a hacer, y la familia confía en nosotros, y prefiere que los que muevan el repertorio de su marido o de su hijo sean estos tíos que respetan su obra, le dan el dinero a su viuda, a sus hijos. Nos están tachando de utilizar el dinero de un difunto, y no va por ahí la cosa. Nosotros podríamos haber ido al Falla con otro autor, que nos han llamado finalistas de comparsas del año pasado para decirnos que le encantaría escribir a nuestro grupo, y la respuesta ha sido que no somos capaces de meternos en un local de ensayo y que aparezca un autor nuevo a ofrecernos sus coplas. Está todo demasiado reciente”, dice.

Manolín, que vive el duelo por partida doble, también da su opinión al respecto. “Ahora mismo somos incapaces de enfrentarnos a un disfraz nuevo. Con la chirigota nos pasa igual. Gente como Francis, Carlos, Manolito, que llevan tantos años con mi padre, no pueden salir ahora mismo con otro. La gente tiene su corazón y afecto al que se ha ido. Hay que pasar el duelo. Esto sigue, está claro, la vida seguirá, y cada uno saldrá donde sea, pero ahora mismo no, ya no es por respeto, sino por puro dolor”.

Tanto es así que de momento no se plantean nada para el año que viene. “Juan Carlos quería descansar este año. Cuando la chirigota se quedó fuera de la Final se coló en el local, le dimos una ovación por lo del Chele y nos dijo: no aplaudirme más porque estoy súper hundido y el año que viene no salgo. Como lo conocíamos no lo presionamos, pensamos que cuando llegara el verano hablaríamos y si al grupo le apetecía salir un año con otro autor pues no pasaba nada. Juan me puso un whatsapp y me dijo que el descanso era de un año, que volvía al siguiente. Siempre hemos ido muy de cara”.

Manolín reconoce que lo que lleva peor es ir al fútbol sin su padre. “Iba al fútbol con él desde que tenía 3 años, y tengo ahora 27. No soy capaz de ver un partido entero en el Carranza. Todavía no he podido. En Carnaval al fin y al cabo con él sólo he salido una vez. Yo echo de menos lo de mi casa. Yo echo de menos a mi padre. Es muy duro, porque tienes la ropa, el disfraz colgado en la puerta de su habitación, que no somos capaces de tocarlo. Muchos recuerdos. Premios que hemos tenido que recoger sin él. Ahora vamos a vivir cosas que él no va a poder disfrutar. Y eso es lo que más pena me da. Que yo sea Dios Momo y él no me vea es terrible. En mi casa el Carnaval es muy importante. Mi hermana va a cantar este lunes y le falta un trozo muy grande. Va a ser duro porque cada vez que cantábamos siempre hacíamos lo mismo. Es un ritual en mi casa. Comemos pucherito, nos echamos una siesta, siempre igual, siempre juntos. Y es la primera vez que uno de nosotros va a cantar sin que esté mi padre”.

Aragón no sólo era un autor certero sino prolífico. Cada año llevaba a su grupo 15 ó 16 pasodobles para que ellos escogieran. “Es que era muy creativo”, dice Javi. Hemos tenido la suerte de contar con un autor que siempre ha sido muy real. Que si con ‘Los mafiosos’ había que cantar en la Final un pasodoble a la cruz, pese a haber dos jurados miembros de cofradías, pues se cantaba. Y él te decía, venimos a cantar lo que pensamos, y si nos dan el primer premio pues lo ganamos con nuestros ideales, y si no nos lo dan pues eso es lo que hay. Juan lo que miraba era su obra por encima de los premios. Juan Carlos ha aportado literariamente una barbaridad al Carnaval. Era un enamorado de su ciudad, de los flamencos de Cádiz, del Carnaval de los 70, que buscaba una liberación tras la dictadura. El de ahora lo veía más como una fiesta para emocionar, y él no lo entendía así”.

Al preguntarles si alguna de las letras que puedan dedicarle a Juan Carlos les pueda molestar más por entenderlas como menos sentidas Javi responde con sinceridad. “Si alguna letra nos molestara pues nos veríamos en la tesitura de tener que poner buena cara sabiendo que nuestras raíces carnavalescas son otras. Y los autores pueden cantar lo que sientan. Lo que pasa que muchas veces en el Concurso se cantan cosas que no se sienten”, dijo.

Manolín considera que en el Concurso hace falta otra hornada de autores como la que surgió en los 90. “Las peñas eran un criadero de autores y componentes, se crecía viendo a tus padres y sus amigos cantando, ensayando. Las peñas han sido sustituidas por clubes de fans. Por ejemplo la peña Nuestra Andalucía ha sacado tres generaciones, la de los mayores, la de Carli y luego la de Piojo y compañía. Y ahí ya se cortó. Cuando salieron los móviles y las consolas. Y otra cosa es que la gente tiene una autoestima un montón de alta. A nosotros se nos han ofrecido gente para escribirnos que te meas”, reconocía.

Esa es otra de las cuestiones en que más piensa el grupo de Aragón. ¿Quién se atreverá a escribirles después de un genio como el que disfrutaron durante años? “Olvidaos de las letras estas, olvidaos, se lo he dicho al grupo”, cuenta Javi. “Juan decía, a mí no me cuesta trabajo escribir. Yo cuando tengo claro lo que quiero decir no tardo nada, tengo facilidad. Fluía su vocabulario, era un crack. Coger ahora un autor nuevo, sea el que sea, pues tendrá diferencias. Él escribía el pasodoble pero luego lo trataba. La música es magia pero la letra se puede mejorar, decía”.

Durante los últimos años el grupo de Juan Carlos se caracterizaba por un soniquete muy natural, sin estridencias. “Una de las mejores cosas que nos pudo pasar fue entender que si llevábamos al Concurso el repertorio de Juan con un montón de voces por arriba igual la gente le prestaba más atención a las voces que a la letra. Pero teníamos el problema de que Juan era un enamorado de los octavillas, nada más que quería que subieran, pero nos estábamos haciendo daño. Por ese amor al Catalán Chico, que era su ídolo, por ejemplo”, cuenta Javi.

“Para nosotros es un orgullo que encontrara la estabilidad con nosotros. Aunque no fue solo carnavalesca. Lo cogió un grupo de chavales, muy jóvenes, amigos y se sintió muy a gusto”, dice Manolín.

Javi abunda en esa idea. “Ahora nos venía la época de madurez del autor. Creo que podríamos haber escuchado razonamientos geniales. De eso tiene culpa la estabilidad del grupo, y también que conoció al amor de su vida, Luisa, esa estabilidad en su vida hizo que se diluyera un poco el Juan Carlos que entraba a todas. Ahora se había dado un ambiente en su casa muy bonito, una familia nueva, disfrutar de un hijo, y todo se ha ido al traste. Una lástima porque tengo claro que ahora venía lo mejor”.

Mientras el Concurso está a las puertas, las antologías de Santander y Aragón siguen trabajando. “Es una terapia”, dice el hijo del inolvidable chirigotero. “Hay veces que estamos cantando una letra de Juan y hasta aplaudimos para el cielo, porque el tío era un bastinazo. Ole tú, le decimos, porque lo sentimos con nosotros. Y con mi padre pasa lo mismo. Lo recordamos, hay que ver cuando el calvo hizo esto o lo otro. Es una manera de que sigan estando presentes. Lo hemos pasado mal, y lo que nos queda, pero al menos nos reconforta hablar de ellos. Para mí cantar en la Gran Final sin mi padre va a ser tremendo”.

Manolín reconoce que su padre también estaba en un gran momento carnavalero. “Sánchez Reyes le dio mucha paz. Eran amigos. Es la única chirigota que se ha hecho por la mañana. Quedaban para desayunar. Su triunfo era poder seguir cantando en la orilla de La Caleta. Eso es lo que a él le volvía loco. El pasodoble del año pasado lo hizo dos semanas después de quitarle un riñón. Quizá fue porque hizo lo que a él le gusta. Es el mejor que has hecho, le dije la primera vez que me lo cantó”.

Esta época gloriosa de la chirigota contrasta con otras en que poco menos que algunos lo dieron por acabado. “Nosotros hemos escuchado cosas duras. Que le dijeran que estaba acabado. Creo que músico de chirigotas como él hay muy pocos. Mi padre sacó una chirigota estando encerrado en la fábrica, en Delphi. Ahí lo pasó mal. Se metían con mi hermana en el colegio porque mi padre se vestía de moco. Que ninguneen a tu padre, es duro, sabiendo que es el mejor. La gente lo recibió bien cuando volvió porque lo echaba de menos”, asegura. “Juan terminó siendo más humano con la gente, y mi padre igual, con la fama de malage que tenía, que también era malage cuando quería, pero era muy buen tío”, reconoce emocionado.

Los nuevos himnos

Para Javi en estos últimos cinco años Juan Carlos ha dejado auténticos himnos para el Carnaval que se cantan en toda España, como el Credo de los Peregrinos. “Todo el mundo lo canta, en Sevilla, pero también en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza. Se encienden las luces y todo el teatro se pone en pie y lo canta. Pone los vellos de punta”. “Los himnos se están renovando. Antes el carnaval era más localista. Ahora la televisión está lanzando nuevos himnos. Ha quedado el pasodoble del botellón de 'Los millonarios', o el de la madre de ‘Los mafiosos”.

“Eso es lo máximo”, asegura Manolín. “Nada más grande que perdurar en el tiempo en las voces de la gente, y los dos lo han conseguido. Aunque sea muy dolorosa su pérdida. Somos 30 personas de luto, pero es un orgullo formar parte de su legado, que yo dentro de unos años diga he defendido a esta gente hasta cuando no estaban, a los dos. Defender sus coplas es lo que nos vamos a llevar”.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios